La economía china deberá hacer frente a las consecuencias de una salida caótica de la política de covid-cero, frenar la burbuja del mercado inmobiliario y reactivar el empleo
08 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La situación no es fácil para el gigante asiático. Además de sus dificultades particular la segunda economía mundial, tendrá que manejar la reactivación en medio de un panorama internacional de crisis y el temor a una recesión global.
El gigante asiático ha cerrado el 2022 con un crecimiento del PIB que ronda el 3 %, según organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. En los últimos dos trimestres del año ha visto cómo los principales indicadores económicos retrocedían ante los continuos bloqueos de las cadenas de producción. En diciembre, la actividad manufacturera se contraía por quinto mes consecutivo, las exportaciones también retrocedían y el consumo interno seguía sin reactivarse.
En el 2023 se espera que la supresión de los estrictos controles fronterizos y bloqueos que imponía la política de covid-cero impulse la economía dejando atrás las continuas interrupciones de las cadenas de suministro que han dañado el flujo del comercio y la inversión.
Pero al menos en los primeros meses del año, China padecerá los efectos de las olas de contagios que como se ha visto en el mes de diciembre paralizan la actividad por el alto número de personas infectadas que no pueden ir a trabajar.
La crisis sanitaria provoca que la población, aunque tenga ganas de recuperar la normalidad, ralentice el consumo ante el temor a enfermar o perder el trabajo. Después de tres años en que la propaganda oficial alertaba a la población sobre el peligro de un virus que calificaba de letal, ahora la transición a convivir con el germen puede que no sea fácil. El miedo a enfermar y necesitar cuidados médicos puede lastrar el resurgimiento del consumo.
La consultora británica Capital Economics prevé que la economía China se contraiga un 0,8 % en el primer trimestre y empiece a recuperarse a partir de abril. El equipo de estudios del HSBC también proyecta una contracción del 0,5 % en el primer trimestre, pero confían en la recuperación y vaticinan un crecimiento del PIB del 5 % para el 2023. La agencia Fitch Ratings ajusta el crecimiento a un 4,1 % para este año.
Crisis en el sector Inmobiliario
Reflotar el sector inmobiliario será uno de los principales retos de la segunda economía mundial. Durante más de dos décadas el mercado inmobiliario ha sido un importante motor de crecimiento económico y aporta más del 25% al PIB del gigante asiático. El excesivo endeudamiento de los promotores inmobiliarios debido al acceso ilimitado al crédito de los gobiernos y bancos locales, unido a la costumbre de financiarse con la venta sobre plano ha generado una gran burbuja. Ahora el sector se enfrenta a una crisis de liquidez, crédito y confianza. En el 2022 incluso numerosos compradores sobre plano se unieron para negarse a pagar las hipotecas hasta recibir las viviendas y el Gobierno intervino para negociar una moratoria.
Las cien principales promotoras inmobiliarias cerraron el ejercicio que acaba de terminar con una caída de ventas del 40 %, según un informe de China Index Academy (CIA). Se espera que el Gobierno chino continúe con su política de apoyo al sector e introduzca nuevos estímulos para la compra de viviendas con bajada de tipos para las hipotecas o aporte subsidios.
La creación de empleo es otra de las asignaturas pendientes. La tasa de paro en China ronda el 5,7 %, pero el desempleo entre los jóvenes entre 16 y 24 años se dispara hasta el 17,1 % en las ciudades, una cifra inédita en la historia reciente del gigante asiático. Además, hay que contar que en el 2023 se sumaran 11,6 millones de jóvenes graduados al mercado laboral.
Para Pekín, estabilizar el crecimiento económico es la máxima prioridad ya que una crisis económica puede provocar malestar social y desestabilización.