El lucense que opta a un récord Guinness: «Tengo 4.724 libros dedicados, uno de ellos el último que Vicente Aleixandre firmó antes de morir»

LUGO

Ángel Patricio Rodríguez lleva toda su vida coleccionando obras firmadas y gracias a su afición ha podido conocer a gente ilustre como Camilo José Cela, Vargas Llosa, Ánxel Fole o el conde de Romanones
28 feb 2025 . Actualizado a las 10:34 h.El lucense Ángel Patricio Rodríguez (Lugo, 1960) convive en su domicilio con más de 4.720 libros dedicados por sus autores. En las estanterías, que ocupan las paredes de varias habitaciones, se pueden encontrar las firmas de tres autores con premio Nobel, Vicente Aleixandre, Vargas Llosa y Camilo José Cela, entremezclados con las de escritores que dan sus primeros pasos en la literatura. Para él, todos tienen el mismo valor. Gracias a su inmensa colección, Rodríguez está a punto de obtener el Récord Guinness que le acreditaría como la persona con más libros dedicados de todo el mundo.
—¿Cuándo empezó a coleccionar libros firmados?
—Comencé mi colección cuando tenía doce años. En casa había libros de escritores que venían a ver a mis abuelos, como Xosé Trapero Pardo o Ánxel Fole. Ahí empezó mi afición, en casa de mis abuelos. Después fui conociendo a otros autores y artistas, como Lois Diéguez, Rivera Cela, Vázquez Cereijo, Luz Darriba. Esta última me dio la idea de presentarme al Récord Guinness, que estoy esperando obtener cuando revisen mi expediente.
—¿Cómo es el proceso hasta recibir el certificado que lo avalaría como la persona con más libros dedicados del mundo?
—Primero tienes que mandar el número de libros que posees y ellos elaboran un expediente y te dan un número de socio. Después, teóricamente, se ponen en contacto. Mi objetivo es haber llegado a 5.000 libros cuando me llamen. Mi número de socio es el 127.018, así que tengo que esperar a que miren mi expediente. Entonces es probable que me lo concedan, aunque supongo que tendrán que mandar a un delegado para ver si es cierto que poseo esta colección.
—¿Cuántos libros tiene dedicados en este momento?
—Ahora mismo 4.724 libros de 1.578 escritores, mientras que mi principal competidor para el Guinness es un alemán que tiene unos 2.000. A muchos de ellos los he tratado en persona. Los últimos que me han firmado han sido Nieves Herrero, Guadalupe Vázquez Formoso, Ana Romero y Abraham Pérez.
—¿Cuáles son los más especiales para usted?
—Todos lo son, porque cuando un escritor te dedica unos minutos supone una gran satisfacción. Lo que sí es verdad es que gracias a la colección he conocido a personajes a los que nunca hubiera accedido sin ella, por ejemplo la Condesa de Romanones, Marina Castaño, Camilo José Cela, Vizcaíno Casas, la Duquesa de Alba, la hermana del rey emérito y Boris Izaguirre, entre otros. Los autores también me facilitan libros al saber sobre esta colección y eso lo hace más sencillo.
—¿Hay alguno que guarde con especial cariño?
—Tengo el último libro dedicado de Vicente Aleixandre, que me lo firmó un domingo justo antes de enfermar y morir. Su hermana me mandó un certificado conforme que mi dedicatoria fue lo último que escribió. También son especiales los de Rafael Alberti, porque le mandé dos libros para que me los firmara y los recibí el mismo día que estaba siendo enterrado. En este caso no hay forma de saber si fueron los últimos que firmó, pero podría ser y es un orgullo para mí. A pesar de ello, para mí todos son especiales y aunque me siento orgulloso de que el último libro firmado por un premio Nobel fuera para mí, también lo estoy de tener un libro dedicado por José Manuel Otero o por cualquier escritor menos reconocido.

—¿Qué valor podría tener su colección en el mercado?
—Lo ignoro, sé el valor que tiene para mí, la satisfacción que me produce. El hecho de que un escritor me dedique un libro para mí vale mucho. Si no fuese por este mundo, no hubiera conocido a personajes relevantes y no tendría esta red relacionada con la cultura. Por ejemplo, Aline Griffith, la condesa consorte de Romanones llegó un día de Nueva York y me citó en su casa de Madrid para enseñarme la biblioteca del conde, la que también había sido de sus antepasados. Imagina lo que vi allí, era impresionante. A eso no tiene opción una persona cualquiera y a mí me ha sucedido gracias a la colección.
—¿Con los años ha cambiado el modo de conseguir firmas?
—Sí, ahora asisto a más presentaciones y me conocen más en el mundo de la cultura y eso lo hace más fácil. Las redes sociales también facilitan ponerse en contacto con los escritores. Antes mandaba los libros a los escritores para que me los devolvieran firmados y, de hecho, también colecciono los sobres y las cartas que he recibido de ellos. Tengo 5.116 cartas de escritores y artistas, entre ellas las de Camilo José Cela. También tengo dibujos de pintores y escultores. De hecho, cuando conozco a un autor le pido, además de su firma y un autógrafo en un libro especial, que dibuje en una tarjeta una casa rodeada de árboles. Así tengo algo personal de cada uno.
—¿El Récord Guinness era un objetivo que perseguía con su colección o fue más bien sobrevenido?
—Me dio la idea Luz Darriba y me encantó, porque para mí seria una satisfacción enorme poder conseguir un Guinness para mi ciudad. Así la gente podría conocer más mi colección, como hicieron hace unos años en un municipio de A Coruña. En el 2002 Tucho Calvo hizo una exposición con mis libros dedicados en un colegio del Concello de Cesuras. Fue todo un éxito y me gustaría que se diera la oportunidad de organizar una en Lugo, aunque sea gracias a este récord.
—¿Ha leído todos los libros que tiene dedicados?
—No, porque tendría que dedicarme las 24 horas del día a leer. Además tengo muchos que son de pintura, fotografía y escultura. Todos ellos me atraen porque el escritor me ha dedicado unos minutos muy valiosos, pero no tengo tiempo para leerlos todos.
—¿Se ha planteado alguna vez vender su colección?
—No, de hecho pretendo seguir ampliándola. Lo que sí que me gustaría es que se quedara en Lugo y que, por ejemplo, la Xunta organizara una exposición o pidiera la colección para tenerla en alguna biblioteca. Ahora tengo los libros situados en tres filas, porque ya no me caben. Al principio los tenía por temas, después por autores y ahora por tamaños para aprovechar mejor el espacio. En una biblioteca pública la gente podría disfrutarlos y estarían mejor distribuidos.