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Aunque Todo Taladros no ha dejado de crecer, la empresa mantiene la esencia de los comienzos. Javier Gómez no olvida que el proyecto empezó en su propia casa.
-Con estos números, ¿cómo se gestiona la plantilla? Habrá crecido mucho.
-Seguimos siendo una compañía familiar y pequeña. Mi mujer, hijos y una nuera están en ella. Somos 13 trabajadores y la verdad es que vamos contratando a gente que normalmente conocemos. Sobre todo, para embalaje, almacén o logística. Después buscamos lo que necesitamos. Piensa que aquí se hablan todos los idiomas. Hay que dar el servicio de atención al cliente a cada uno en su lengua.
-¿Asusta morir de éxito?
-Ha sido todo rapidísimo y tenemos que adaptarnos a gran velocidad y eso genera mucho estrés. Hay que decir que a veces sufrimos bastante.
-El cliente profesional pedirá la perfección en el servicio.
-Sí, cada vez nos exigen que seamos mejores. Que el catálogo esté siempre actualizado.
-¿Y los envíos?
-Jugamos con un tiempo de 24-48 horas. Dos o tres días en algunos puntos de Europa. Es la forma de ser competitivos. La gente compra y no quiere esperar. Si un profesional compra una herramienta, la quiere ya. La necesita.
-¿Os ha ofrecido algún gigante hacerse con vuestra «fórmula»?
-Ni los buscamos, ni nos importa. Nos apañamos bien, somos rentables y ganamos dinero. Todo se estudiaría, pero somos muy pequeños para cualquier grande del mercado. No creo que les interese. Es un negocio muy especializado.