
El plan de regeneración ambiental de los tramos urbanos destapa los abusos del pasado
12 feb 2025 . Actualizado a las 17:41 h.La Confederación Hidrográfica del Miño-Sil acaba de licitar, por un precio de 123.978 euros, la redacción del proyecto para la restauración ambiental de 4 kilómetros de los arroyos Malloadas y Zapardiel a su paso por el casco urbano de Monforte. La inversión necesaria para llevarlo luego a la práctica, de 4.125.000 euros, está garantizada gracias al convenio que suscribieron previamente este organismo estatal y el Ayuntamiento. El objetivo de la regeneración ambiental de ambos cauces, sin embargo, no se podrá alcanzar al cien por cien. Algo más de 300 metros, repartidos entre ambos regatos, discurren bajo el pavimento de tres calles a causa de un desarrollismo mal entendido que vivió su apogeo en la pasada década de los 70.
La memoria que sirvió de referencia para la firma del convenio entre ambas administraciones determina a su vez las pautas que deben seguirse en la redacción del proyecto que ahora sale a concurso. En esos cuatro kilómetros de arroyos urbanos está previsto acondicionar una senda fluvial y proceder a la recuperación de los cauces y la vegetación de ambas riberas. El principal escollo, según los técnicos, radica en la invasión del dominio público hidráulico en muchas parcelas por la presencia de construcciones diversas. A veces no solo se invade ese dominio, sino el propio curso del río.
Este es el caso de dos tramos del arroyo de As Malloadas, de 170 y 43 metros de longitud, respectivamente, y también de los 95 metros del Zapardiel inmediatamente anteriores a su desembocadura en el Cabe y que en su mayor parte discurren por la finca de la residencia de mayores Hogar de San José. Se trata de actuaciones urbanísticas no tan remotas en el tiempo que hoy resultarían impensables por las restricciones a las zonas inundables que establece el Plan Hidrológico Nacional.
El pavimento se hundió
Un tramo de 43 metros del arroyo de As Malloadas quedó tapado por la calle Sarria cuando se urbanizó la parte sin acabar más próxima al cruce con la avenida de Galicia. Los otros 170 quedaron sepultados por la calle que a hora lleva el nombre de Lois Pereiro y que fue abierta por el Ayuntamiento de Monforte en torno al año 1975. Los problemas de compactación motivaron que se hundiese el pavimento al poco de colocarlo, por lo que se hizo necesario levantar de nuevo el piso. No surgieron más problemas con el firme, pero posteriormente se registraron algunos episodios poco habituales aguas abajo de la zona en la que se entubó el regato.
En 1994, por ejemplo, una crecida del arroyo de As Malloadas inundó la Compañía y obligó a revisar los planes iniciales para encauzar su curso en lo que hoy es el Parque dos Condes. Pese a este precedente, el Ayuntamiento pidió permiso en 1998 para tapar la totalidad del regato entre la calle Sarria y el edificio de Correos. Los responsables locales de la época pensaban que era la solución idónea para urbanizar la bolsa de suelo aún sin desarrollar que aparece identificada como zona B en las normas subsidiarias de planeamiento. La entonces Confederación Hidrográfica del Norte cortó de raíz las pretensiones municipales.
Solo un año antes, el Ayuntamiento había encargado un proyecto para extender la canalización del arroyo Zapardiel desde Doctor Casares hasta el puente de calle Calvo Sotelo. Fue la respuesta a un escrito de la asociación de vecinos López Suárez, del barrio de la Estación, partidaria de tapar con pavimento el curso fluvial urbano que ahora se va a regenerar. Según su criterio, con la desaparición del cauce se ganaban 7.000 metros para aparcamientos y otros usos.
Un inventario de construcciones públicas y privadas situadas en dominio público
El abandono más absoluto y los problemas derivados de los frecuentes vertidos propiciaron en su día que autoridades municipales y asociaciones de vecinos fuesen partidarias del ocultamiento de los arroyos en sus tramos urbanos. En el Cabe, del que son afluentes As Malloadas y el Zapardiel, la construcción del paseo fluvial modificó por completo la visión de un río que, encajonado por las modernas construcciones, había perdido el protagonismo del que disfrutó tradicionalmente. El convenio que suscribieron el pasado mes de noviembre el alcalde, José Tomé, y el presidente de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, aspira a reflotar también como espacios de ocio los cursos urbanos de los principales regatos.
La tarea se presenta más compleja al haber quedado encajados estos ríos de menor entidad «entre las traseras de las viviendas y demás edificaciones que no han respetado el mínimo espacio requerido por la dinámica fluvial», según detalla la memoria técnica. Las actuaciones previstas tratarán de recuperarlos, en la medida de lo posible, desde los lugares en los que desembocan hasta los puntos en los que es el trazado de la N-120 el que corta sus respectivos cursos.
Desde el momento en que la demarcación hidrográfica resuelva la contratación del proyecto, la consultora elegida dispondrá de un plazo de ocho meses para entregarlo. Entre otras obligaciones, deberá realizar un inventario de todas aquellas construcciones, cierres, tuberías de saneamiento, abastecimiento, pozos, fosas, postes de telefonía, electricidad o alumbrado que invaden el dominio público hidráulico en las márgenes de los arroyos.