«Os furanchos poden axudar a que o pequeno viticultor siga coas viñas»

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

El Ayuntamiento no descarta que se pueda usar como furancho alguna de las antiguas bodegas de Vilachá
El Ayuntamiento no descarta que se pueda usar como furancho alguna de las antiguas bodegas de Vilachá ROI FERNÁNDEZ

El alcalde de A Pobra anuncia una asamblea para informar de la ordenanza

11 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El Ayuntamiento de A Pobra do Brollón organizará próximamente una asamblea para facilitar información a los vecinos y resolver dudas relacionadas con la nueva ordenanza local que permite la apertura de furanchos para la venta de excedentes de vino de cosecha propia. «Xa se poden dar de alta no rexistro municipal escollendo os tres meses de apertura máis as tapas a servir, xunto coa presentación do resto da documentación», señala en una nota divulgada este lunes. El acto informativo, cuya fecha está por concretar, se desarrollará en el salón de actos de la casa de cultura.

El alcalde, José Luis Maceda, quiere atajar posibles «malentendidos» sobre esta actividad. «Houbo durante moito tempo un mal uso do concepto noutras áreas que fai que agora un sector da poboación identifique os furanchos con bares ou restaurantes piratas cando é algo totalmente diferente», explica. Según su criterio, está fórmula puede contribuir a mantener las viñas que cultivan pequeños viticultores especialmente en la parroquia de Vilachá de Salvadur. «Temos —observa Maceda— unha paisaxe vitícola en retroceso, cada vez máis abandonada, polo que calquera estímulo aos propietarios ou xente que se queira sumar á viticultura é positivo».

La normativa local que regula esta actividad entró en vigor con el nuevo año, tras su publicación el pasado 31 de diciembre en el boletín de la provincia. La venta de excedentes de vino en los furanchos está regulada por una ley autonómica que establece las condiciones que se deben cumplir. Lo que se hizo en A Pobra de Brollón fue habilitar esa opción mediante una ordenanza. «Realmente hai pouca marxe de regulación para os concellos e a ordenanza é case igual á lei autonómica», precisa el alcalde, que carga las tintas, por otra parte, en que los furanchos «poden e deben ser compatibles co establecemento de adegas cun modelo máis empresarial».

Maceda saca a relucir la apuesta municipal por la valorización de la zona de ribera de ese municipio a través de las excavaciones arqueológicas y del proyecto de Adegas da Memoria. Para el gobierno local, la puesta en marcha de los furanchos puede resultar un incentivo turístico más que contribuya a difundir el atractivo paisajístico de la zona.

La apertura de los furanchos está restringida a cosecheros con viñedos inscritos en el registro vitícola y los excedentes de vino que se ponen a la venta se fijan con arreglo a la superficie que posean. Solo pueden funcionar en lugares de elaboración o almacenaje de vino, bajo ciertas condiciones, y el período de apertura máxima es de tres meses, prorrogables a cuatro, entre enero y julio de cada año. La elección de las tapas se debe realizar con arreglo a una lista de productos admitidos que marca la normativa de la Xunta y que incorpora la ordenanza local.

Para todo el municipio

«A normativa dos furanchos non soamente se pode aplicar en Vilachá, vai orientada a todo o territorio municipal. Existen viñas noutras parroquias e xente que ten viñas en Vilachá pero elabora noutra parroquia», aclara el Ayuntamiento en la nota emitida este lunes. El comunicado no cierra la puerta, por otro lado, a que se pueda abrir algún furancho «nas adegas tradicionais da Abelaira en Vilachá», aunque la normativa autonómica habla exclusivamente de bodegas anexas a viviendas para la venta de los excedentes de la cosecha.

Más allá del papel que puedan jugar para el mantenimiento del viñedo y el impulso del turismo, el alcalde subraya que los furanchos «poderían xogar un papel semellante ao das antigas cantinas como lugar de socialización nas aldeas». Maceda considera que son una forma de preservar las reuniones habituales en las bodegas, pero «coa diferenza de que se pode sacar un rendemento económico que reverta no propietario, e que permite acceder a esa experiencia a xente que ao non ter arraigo no territorio non o faría doutro xeito».