De acuerdo a lo previsto, el Breogán ventiló el primer partido de la serie con Palencia con desahogo. A la plantilla que da miedo mirarla se le hizo larguísimo el choque y acabó quedando sin argumentos y sin alma. El rival más potente, según los teóricos, enseñó en el Pazo todas sus carencias, que son las de una competición menor, más cercana a ligas de hace cuarenta años que al profesionalismo reciente, y en la que el Breo es un privilegiado, una competición restringiendo gastos desde la organización hasta los clubes. Fue gracioso leer que, para evitar situaciones como la sucedida el viernes con la lesión de uno de los árbitros, tenían que pitar tres y estar un cuarto en la reserva. Con siete partidos semanales y catorce árbitros viajando, el presupuesto que posee la competición para viajes y dietas es poco más de 400.000 euros. ¿De dónde podría salir tanto lujo? ¡Pero si a la hora de designar hay que tener en cuenta el precio del billete de cada colegiado y, dentro del mismo grupo, buscar el más barato! Esta es la realidad de la LEB, donde los clubes, para conseguir un euro, sudan sangre y nuestro Breo es la envidia por su presupuesto y subvenciones. Claro, luego se trata de saber explotar en la cancha tantas ventajas y eso no es fácil. Hoy en el Marta Domínguez palentino habrá que trabajar a destajo. Aun deprimido desde hace meses, no me imagino a Natxo Lezcano y su gente entregando la serie y marchándose de vacaciones con tan pésimo sabor de boca. Querrán volver a Lugo y terminar con una hazaña que cambiaría un gran fracaso por un enorme éxito.
Del Breogán, será mejor no mirar la estadística como visitante y obviar sus últimos desplazamientos. Será mejor relajarse mirando el poderío de su plantilla. Aunque, según el último mensaje enviado por la cátedra, faltan tiradores. Puede que falten metedores en alguna ocasión, pero tiradores...