Jeep Commando, un explorador refinado

Por Oscar Ayerra

MOTOR ON

Ayerra

Nació en 1966 en EE.UU. como una variante más del famoso Jeep Willys. Vestido con un aire de elegancia y confort, sin renunciar a su naturaleza todoterreno, introdujo un concepto con el que pretendían atraer a nuevos públicos, donde el ocio de aventura estaría presente sin olvidar las labores diarias.

17 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El nuevo modelo, denominado Jeepster Commando, nació como una variante suavizada del legendario Jeep Willis, el fiable todoterreno que surgió en la Segunda Guerra Mundial y que se consolidaría como una de las grandes aportaciones a la automoción. Aquel nuevo concepto supo adaptarse a las demandas civiles tras el conflicto bélico, conservando la imagen de solidez espartana que demostró durante la campaña militar. Una línea que la marca supo mantener y evolucionar a lo largo de las décadas con modelos emblemáticos como el CJ (Civilian Jeep), el Wagoneer, el Wrangler o el icónico Cherokee. Lo que en sus inicios consistía en adaptaciones del vehículo militar para usos agrícolas, más tarde derivó hacia una gama más amplia de formatos, versiones de carga, transporte de pasajeros, pick-up o de recreo como el roadster. Aquí es donde aparece en 1948 el Jeepster, unión de las palabras Jeep y Roadster, y que se convertiría en el padre de nuestro protagonista. Pretendía ser una versión de ocio con capota de lona. De la mano del prestigioso diseñador Brooks Stevens, Jeep presentaba esta versión de líneas dulcificadas para ofrecer un estilo elegante, con espíritu de aventura pero con las comodidades de un vehículo convencional. Sin embargo no tuvo el éxito deseado, cesando su producción en 1950, cuando se habían construido casi 19.000 unidades.

Habrá que esperar 16 años para que resurgiera de nuevo este modelo con el mismo espíritu de ocio y aventura. Esta vez, en 1966, el nuevo Jeepster Commando llegó con un diseño actualizado que completaba una oferta variada que la marca Jeep ofrecía al cliente estadounidense. Familiares, station wagon, pick-up, camperos... y el renovado Jeepster, que combinaba la comodidad de una berlina con cierto lujo y la eficacia de un todoterreno. Entre 1966 y 1973 se produjeron para el mercado norteamericano unas 78.000 unidades de este modelo; aunque no es una cifra escasa, contrasta con los 1,5 millones de unidades de los Jeep CJ, opción civil del todoterreno militar surgido de la guerra. Volviendo a la década de los 50, la propia fábrica Willys, ya fusionada con el fabricante Kaiser, ve en el mercado internacional una salida perfecta para aumentar las ventas. Es en esos momentos cuando busca nuevos socios para la fabricación de sus modelos. Brasil, Argentina, Francia o España se convirtieron en productores bajo licencia de este singular concepto.

EL WILLYS ESPAÑOL

Tan solo dos años después de la presentación en América, la fábrica zaragozana de Viasa comenzó la comercialización del Jeep Commando en España. Construido por la casa matriz de esta, CAF, el nuevo modelo conservó la misma denominación que su hermano estadounidense, al igual que el 99 % de su diseño, a excepción del color de los intermitentes y de algún que otro indicador, para adaptarlo a las leyes españolas. Fue presentado como una especie de híbrido entre todoterreno al uso y un vehículo de ocio, lo que hoy podríamos denominar SUV, pero que en aquel momento se entendía más bien como un coche duro pero cómodo a la vez, o por lo menos así rezaba su publicidad: «Un todoterreno no necesita forzosamente ser incómodo». Eslóganes como «útil tanto para grandes avenidas como para sembrados o desmontes» o «cómodo como si condujera en zapatillas» se convirtieron en argumentos de venta. Ideas que pretendían dejar atrás la imagen agrícola e incómoda de este tipo de vehículos, añadiendo una faceta de diversión y confort con la que pretendían atraer a un público más amplio. En algunas de sus publicidades identificaban a nuevos clientes potenciales, que hasta ese momento era impensable que pudiesen adquirir este tipo de vehículos. Por supuesto, sin olvidarse de los habituales, como empresarios agrícolas o de obra civil.

TURISMO Y TODOTERRENO A LA VEZ

Tras el acuerdo de fabricación de Viasa, el nuevo todoterreno de Jeep se presentó en el Salón del Automóvil Barcelona de 1968. De las tres opciones posibles, solo una contaba con capota de chapa, la segunda, de lona y la última a cielo descubierto. En un primer momento monta una motorización de gasolina, de fabricación estadounidense, y una diésel de Barreiros, surgida gracias a la colaboración con la prestigiosa marca española de Villaverde. Este motor de 65 CV demostró una gran fiabilidad y se mantuvo hasta 1974, cuando fue sustituido por el incansable Perkins de 71 caballos, tras al acuerdo de colaboración con Motor Ibérica, cuyo aporte técnico y comercializador exigía dicho cambio. Esta nueva etapa trajo consigo una actualización del modelo. Aparecen colores e indicadores nuevos, los pilotos traseros se amplían y se eliminan los tapacubos de serie. Los parachoques son ahora de chapa en lugar de cromados y aumenta la superficie de las ventanillas traseras. Cambios que conformaron su primer lavado de cara. En 1978, ante un descenso de las ventas debido a que el coche empezaba a pecar de obsoleto en comparación con la competencia, como los Range Rover, se intenta revitalizar el modelo con mínimas mejoras, desde luego insuficientes. En 1979 se realiza un último intento de salvación con la denominación HDI, cuyo principal cambio consistió en ampliar el espacio de carga creando un techo sobreelevado en fibra. Un esfuerzo en vano, pues, además de ser un modelo desfasado, el socio Motor Ibérica se inclinaba más por acuerdos con los japoneses de Nissan y su moderno Patrol que por actualizar su Commando. Así, la suerte estaba echada. En 1983 cesa la producción en Zaragoza, cuando se habían construido alrededor de 8.000 ejemplares en casi 15 años de existencia.

LA UNIDAD DEL MUSEO MAHI

Este ejemplar corresponde a las pocas existentes con motor Barreiros, los tapacubos cromados o la ventana trasera lateral más pequeña son algunas de las características de la primera serie. Adquirida por la Fundación Jorge Jove, esta unidad expuesta en el museo MAHI se conserva de origen en un estado excelente, y solo se han realizado labores de mantenimiento y estabilización.

Viasa, la aventura Jeep en España

En 1959, las empresas españolas MMC y CAF, especialistas en la fabricación de material móvil y componentes de automoción, llegan a un acuerdo con la americana Kaiser, propietario de Willys Overland, por el cual se autoriza a construir bajo licencia los modelos todoterrenos americanos. Con el permiso del Ministerio de Comercio y la creciente demanda de este tipo de vehículos agrícolas, la sociedad Viasa (vehículos industriales y agrícolas) dependiente de CAF, será la encargada de su comercialización. Bajo la denominación comercial Viasa-Willys comienza en 1960 la producción de modelos Jeep en las instalaciones de CAF a las afueras de Zaragoza. Se construirán las nuevas variantes civiles de los Jeep militares, la CJ-3B y la CJ-6, versión alargada del primero. A partir de la unidad 200, el 100 % de las piezas ya son de origen español. En 1963 se presenta un nuevo modelo de cabina avanzada denominado SV, de diseño exclusivo español. En 1967 se amplían las instalaciones para acoger las líneas de producción del modelo protagonista de estas páginas, el Jeep Commando, cuyas primeras unidades saldrían de la fábrica en 1968. En 1974 se une, en un acuerdo de colaboración, con Motor Ibérica, que fabricaba tractores y camiones Ebro. De este acuerdo de construcción del Jeep surgirán nuevas denominaciones para los modelos: Los CJ pasarán a llamarse Bravo y la SV, Jeep Campeador. Solo el Commando mantendrá su denominación inicial, aunque el motor diésel de Barreiros será sustituido por el Perkins. En 1980, Motor Ibérica llegará a un acuerdo con los japoneses de Nissan para construir en Barcelona el nuevo Nissan Patrol.