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Al frente de Samsung desde hace más de seis años, cuando enfermó su progenitor, ahora fallecido, el empresario es noticia por andar envuelto en escándalos judiciales. El último un caso de manipulación de precios en el mercado bursátil
02 nov 2020 . Actualizado a las 10:10 h.Ha estado al frente de Samsung desde que hace ya más de seis años su progenitor, Lee Kun-hee, fallecido hace ahora una semana a los 78 años, quedara postrado en una cama tras sufrir un infarto. Se espera que ahora herede oficialmente el cargo de presidente que aún mantenía el patriarca. Lee Jae-yong -o también conocido en Occidente como Jay Y Lee-, es ahora el vicepresidente de Samsung Electronics, la joya de la corona del grupo que fundó su abuelo y que su padre convirtió en el titán que hoy es. Es el único hijo varón de Lee Kun-he. Y el mayor. Sus dos hermanas también trabajan en el conglomerado familiar. Al frente del negocio hotelero, una; y de la Fundación Samsung, otra.
De ahí que todo el mundo dé por hecho que será él quien herede el timón de un barco que de hecho hace ya tiempo que capitanea. Pero puede que no todo resulte tan sencillo como parece, y la cosa acabe derivando en una enconada pugna por la sucesión en una empresa que representa el 20 % del PIB de Corea del Sur. Palabras mayores. Y es que Lee Jae-yong anda envuelto en escándalos judiciales. Hasta pasó un año entre rejas, entre el 2017 y el 2018, tras ser condenado por su participación en la llamada trama de corrupción de la Rasputina. Esa que provocó la caída de la entonces presidenta surcoreana, Park Geun-hye, condenada a 32 años de cárcel. Un caso por el que tendrá que volver a pisar los juzgados. Lo ordenó el Supremo de su país tras considerar que se habían pasado por alto algunos pagos millonarios que Lee habría efectuado en el marco de esa trama.
El heredero del trono Samsung se enfrenta también a otro juicio. Este por manipulación de precios en el mercado bursátil. Un supuesto fraude vinculado a la fusión de dos compañías del grupo, operación que afianzó su poder al frente de la joya de la corona del grupo. Por aquel entonces, el patriarca ya llevaba un año hospitalizado en un ala privada del hospital que Samsung tiene en el sur de Seúl.
Desde que sufrió el infarto nadie lo había vuelto a ver. Y hasta circularon rumores de que había fallecido y de que su familia lo ocultaba para ganar tiempo hasta tener bien atada la sucesión y la herencia. A Lee Kun-hee Forbes le calculaba una fortuna de 20.000 millones de dólares (unos 16.700 millones de euros), la mayor de su país. Entre sus bienes, el 4,2 % del capital del grupo. Solo por ese paquete de acciones, se calcula que la familia tendrá que abonar al fisco casi 7.500 millones de euros. Que se dice pronto.
Como el hijo, el patriarca de Samsung también tuvo sus más y sus menos con la Justicia, que hasta en dos ocasiones lo declaró culpable de los delitos de los que se le acusaba. Las dos veces fue indultado. También por sobornos. En 1996 se destapó que había pagado para ganarse los favores de dos presidentes surcoreanos, Chu Doo-hwan y Roh Tae-woo. Pero en 1997 llegó el perdón presidencial. Años más tarde, en el 2008, el déjà vu. Entonces por evadir impuestos. Una multa de 100 millones de euros y una pena de tres años de prisión fue la condena. Tuvo que dejar la presidencia del grupo. Pero, otra vez, llegó el proverbial perdón. Y en el 2010 volvía a sentarse a los mandos de Samsung, como si nada. Seguro que anda su heredero cruzando los dedos para que ningún tribunal le cierre el paso al Olimpo empresarial. Difícil parece, pero quién sabe.
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