Ribeira Sacra cotiza al alza entre los «geeks» del vino en Nueva York

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNANDEZ

John Gilman, crítico de cabecera de una corriente que defiende los vinos de la vieja escuela, apuesta por sus tintos

11 ago 2014 . Actualizado a las 09:32 h.

La influencia en las ventas que llegaron a alcanzar las puntuaciones de Robert Parker animó a bodegueros de todo el mundo a hacer vinos a su medida. Al menos, a lo que se creía que era la vara de medir del crítico estadounidense. Fruta madurada al límite, color, densidad, todo aderezado con la opulencia del roble nuevo. En Jumilla o Rioja, daba igual, la receta era la misma. De poco servía que Parker dijese en alguna ocasión que muchas bodegas abusaban de la madera en España. Las bendiciones de su boletín, el Wine Advocate, iban por otros derroteros. Por un camino, la globalización del gusto, con el que no todo el mundo estaba dispuesto a comulgar.

Con su libro La batalla por el vino y el amor, publicado en el 2008, la escritora Alice Feiring proclamaba una peculiar cruzada enológica contra la «parkerización», en la que se habían embarcado otros cronistas independientes como Tyler Colman o Gerry Dawes. Del mismo lado de la trinchera está John Gilman, defensor de los vinos de la vieja escuela, frescos, minerales y de trago largo. Admirador confeso de Galicia, y especialmente de la Ribeira Sacra, a la que sitúa en su último boletín, View from de cellar, como una de las zonas de España de mayor potencial y autenticidad.

«Aunque la mayor parte del mercado sigue anclado en los vinos de alto octanaje de inspiración moderna, las cosas están empezando a moverse en muchos viñedos de España. Una de las nuevas regiones más importantes es la Ribeira Sacra y sus tintos de mencía, esbeltos, transparentes, que se beben muy bien en la mesa y muestran gran potencial de envejecimiento», apunta en su informe.

Gilman fue comerciante minorista de vinos y sumiller. En la actualidad publica un boletín bimensual que -al igual que el Wine Advocate- solo es accesible previa suscripción. Dirigido sobre todo a coleccionistas de alto poder adquisitivo, tiene mucho peso en el mundillo geeky del vino en Nueva York, lo que Parker definió en su día como los «yihadistas del terruño». Tiendas de culto como Chambers Street Wines, o Crush Wine&Spirits también suelen estar muy atentas a sus reportajes.

En una entrevista publicada en su blog, uno de los más reputados en Estados Unidos, Tyler Colman lo define así: «John se ha ganado rápidamente el respeto de sus lectores y del comercio porque no tiene miedo de llamar a los cosas como las ve».

Bombas de fruta, no

Los importadores saben con qué tipo de vinos pueden ganarse el favor del View from de cellar. «No pierden el tiempo mandando bombas de fruta» dice Gilman, en alusión al estilo que puso de moda Parker. Nada de alta expresión. Ni aunque lleven la etiqueta de Rioja, Ribera del Duero o Priorat. Por sus notas de cata desfilan otro tipo de vinos más tradicionales, menos impactantes en una primera impresión. Más de beber, de disfrutar en la mesa, que de cata. El perfil que cabe esperar, entre otras zonas, de Ribeira Sacra, que sale muy bien parada en este último boletín.

Tres vinos de Guímaro (Meixemán, Pombeiras y Capeliños), tres de Algueira (Fincas, MBV y el Mencía 2011) y Viña Cazoga, de la pequeña bodega de Jorge Carnero, reciben 94 puntos, calificación que en Ribera del Duero solo obtiene el Viña de Anguix 2009 de Goyo García Viadero. Y solo cinco riojas de postín, todos de añadas anteriores a 1964, alcanzan o superan los 95 puntos que concede Gilman a otro tinto minimalista elaborado por Jorge Carnero en Ribeira Sacra, Don Diego 2008.