El pasado, un negocio con mucho carrete

MERCADOS

ALBERTO LÓPEZ

La demanda de cámaras digitales se ha incrementado un 214 % en solo un año, empujada por una nueva moda entre los jóvenes, que cada vez más buscan productos con un punto nostálgico

15 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay objetos que, a pesar de que parecían desde hacía décadas heridos de muerte, siguen mostrando que tienen carrete para largo. La irrupción de todas las tecnologías que se han ido sucediendo en estos últimos años no parecen haber hecho mella en su negocio y, en algunos casos, incluso se han convertido en grandes aliadas. Porque en un mundo cada vez más vertiginoso e híper conectado, todavía hay quien echa mano de aparatos ya categorizados como vintage para poner algo de calma a sus días. Y los jóvenes no escapan de estas tendencias. Son precisamente quienes más las están impulsando. Al menos eso es lo que muestra un reciente estudio elaborado por Idealo, que muestra cómo la demanda de cámaras digitales compactas en España ha experimentado una subida del 422 % en el último año. Es decir, los españoles compran ahora cinco veces más cámaras que hace justo un año.

Y no es cosa solo de esta pequeña parte del Viejo Continente. En Europa, el revival tiene mucho tirón. En Reino Unido, por ejemplo, se ha multiplicado por cuatro, en Italia, las búsquedas de estos aparatos se han duplicado y los franceses compran ahora un 83 % más que en el 2024.

Hay quien habla de una conquista de la conocida como Generación Fotolog, aquella para la que las redes sociales no eran más que un pequeño espacio en internet en el que subir un breve escrito sobre su día y a la que los ecos de Instagram y TikTok todavía les quedaban lejos. La estética de los años 2000 hace ahora más negocio que nunca y la moda se está dejando engatusar por los pantalones de tiro bajo y otros artículos que parecían más que amortizados. El inicio del milenio no solo conquista al sector textil. También al de la tecnología. Desde Idealo aseguran que la compra de teléfonos sin internet ha experimentado también una fuerte demanda, con un crecimiento superior al 200 %. Explican que, frente a los teléfonos híperinteligentes que tenemos ahora (que permiten desde pagar, hasta sacar fotos, pasando por comunicarse rápidamente) cada vez son más los que complementan sus días con otros aparatos como las cámaras con carrete. La fotografía clásica empieza a convertirse en el último filón del negocio de la nostalgia. Las cifras, así lo atestiguan. Las búsquedas de cámaras instantáneas han crecido un 19 % y el interés por la adquisición de carretes de foto otro 62 % desde el 2024.

Otras experiencias

Los expertos aseguran que, con la compra de este tipo de cámaras, los jóvenes buscan una experiencia totalmente opuesta a la que les ofrecen los móviles. No quieren fotos perfectas. Están hartos de los filtros de Instagram. No buscan escoger la mejor instantánea entre las más de 100 realizadas. Todo lo contrario. Quieren imágenes borrosas, sobreexpuestas, impredecibles. Imperfectas.

Y ya hay quien ha sacado rédito a todo esto. Desde la democratización de los smartphones, los fabricantes de cámaras habían ido experimentando una sangría que había dejado sus cuentas tiritando. Pero han sabido remontar el vuelo y, según datos del sector, la venta de digitales puras creció un 7 % en el 2024, y los aparatos con lentes intercambiables casi un 10 %. Fujifilm, por ejemplo, vio cómo su negocio de fotografía e imagen registraba un aumento del 5,5 % en el 2023 y parece que los números siguen creciendo a medida que pasa el tiempo.

La música hace un tiempo que entendió que, frente a la muerte sin remedio del cedé, había antiguallas que todavía tenían mucha vida por delante. El vinilo vivió y vive su particular segunda época dorada. Los jóvenes siguen coleccionando estos grandes discos y prueba de ello son artistas como Aitana Ocaña, último grito entre los chavales y número uno en las listas musicales de nuestro país, quien acaba de publicar su último trabajo también en formato LP.

Juguetes de generaciones

El de la fotografía, la música o el de la moda no son los únicos sectores que están abrazando la nostalgia para seguir sacando rentabilidad. El juguetero también lleva años subido al mismo carro. «Hay un fenómeno interesante. Los padres y los abuelos compran a sus hijos y a sus nietos todo aquello que ellos no pudieron tener o los juguetes que disfrutaron tanto, que formaron parte feliz de su infancia y que quieren que los niños de su alrededor también puedan disfrutarlo. Esto explica el éxito de juguetes con una larga historia que han acompañado a muchas generaciones y que seguirán haciéndolo», explica Maite Francés, portavoz de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), quien cree que el tema de la nostalgia siempre ha existido en un sector como el juguetero, que vive en gran parte de las emociones y en el que abuelos y padres son tan protagonistas como los niños: «Vamos a seguir teniendo esa tendencia de la nostalgia para rato. Porque estamos en un mundo demasiado acelerado, en el que todo cambia muchísimo y necesitamos aferrarnos a las cosas que nos anclan en la tradición, en el pasado. El sector juguetero es, como dije, tremendamente emocional, y todo lo que sea evocar esos momentos positivos, en familia, va a seguir. Nos pasa mucho en moda, en alimentación y, por supuesto, nuestro sector tampoco permanece inmune a todo esto», resume la experta.

Los niños grandes que mueven la industria

Treintañeros que hacen cola para conseguir un Lego, padres de familia que atesoran colecciones de figuritas que valen miles de euros, adultos que quedan para jugar a juegos de mesa… Es lo que el sector juguetero ha bautizado como kidults, término que proviene de la unión de las palabras inglesas kid —niño— y adult —adulto— y que se refiere a esos consumidores que forman parte del jugoso mercado de la nostalgia: «Nos encontramos con gente de mediana edad, con cierto poder adquisitivo, a la que le gusta disfrutar de la vida y se gasta su dinero en coleccionar juguetes del pasado o en disfrutar del tiempo jugando con amigos», explica Maite Francés, portavoz de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ).

Mueven montañas. En el 2022, estos consumidores protagonizaron el 25 % de las ventas anuales de juguetes y generaron, solo en Estados Unidos, 9.000 millones de dólares, según un estudio de la consultora Data Bridge Research. En España, las cifras no van muy alejadas. Un informe de Circana apunta a que los kidults concentraron el 29 % de ventas de este sector en España, por encima del 19 % que suponía antes de la irrupción del coronavirus. Este segmento del mercado es, de hecho, el único que goza de buena salud y sigue creciendo. Según los datos de Circana, los que más crecieron fueron los mayores de 18 años, con un alza del 22 %: «Antes, los adultos no jugaban porque tenían unas condiciones de vida totalmente diferentes a las actuales. Pero ahora, han emergido fenómenos como el de double incomes, no kids; que son parejas con dos sueldos y sin hijos con gran poder adquisitivo cuya aspiración es disfrutar del presente y conectar con el acto de jugar: «Ahora, tenemos una capacidad adquisitiva mayor que la de antes. La gente puede acceder a este tipo de objetos de coleccionista, que además son juguetes que normalmente tienen un valor monetario superior a la de la franja de los niños», resume.