El efecto Trump agita las apuestas de los inversores

Susana Pérez

MERCADOS

MABEL R. G.

Los sectores de defensa, químico e industrial europeos figuran entre los mayores beneficiados por un eventual alto el fuego en Ucrania. Los de servicios esquivan las tensiones arancelarias.

23 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los mercados financieros europeos han dado señales esta semana de que no son tan inmunes al «efecto Trump» como venía pareciendo desde la toma de posesión del controvertido presidente de EE. UU. el pasado 20 de enero. Las bolsas cayeron el miércoles con contundencia y de forma generalizada. El golpe fue más un arranque de sentido común que un susto desagradable, según los analistas de Bankinter.

«Después de marcar nuevos máximos históricos en un contexto confuso, lo normal era un desenlace en forma de toma de beneficios, lo que vino potenciada por algo absolutamente previsible, pero que el mercado había ignorado las últimas semanas: los aranceles americanos se materializarán menos de lo que Trump amenaza, pero lo harán en mayor o menor medida, pronto o tarde. Al volver a recordar este asunto, en relación sobre todo a los sectores de automóviles, semiconductores y farmacéutico, el mercado se dio cuenta de repente que había infravalorado este riesgo. Y, además, el reenfoque americano sobre Ucrania resulta cada vez más chocante e incomprensible», sostienen.

Corrección de excesos

La prima de riesgo por geoestrategia percibida se había reducido durante los días previos sin ningún argumento firme que lo respaldase. De ahí que los operadores celebren que se haya visto, por fin, una corrección de excesos, lógica y saludable siempre, pero más en el actual escenario internacional cargado de incertidumbres. Sin ir más lejos, los inversores tendrán que reaccionar mañana a los resultados de las cruciales elecciones que celebra hoy Alemania, que afectarán al valor del euro, la inflación y hasta el destino de las inversiones del resto de países, como recuerda Juan José del Valle, analista de Activotrade.

El desenlace de la guerra de Ucrania tras el acercamiento entre Trump y Putin y sus consecuencias para el conjunto de los países europeos tiene un lugar preeminente en la agenda de preocupaciones del mercado, entre otras razones porque la necesidad de que asuman una creciente factura en defensa apunta a aumentos de los déficits fiscales y a un rebrote de la inflación. Pero es otro posible enfrentamiento a gran escala el que más amenaza con socavar la confianza de los inversores.

Guerra arancelaria

Durante el último mes se ha disparado el temor a que una posible guerra arancelaria impulsada por el presidente de EE. UU., Donald Trump, pueda provocar una recesión global. Este es ahora el mayor temor de los gestores de fondos, por delante de que la inflación fuerce a la Fed a subir los tipos otra vez (después de recortarlos tres veces desde septiembre) y a que pueda estallar una burbuja en Bolsa relacionada con los valores ligados a la inteligencia artificial (IA), según se desprende de la última encuesta mensual a gestores elaborada por Bank of America, y que tiene en cuenta la opinión de más de 200 inversores profesionales con un patrimonio superior a los 482.000 millones de dólares en conjunto.

Enguerrand Artaz, estratega y gestor de fondos, La Financière de l'Échiquier (LFDE), advierte que «los distintos indicadores que miden el nivel de incertidumbre en el comercio mundial, en particular en lo que respecta a la política comercial estadounidense, se han disparado hasta niveles similares o incluso superiores a los observados en el punto álgido de las tensiones comerciales en el 2019».

El único de los aranceles anunciados hasta ahora por la nueva Administración estadounidense que ha entrado en vigor es el aumento del gravamen del 10 % a las importaciones de EE. UU. precedentes de China. Los demás están previstos para activarse en fechas próximas o son advertencias sobre inminentes aplicaciones. En el mercado se da por hecho, sin embargo, que el inquilino de la Casa Blanca está utilizando esta artillería como arma para sus negociaciones tanto en el ámbito comercial como en otros terrenos. Aplazó, por ejemplo, por un mes las tasas del 25 % a las importaciones procedentes de México y Canadá a cambio de que los dos vecinos de EE. UU. refuercen los controles y la seguridad fronteriza; y ya estaría ajustando un acuerdo comercial con India, uno de los mayores objetivos en la diana de los aranceles recíprocos que Trump ha aireado tener en la recámara, que podría implicar que el país más poblado del mundo aumente sus importaciones del gigante americano para sus necesidades energéticas, de defensa y tecnológicas, al tiempo que ofrece un margen para que las empresas estadounidenses colaboren en diversas iniciativas críticas. De ahí que nadie se aventure a definir cómo quedará el panorama, en el que se deberá incluir además la respuesta de los socios comerciales de la primera potencia mundial.

Distintas jugadas

Aún así, los inversores, que acostumbran a anticiparse a los hechos consumados, se mueven y trabajan ya con posibles escenarios derivados de las principales iniciativas de Donald Trump con implicaciones internacionales. Para los europeos que invierten en Bolsa, una de las apuestas más claras es la del sector de defensa. La exigencia de EE. UU. a la UE de que sus integrantes asuman mayores responsabilidades en la protección del bloque llevará a un aumento inexorable del gasto militar y armamentístico.

De forma general, en Julius Baer creen que un eventual acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania podría prolongar el actual repunte de las acciones europeas gracias a una menor incertidumbre y a un descenso de los precios de la energía, que debería mejorar la confianza de los consumidores y los márgenes operativos de las empresas. Consideran probable que los valores de sectores cíclicos, como el químico, el de materiales de construcción y el industrial, se beneficien desproporcionadamente de un posible alto al fuego.

Lale Akoner, analista de mercados globales en eToro, defiende, por su parte, que los sectores de servicios, incluyendo el financiero, tendrán un mejor rendimiento que los sectores de bienes.

Para Artaz, es probable que la incertidumbre acabe deprimiendo los mercados financieros. En su opinión, la renta variable debería entonces rotar hacia los sectores más defensivos y menos expuestos al comercio mundial, como los servicios públicos o el sector inmobiliario. Este escenario no es necesariamente negativo para las compañías europeas de pequeña capitalización, que están menos expuestas (por término medio) al comercio internacional y son más sensibles a la caída de los tipos de interés.

Además, en una asignación diversificada, convendría aumentar la proporción de activos de renta fija, dice este experto. «El 3 de febrero los tipos bajaron en Europa. Se trata de una medida lógica, ya que una subida de los aranceles aduaneros es deflacionista y recesiva para los países afectados. Una escalada podría llevar al BCE a recortar aún más los tipos», asegura. Aunque estos han mostrado resistencia hasta ahora, si la incertidumbre persiste, «podría afectar al sentimiento de los inversores». El experto de LFDE concluye que «para los mercados, una situación desagradable pero conocida, como una subida fija y definitiva de los aranceles, suele ser mejor que la ambigüedad alimentada por la volatilidad política».

Y en Julius Baer destacan que la probabilidad de un retroceso de los activos percibidos como refugio seguro aumenta a medida que el acuerdo para el fin de la guerra de Ucrania se hace más probable. «Esto implica riesgos a la baja para los precios del gas y la relajación de los costes logísticos en el mercado del petróleo, así como elevados riesgos de corrección para el oro, dado el sentimiento alcista», remachan.