
El Concello confiaba en que la A-8 discurriese por el interior hacia Baamonde
14 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El anuncio de que la autovía del Cantábrico (A-8) entraría en Galicia por el puente de los Santos, cruzando la ría de Ribadeo, concretó el trazado, pero no evitó la polémica. Tras saberse que la transcantábrica, cuya construcción era ampliamente demandada, salvaría la desembocadura del Eo, quedaba pendiente por decidir qué rumbo seguiría unos 15 kilómetros más al oeste.
Continuar por la costa hacia Ferrol por Foz y por Viveiro o alejarse del litoral para seguir de Barreiros por Mondoñedo y por Vilalba hacia Baamonde eran la dos opciones, defendidas con más o menos ardor cuando el siglo XX se acercaba a su final. Hace 20 años, parecía que la segunda hipótesis parecía tener más posibilidades, con las repercusiones que ello supondría para algunos lugares de modo especial.
Tras haber sido durante décadas un importante cruce de carreteras, una condición en la que se fundó buena parte de una actividad económica orientada al comercio y a los servicios, Vilalba confiaba en quedar incluida en el trazado de la transcantábrica para pasar de confluencia de carreteras a intersección de autovías. Mientras el trazado de la autovía del Cantábrico generaba debate, empezaba a vislumbrarse la construcción de una vía de capacidad que uniría Ferrol y la capital chairega por As Pontes.
Así las cosas, en abril del 2000 el Concello vilalbés esperaba que la A-8, al llegar a Barreiros, siguiese por Mondoñedo para continuar luego por la Terra Chá y desembocar en Baamonde en la autovía del Noroeste (A-6), construida pocos años antes. De todos modos, la obra de la A-8 era vista también como una prioridad en otras instancias, puesto que los gobiernos de Asturias y de Galicia, reunidos en Taramundi en una cumbre en noviembre de 1999, habían recogido, en las conclusiones del encuentro, la construcción de la transcantábrica como una necesidad destacada para ambas comunidades.
Hace 20 años, además, el ejecutivo gallego celebró en Vilalba uno de los retiros en los que Manuel Fraga y sus conselleiros abordaban necesidades y marcaban objetivos: en esa reunión la A-8 quedó recogida en un documento denominado Plan Director de Infraestructuras de Galicia (PDIG). Mientras tanto, concellos del litoral de A Mariña y de Ferrolterra seguían defendiendo que la transcantábrica tuviese un trazado más cercano a la costa.
La opción interior acabó triunfando, aunque la A-8 chocó con problemas de inestabilidad del terreno en la ladera del monte Padornelo (Mondoñedo) y sus tramos no se completaron en Galicia hasta el 2014. Entonces la autovía procedente de Ferrol y de As Pontes (AG-64) ya llegaba a Vilalba. Por su parte, la conexión septentrional a Ferrol ha avanzado con mucha más lentitud, ya que la autovía prevista entre Barreiros y San Cibrao (A-74) ni siquiera está en obras y al corredor de San Sadurniño a San Cibrao, proyectado punir la AG-64 y la A-74, aún le falta la circunvalación de Viveiro.