De Navarra a Santiago en Vespino: la aventura sobre dos ruedas que nació en la barra de un bar

LUCÍA CAMPOS LUGO / LA VOZ

LUGO

Álvaro Martínez, Martin Chasco, Irene Chasco, Natxo Ciaurri y Dani Chasco en sus Vespinos
Álvaro Martínez, Martin Chasco, Irene Chasco, Natxo Ciaurri y Dani Chasco en sus Vespinos CEDIDA

Seis amigos decidieron recorrer más de 666 kilómetros del Camino Francés en sus vespinos clásicas. Lo que empezó como una idea espontánea terminó siendo una odisea mécanica y una experiencia inolvidable

14 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Una conversación, seis amigos y una aventura espontánea. De ahí nace la historia de Natxo Ciaurri, Martín Chasco, Álvaro Martínez, Irene Chasco, Dani Chasco y Xandra Angulo, seis amigos de Viana (Navarra) unidos por la afición al motor y por la buena conversación. A pesar de sus edades, que oscilan entre los 21 y los 52 años, congeniaron de inmediato y decidieron lanzarse a la aventura de hacer el Camino de Santiago en cuatro Vespinos.

El plan comenzó a tomar forma cuando Álvaro, que ya conservaba la Vespino de su abuelo, propuso la idea. «Los demás tuvimos que buscarlas en páginas de segunda mano y tiendas especializadas», cuenta Xandra. Querían que fueran modelos antiguos, así que las opciones se redujeron a clásicos como la Vespino ALX, XE Elestart, GL y F9. La preparación fue «a lo loco», admite entre risas, pero la ilusión pudo más que la prudencia.

Un camino de 666 kilómetros y muchas averías

El grupo escogió el Camino Francés, una ruta de 666 kilómetros que recorrieron en cinco días, desde el sábado hasta el miércoles. Repartidos en cuatro motos y una furgoneta de apoyo (donde llevaban herramientas, repuestos y gasolina), iniciaron la marcha. La logística fue sobre la marcha ya que solo reservaron el primer alojamiento. «Luego íbamos parando donde podíamos según lo que avanzáramos», explica Martín.

La ruta no fue precisamente tranquila. El primer día, tras llegar a Burgos, surgieron los primeros problemas serios y dos motores tuvieron que ser reemplazados, obligándolos a regresar a Viana por recambios. Por si fuera poco, en el viaje de vuelta se les pinchó la rueda de la furgoneta, retrasando el comienzo de la segunda etapa hasta las siete de la tarde.

Durante el recorrido las averías fueron constantes: piezas sueltas, ruedas pinchadas, necesidad de soldar piezas sobre la marcha e incluso pedalear en tramos donde los motores no daban más de sí. «Encontramos un taller de milagro y al día siguiente se volvió a soltar la pieza», recuerda Xandra. Por suerte, contaban con dos manitas en el grupo que pudieron resolver lo imposible. «El mejor consejo que puedo dar es llevar a un mecánico en el equipo», añade.

Uno de los momentos más críticos fue cuando se rompió el alternador de la furgoneta. «Nos quedamos sin frenos, sin volante… fue una odisea. Tuvimos que llamar a la grúa», recuerda Xandra.

Una llegada inolvidable

A lo largo del camino, el grupo hizo paradas en Burgos, Carrión de los Condes, Villafranca del Bierzo y Carballido (Lugo), en la casa rural O Forno de Catuxa. Con una velocidad media de 40 km/h y muchas paradas para repostar. Xandra calcula: «Nos gastamos más de 350 euros en gasolina».

Cuando por fin llegaron a Santiago, la emoción se desbordó. Tanto, que decidieron llevar las motos hasta la Plaza do Obradoiro. «Nos sacamos unas fotos con las motos, pero enseguida apareció la policía», cuenta entre risas. Los agentes, al ver la ikurriña en una de las motos, los saludaron con un «arratsalde on» antes de explicarles que no podían estar allí sin permiso.

Un viaje sin expectativas, pero con muchas ganas de repetir

Lo que comenzó sin grandes planes se convirtió en una historia que ya se cuenta con orgullo en su bar habitual, donde incluso se hicieron apuestas sobre si llegarían o no. «Nos hizo muy buen tiempo durante todo el Camino, incluso calor. En eso sí que tuvimos suerte», dice Xandra.

Aunque algunos ya conocían Galicia, para la mayoría fue la primera vez. Sin embargo, no será la última porque ya están planeando su próxima aventura. «En junio de 2026 haremos el Camino Portugués por la costa», anuncian. Todavía con el ruido del motor en la memoria, ya desean volver a arrancar.