El buen tiempo nos anima y afecta positivamente a nuestra psicología, anima la actividad en general y, finalmente, acaba animando también a la economía. Según constatan las inmobiliarias, cuando llega el buen tiempo se suele incrementar, por ejemplo, la venta de inmuebles y, concretamente, la de segundas viviendas.
De hecho, entre los empleados del sector inmobiliario suele ser habitual el comentario de «hace un buen día para vender casas» cuando el tiempo acompaña y, al contrario, suele ser menos efectivo y complica el cierre de operaciones enseñar el inmueble en un día lluvioso o desapacible.
Llevados por el auge primaveral, el pasado mes de abril se cerraron un total de 34.264 hipotecas en toda España, un 28 % más que en abril del 2023, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En el caso de Galicia se firmaron hasta 1.268 hipotecas, un 27,2 % más respecto al mismo mes del año pasado.
Si ponemos la lupa, comprobaremos que el tipo de interés medio fue del 3,38 % para un plazo medio de 24 años y que las hipotecas a tipo fijo ahora son mayoría (52,9 % del total), frente a las de tipo variable (48,1 %).
Y es que el tipo de interés y el diferencial siguen siendo el referente de toda hipoteca, aquel dato en el que se fijan prioritariamente la mayor parte de quienes recurren a financiar su vivienda. Sin embargo, ¿es la cuota lo más importante? ¿Hay que fijarse solo en el diferencial? ¿Debemos quedarnos con el euríbor como la clave?
Como es lógico, el tipo de interés resulta de vital importancia para entender el coste de nuestras hipotecas, pero tampoco debemos olvidar el resto de las variables que forman parte de este tipo de préstamos y que pueden dar lugar a una realidad muy diferente de la que creemos en un primer momento.
En algunas ocasiones nos encontramos con clientes que tienen una cuota de hipoteca baja, pero que, para conseguir las bonificaciones que les han permitido llegar a esa cuota, han tenido que asumir compromisos como la obligatoriedad de contratar productos determinados, el pago por uso de tarjetas o el hecho de tener el dinero en cuenta, que acaban por suponer un coste superior.
Por ejemplo, en algunas hipotecas de tipo fijo existe la «compensación por riesgo de interés de la hipoteca», es decir, un apartado por el que, si a lo largo de la vida de la hipoteca, hacemos amortizaciones parciales o totales, soportaremos un coste que puede hacer que esta no sea la hipoteca más conveniente.
Por tanto, es necesario analizar y estudiar bien toda la redacción del préstamo hipotecario porque, por más que se lea en multitud de ocasiones, existen aspectos muy técnicos que resulta totalmente normal que, tal vez, el cliente no termine de entender por sí solo en toda su extensión y repercusiones.
Aquí de nuevo es importante dejarse asesorar por un profesional que nos clarifique el alcance de todos y cada uno de los puntos que se incluyen. Por plantear un símil, sería como si el médico nos explicara el diagnóstico utilizando en exclusiva la nomenclatura propia de la disciplina. En ese caso sería muy complicado saber exactamente qué tipo de enfermedad padecemos, igual que puede resultarnos difícil conocer qué supone en realidad toda esa compilación de conceptos y datos que hemos firmado con nuestra hipoteca.
Es necesario tener de acompañamiento a una persona que sea capaz de explicarnos las obligaciones reales que estamos asumiendo. Por apuntar algún ejemplo, en ocasiones nos encontramos con clientes que han firmado un seguro de vida cuyo importe se ha incorporado al coste total de la hipoteca. Si el coste del seguro asciende a 15.000 euros y se paga directamente, se incorpora el coste al precio de 100.000 euros de la hipoteca, de manera que al final se termina firmando un préstamo por 115.000 euros (con todos los intereses añadidos que suponen esos 15.000 euros de más financiados).
Por lo tanto, podríamos decir que la cuota no es lo único importante en una hipoteca y que hay que analizar todo ese conjunto de variables que acompañan al préstamo. La propia ley nos obliga a tener y estudiar la FEIN con, al menos, 10 días de antelación a la firma del préstamo. FEIN es el acrónimo de «Ficha Europea de Información Normalizada», y su objetivo principal es proporcionar a los solicitantes de hipotecas una estimación detallada de los intereses y costes asociados a su préstamo.
El problema suele encontrarse en las urgencias de haber firmado un contrato de arras y la existencia de un plazo concreto al que hay que ajustarse. Esta situación provoca que el cliente vaya con prisas porque necesita y quiere firmar cuanto antes, y cualquier situación que se le plantea para aclarar el contrato hipotecario supone una incertidumbre mayor. En muchas ocasiones, esto acaba derivando en que, al final, un hecho en teoría feliz como debe ser la compra de un hogar o una segunda residencia termina suponiendo una situación de enorme estrés.
En cualquier caso, debemos recordar que «las prisas no son buenas consejeras» y que siempre es preferible tener toda la información y estar correctamente acompañados y asesorados para poder tomar las mejores decisiones y que un momento tan importante siga siendo un motivo de felicidad.
La cuota no es lo único importante en una hipoteca y hay que analizar todas las variables
Ivonne Pousa y Ángeles Franco FAMILY BANKERS DE BANCO MEDIOLANUM
Ivonne Pousa y Ángeles Franco FAMILY BANKERS DE BANCO MEDIOLANUM