El euro digital... un mar de dudas

PEDRO MAS CIORDIA

MERCADOS

Los presidentes del Banco Central Europeo, Christine Lagarde; de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; del Consejo Europeo, Charles Michel; y del Parlamento Europeo, David Sassoli
Los presidentes del Banco Central Europeo, Christine Lagarde; de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; del Consejo Europeo, Charles Michel; y del Parlamento Europeo, David Sassoli JULIEN WARNAND | EFE

El sistema tecnológico del BCE no está preparado para un número ingente de conexiones y cuentas corrientes dado que su tecnología no se desarrolló para eso: quizá haya que pensar más en un sistema descentralizado en vez de uno centralizado

18 jul 2021 . Actualizado a las 11:03 h.

La aparición del dinero ha hecho posible el gran desarrollo de las sociedades humanas al permitirles escapar de un estadio primitivo. Ha favorecido que nos convirtamos en productores especialistas y consumidores generalizados, y que podamos separar el momento de la venta del de la compra, algo que sería imposible en un mundo de trueque.

Tres son las características básicas que debe cumplir el dinero: unidad de cuenta, medio de pago y depósito de valor. Es decir, el dinero permite la realización de cálculos económicos, es aceptado de forma universal en la zona geográfica donde haya sido emitido (hoy en día la emisión la realiza un ente público centralizado), lo que permite, a su vez, poder hacer con él todo tipo de transacciones económicas, y, por último, como depósito de valor, permite la compra de aproximadamente las mismas cosas hoy que dentro de un período corto de tiempo. Recientemente se está hablando mucho del acrónimo CBDC (Central Bank Digital Currency); es decir, la futura moneda digital de los bancos centrales y, en concreto, del proyecto del euro digital en que está inmerso el Banco Central Europeo (BCE).

 ¿Qué queremos decir al añadir al concepto dinero la acepción «digital»?

Se trata de un término que, en origen, se usaba para todo lo referente a los «dedos», añadiéndosele con posterioridad la acepción de lo relacionado con la tecnología, dado que esta se inició con la introducción de los ordenadores y la interacción del ser humano con estos se realizaba a través de los dedos. Por tanto, lo digital comprende un mundo enteramente tecnológico. Podríamos entonces inferir que el euro digital es la sustitución del billete y la moneda física por medios de pago digitales.

¿No existe ya el euro digital?

Cuando vamos a pagar un bien o servicio tenemos dos opciones: pagarlo con billetes y monedas o contra nuestra cuenta corriente, movilizada esta última por diferentes opciones tecnológicas como la transferencia, el bizum, la tarjeta, etcétera. ¿No es esta segunda opción un euro digital? La respuesta es afirmativa, pero con matizaciones dado que es un dinero distinto. Los billetes y monedas son emitidos por el BCE, mientras que las cuentas corrientes son instrumentadas por un emisor privado que crea dinero a través del mecanismo denominado multiplicador monetario. Por tanto, un billete es un derecho de cobro sobre un emisor de mayor solvencia, un banco central, que la cuenta corriente, cuyo emisor es un banco privado. No obstante, esta apreciación podría ser matizada dada la existencia del fondo de garantía de depósitos, cuya cobertura en el caso español son 100.000 euros por titular. Por tanto, no parece que haya mucha diferencia entre el dinero físico, emitido por el banco central, y el privado digital, emitido por un banco privado, por lo menos para los primeros 100.000 euros. Los billetes y monedas, junto con las cuentas que los participantes del sistema financiero tienen abiertas en el banco central, son lo que se conoce como base monetaria, dinero de «primera línea». Este es el que permite el funcionamiento del sistema de pagos de un país a través de las cámaras de compensación. En cambio, el dinero que tenemos en los bancos forma parte de la llamada oferta monetaria, pero no de la base monetaria.

Con independencia de los tecnicismos, no creo que cuando alguien realiza transacciones económicas piense en las diferentes tipologías de dinero, primando en todo caso la comodidad y la rapidez. Para el usuario de a pie todo es lo mismo.

Aclarado esto, el proyecto del BCE, y de casi todos los bancos centrales, consiste en una alternativa digital a los billetes y monedas. En otras palabras, en la creación de dinero digital de primera línea, que hoy en día es inexistente. Todo este asunto está generando un gran debate dentro de la industria financiera.

 ¿Qué argumentos hay detrás de todo esto si el usuario de a pie difícilmente parece apreciar la diferencia?

El BCE ha dado varias justificaciones: primero, porque supone un complemento al dinero más puro, billetes y monedas, para facilitar aún más los medios de pago. En función de cómo se instrumentase podría implicar una política monetaria más efectiva. En segundo lugar, ayudaría a mantener la primacía del euro como forma de pago. Y aún así, surgen muchas dudas al respecto.

¿Cómo afectará a los bancos, fundamentalmente a las entidades comerciales, que tienen un papel relevante en el sistema de pagos de un país?

Recientemente, dos bancos estadounidenses han publicado varios informes alertando de los posibles riesgos para el sistema financiero como consecuencia de una eventual introducción de la moneda digital. El euro digital implicaría que, de alguna forma, parte del dinero de los agentes económicos (familias y empresas) pasaría a estar depositado directamente en el BCE, implicando un trasvase de saldos desde las cuentas corrientes de los bancos y, por tanto, afectando a los depósitos del sistema. Esta es una cuestión medular, dado que puede afectar al mecanismo básico de intermediación financiera que ejercen los bancos y, por tanto, a la estabilidad del propio sistema. Todo esto implica que se hable de una limitación de 3.000 euros por titular en euro digital y también de la necesidad de una mayor financiación del BCE a las entidades financieras privadas como consecuencia de la pérdida de depósitos.

A su vez, el sistema tecnológico del BCE no está preparado para un número ingente de conexiones y cuentas corrientes dado que su tecnología no se desarrolló para eso. Quizás haya que pensar más en un sistema descentralizado en vez de uno centralizado, y en ese caso sería necesaria la ayuda de los propios bancos para la distribución y control de dichas monedas digitales. También surge la duda de la remuneración. En la actualidad, los depósitos que los agentes financieros mantienen en el BCE tienen una remuneración del - 0,50 % (llamada facilidad marginal de depósito). ¿Va a tener el euro digital ese coste? Un agente institucional ya está sufriendo una remuneración negativa por su liquidez, pero no un minorista.

¿Desaparecerá el efectivo físico como hoy lo conocemos?

Christine Lagarde, presidenta del BCE, ha afirmado que la creación del euro digital no es una opción. Es algo que hay que implementar, y ha añadido que no viene para sustituir al dinero en efectivo. Sin embargo, todo parece indicar que, si se implementa la moneda digital a medio plazo, el efectivo físico podría tender a ser residual.

¿Se mantendrá el anonimato o se requerirá verificación de titularidad?

La tecnología actual permitiría cualquiera de las dos opciones. No obstante, lo más probable es que no se permita el anonimato, y no solo por obligaciones de control del lavado de dinero y financiación del terrorismo, sino también para poder limitar los posibles usuarios de dicho dinero, si es el caso. Este punto, claramente, se relaciona con el anterior.

¿Qué ha llevado a los bancos centrales a iniciar estos proyectos?

Lo primero que hay que reseñar es que todo esto, en teoría, se supone tiene poco que ver con las llamadas criptomonedas, tan de moda hoy en día, dado que analizando las tres características citadas anteriormente del dinero, se confirma con facilidad que estas no las cumplen. De hecho, así lo han afirmado los bancos centrales; no obstante, la proliferación de estos instrumentos especulativos, las criptomonedas, su aceptación, y la probabilidad de adopción de monedas propias por parte de los gigantes tecnológicos, pueden haber pesado en esta decisión. Como bien dice el BCE, uno de los motivos es mantener la primacía del euro. ¿Acaso la ve amenazada?

Puesto todo lo dicho en la balanza, parece que el proceso de creación de monedas digitales por parte de los principales bancos centrales no tiene marcha atrás. Es más, los proyectos de varios de ellos ya sacan varios cuerpos de ventaja a los del BCE.

Sin embargo, como hemos visto, quedan muchos flecos por cortar y, sin duda alguna, los bancos centrales harán un ajuste fino al respecto por lo mucho que nos jugamos todos. Todo parece indicar que en el futuro el papel y la moneda física seguirán existiendo, pero serán mucho más residuales de lo que son ahora.

Pedro Mas Ciordia Santander Private Banking Gestion, S.G.I.I.C. Director general