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Corría el año 90 cuando un recién licenciado cogía su primer vuelo profesional con dirección al norte de España. Lo recuerdo perfectamente dado que el recién licenciado era quien escribe este artículo. Eran las 6.30 horas de la mañana, caminaba estirado por el aeropuerto como un pavo real, con mi nuevo traje de raya diplomática, un maletín de ejecutivo que me había comprado mi madre, un montón de ilusiones y esperanzas futuras, y, como no, un periódico de color salmón. Pensaba, sin que nadie me lo hubiese dicho, que era una manera de enviar un mensaje de profesionalidad dentro de un sector en el que estaba aterrizando.
Unos años después había sustituido el periódico salmón nacional por otro periódico salmón, pero esta vez internacional. En las reuniones que solía tener acompañando a mis jefes a ver a clientes era necesario demostrar conocimiento y sobre la mesa, con el resto de la documentación que se usaba en la reunión, se deslizaba el periódico anglosajón. A su vez, durante la reunión, esta se llenaba de anglicismos, aunque muchos de ellos no eran necesarios ni entendibles para nuestro cliente, pero era una práctica bastante habitual.
A medida que pasaban los años, el uso de anglicismos se iba incrementando. No solo ha sido mi caso, sino el de muchos otros profesionales dentro del mundo de la gestión de activos.
Se atribuye a Albert Einstein la famosa frase: «Todo aquello que no seas capaz de explicar para que lo entienda tu abuela, de verdad no te lo sabes…». Atendiendo a ella, el uso de anglicismos, cuando estás viendo a un cliente español, no tendría mucho sentido, salvo alguno específico que está muy interiorizado, y quizás lo que se pretende es demostrar un alto grado de conocimiento, impresionando, o intentándolo, por usar palabras desconocidas para el oyente.
Sí, es una práctica muy extendida y que, créanme, no asegura la bondad profesional del orador. Es más, se podría decir que es parte de las estrategias de márketing que lo inundan todo hoy en día.
Tanto es así que muchas veces si pregunta el significado real de alguno de los anglicismos usados puede que se lleve una sorpresa porque quizás el que lo usa no sabrá darle la respuesta acertada, sino simplemente algo muy somero y tópico.
Hace ya muchos años que dejé de usar anglicismos con mis clientes, o por lo menos lo intento porque es cierto que muchos de ellos quedan interiorizados en nuestro día a día. Reconozco que la frase del señor Einstein me impactó mucho.
Veamos algunos ejemplos de lo que estoy intentando explicar:
«Se ha producido un re-rating en los múltiplos de beneficio bursátiles actuales (PER) y ha sido debido al menor coste del equity exigido por el mercado después del mensaje de los banqueros centrales en su última reunión…».
Suena muy bien, pero quizás no todo el mundo lo entienda. ¿No sería más fácil: «Se han incrementado los múltiplos de beneficio bursátiles actuales (relación entre el precio de una empresa y su beneficio) dado que la percepción de riesgo del mercado se ha reducido después del mensaje de los banqueros centrales en su última reunión…?».
«El risk premium de la economía española sigue mejorando». También suena muy bien, pero ¿entiende el oyente que el risk premium es simplemente la diferencia del coste de financiación entre Estados? Se podría indicar: «El coste de financiación de la economía española sigue mejorando frente a la alemana».
«El coste del equity es un determinante fundamental para la inversión bursátil». Se podría decir «la rentabilidad que busca el inversor es un determinante fundamental para la inversión bursátil».
«La situación se está complicando, la estrategia es clara: flight to quality»; «La situación se está complicando, la estrategia es clara: vayamos hacia las inversiones conservadoras».
«No se preocupe, el producto que le ofrecemos es Plain Vanilla»; es decir, «No se preocupe, el producto que le ofrecemos es sencillo y simple».
La osadía es fruto de la ignorancia y/o de la juventud. El uso de anglicismos con la idea de impresionar al oyente que no pertenece al sector creo que podría encajar muchas veces en uno de los dos gérmenes de la osadía, pero por supuesto no siempre…
No quiero decir con esto que desconfíe de los profesionales que abusan de la jerga técnica en nuestra industria, pero esté alerta, porque una cosa es la relación con proveedores y colegas y otra con clientes que no conocen nuestro sector. En este último caso, hay que evitarlos al máximo para intentar ser los más didácticos posible.