Alcaldes en el alambre

Lois Blanco

LUGO

15 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

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Mientras el nuestro continúe siendo un país de leyes ridículas, durante la próxima semana no se podrán difundir encuestas de intención de voto, a pesar de que el acierto de las mismas aumentará según falten menos días, incluso horas, para citarse con las urnas. Sobre todo en esta ocasión. ¿Por qué? Porque las elecciones del 22-M tienen un rasgo singular: más de doscientos mil habitantes de las siete ciudades gallegas ocultan su voto a los encuestadores. Están indecisos o, simplemente, se niegan a desvelarlo.

El voto oculto está presente siempre, pero esta vez, además de ser porcentualmente mayor que hace cuatro años, tiene en jaque a un partido: el PSOE. De media, uno de cada cuatro votantes socialistas en las ciudades gallegas duda si repetirá la misma papeleta el 22-M. No lo saben o no lo dicen, pero serán esos votantes dubitativos u opacos los que decidirán el nombre de los alcaldes de las urbes, en función de las tres cosas que hagan: quedarse en casa, mantenerse fieles al PSOE o irse con otro.

Como el equilibro de fuerzas entre el Partido Popular, por un lado, y la suma del Partido Socialista Obrero Español y del Bloque Nacionalista Galego, por otro, es casi de empate, las grandes alcaldías dependen a día de hoy de la fidelidad a la siglas o a las personas de los votantes socialistas del 2007.

A Coruña. La encuesta que hoy publica La Voz coloca al PP a solo un concejal de la mayoría absoluta, debido a una fuga masiva de votos del PSOE. Solo la mitad de los votantes de Javier Losada en el 2007 declaran que volverán a votarle. Si en los días que quedan los socialistas y el BNG -que padece también una elevada infidelidad por parte de sus votantes- no frenan la sangría, Carlos Negreira podría dar la sorpresa de las municipales en Galicia y alcanzar la alcaldía, a pesar del colchón con el que cuenta la coalición PSOE-BNG en A Coruña desde el 2007: 17 ediles frente a 10 del Partido Popular.

Vigo. Es tradicional en las encuestas que los vigueses sean los gallegos que antes decantan su voto, por eso es la ciudad en la que hay menos indecisos (el 17% de los votantes del PSOE, también del BNG y el 11% del PP), pero Abel Caballero avanza por un alambre porque carece del colchón del que dispone Javier Losada. Corina Porro se quedó a un concejal de la mayoría absoluta hace cuatro años y sus votantes declaran que le serán más fieles a ella que los de Caballero a él. El resultado en Vigo será como echar una moneda al aire: caerá a un lado u a otro por un puñado de votos.

Ourense. En todas las ciudades excepto una la fidelidad de voto al PP es mucho mayor que al PSOE y BNG. Esa ciudad es Ourense, lo cual solo cabe interpretarse por la batalla interna entre baltaristas y feijooístas. El alcalde socialista, Francisco Rodríguez, está en el alambre, pero guarda mejor el equilibrio que los otros alcaldes de su partido. Su riesgo de caer de la alcaldía es menor.

Santiago. Como A Coruña, es una ciudad gobernada desde casi siempre por el PSOE. Tantos años pasan factura a Bugallo, que ve como el PP se coloca a un concejal de la mayoría absoluta. La alcaldía se la darán o se la quitarán el 20% de electores socialistas que, de momento, dudan a quién votar o si hacerlo.

Ferrol. Es siempre una ciudad galimatías por la presencia de cinco partidos y el efecto de las alianzas a varias bandas. También es la ciudad en la que el PP dará el mayor estirón, quedando también a solo un edil de la mayoría absoluta y con un elemento con el que no cuenta en ninguna otra ciudad: un aliado posible. Los independientes de Juan Fernández podrían poner o quitar alcalde con solo un edil de los 25 de la corporación.

Lugo. Orozco dejará de ser el candidato más votado en Lugo. El PP le aprieta pero parece que no le ahoga, aunque posiblemente ya no podrá seguir gobernando en solitario y necesitará reconstituir su pacto con el BNG.

Pontevedra. El BNG no solo mantendrá Pontevedra, sino que todo apunta a que Fernández Lores saldrá reforzado. Rajoy volverá a perder en su ciudad.