Ante los riesgos que afectan a los jóvenes
MERCADOS

El servicio de estudios del Consejo General de Economistas cerró el curso escolar con el documento de la sesión celebrada conjuntamente con Fedea en la que se abordaron los retos y dificultades de nuestros jóvenes y la relevancia que tienen en la economía.
La situación económica de la población joven incide en diversos ejes del crecimiento económico, afectando a uno de los principales desafíos estructurales de la última década: la productividad. La menor inversión en educación, situada algo por debajo del 4,5 % del PIB, frente al promedio del 5 % en la OCDE, lo que repercute en el desarrollo de competencias y la adaptación al cambio tecnológico, es uno de los factores a tener en cuenta.
Pero las dificultades a las que se enfrentan nuestros jóvenes son más : la alta tasa de desempleo juvenil, 26,5 % ( de las más altas de Europa) generan incertidumbre y frustración; la falta de experiencia laboral que se solicita pero que no se oferta, sigue siendo un lastre; la precariedad y temporalidad laboral del 60,5 % que afectan a la independencia económica y al desarrollo personal; desajuste entre formación y mercado laboral y sobrecualificación ; falta de orientación y apoyo para el emprendimiento que desestimulan el inicio en el mundo autónomo; una movilidad geográfica limitada por falta de recursos y la carga fiscal sobre el empleo que soporta nuestra juventud son algunas de las dificultades más destacadas, pero si añadimos la precariedad habitacional con el gran problema de acceso a la vivienda tenemos la tormenta perfecta. El retraso en la emancipación de los jóvenes que se sitúa en una edad media de 30,3 años en España (frente a 26,4 años en la UE), y que en el 2008 era de 28,4 años se vincula con la precariedad laboral, los bajos ingresos y las dificultades de acceso a la vivienda.
A nadie se le escapa que estos factores pueden estar repercutiendo en la tasa bruta de natalidad, que en el 2023 fue de 6,61 nacimientos por cada 1.000 habitantes, con una variación interanual del -3,84 %, lo que refuerza la tendencia descendente observada en los últimos años y anticipa desequilibrios demográficos que comprometen la sostenibilidad de las pensiones y del crecimiento económico a medio plazo . El descenso en el peso de la población en edad de trabajar ha restado 0,14 puntos porcentuales al PIB per cápita cada año entre el 2000 y el 2019, puede derivar en una posible reducción de los ingresos por cotizaciones a la Seguridad Social, el consumo y el ahorro, ejerciendo presión sobre las finanzas públicas y el sistema de pensiones.
Bonificaciones a la contratación indefinida y refuerzo de la FP dual, deducciones fiscales , acceso prioritario y ampliación del parque público de vivienda , incentivo al ahorro joven y mejora de las condiciones laborales, medidas de conciliación y apoyo al empleo estable, así como una lucha real contra la pobreza infantil, son algunas de las iniciativas que podrían incidir en la mejora de la productividad y las condiciones de vida de nuestra juventud y su aplicación efectiva podría tener un impacto positivo sobre la economía, como incremento del PIB per cápita mediante una mayor productividad por hora trabajada; un aumento de +1,1 puntos porcentuales en los ingresos públicos sobre PIB para el 2030, derivado de una masa salarial joven más amplia; y una mejora del equilibrio demográfico, que aliviaría la presión sobre el sistema de pensiones y la demanda interna.
En consecuencia, abordar los riesgos estructurales que afectan a la población joven no debe considerarse un gasto generacional, sino una inversión estratégica para reforzar la productividad, mejorar la recaudación y conseguir mayor prosperidad a medio y largo plazo sin dejar a nadie atrás.