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Tiene 93 años y no sabe calcular cuántos de su vida ha trabajado. «Desde un chaval. Eran otros tiempos. Estuve 40 años en Uruguay y aún sigo en activo». José Piñeiro es el presidente de la Confederación Gallega de Organizaciones de Mayores. «Con esta última revalorización, no vamos a mejorar casi nada. La subida es pírrica. No nos conformamos».
José tiene una pensión baja. Apenas ingresa 700 euros al mes. Suspira al responder sobre cómo es su día a día. «Si tuviera que vivir de mi pensión, tendría que pedir limosna. Menos mal que me ayuda mi familia. Tengo mucha suerte. Desde luego, yo invitaría a los políticos a que viviesen con ese dinero. Ya no te digo un mes. Solo lo equivalente a una semana. Lo único que pedimos los mayores es poder llevar una vida normal», insiste.
Su día a día es relacionarse con otros pensionistas. «En nuestra asociación hay mucha gente a la que no le llega la pensión. No te puedes imaginar cuánta. Agradecemos los apoyos que recibimos de la sociedad, pero advertimos que somos un ejército poderoso aún dormido. Estamos cada vez más unidos y podemos hacer una revolución. No queremos palabras. Queremos hechos. Seremos mayores, pero no nos engañan», insiste como uno más de esa masa de pensionistas de más de 8,7 millones. «Nosotros levantamos el país en su día. Hemos trabajado y no entiendo que tengamos pensiones que no nos lleguen. Se intenta hacer creer que somos nosotros quienes hemos provocado la crisis. Parecemos los desechos de la sociedad».
Cree que más allá de la descompensación entre cotizantes y jubilados, en el fondo está la necesidad de un cambio estructural. «Es cierto que somos muchos jubilados y que las cotizaciones no llegan, pero no entiendo que no se busque la fórmula para solucionar el problema que vivimos. Y advierto a los que se acercan al retiro: que tengan claro que nuestros problemas van a ser los de los mayores de mañana. Todo repercute en los próximos jubilados».
José Piñeiro tiene 93 años | M. moralejo