
El Salón del Automóvil de Múnich, celebrado entre el 9 y el 14 de septiembre, fue mucho más allá de lo que su nombre indica. Para empezar, trascendió a lo que se espera de un simple salón de coches nuevos para convertirse en un salón de movilidad total, abierto también a fabricantes de software, cargadores, tecnología, conducción autónoma y nuevas ideas para el transporte urbano, algunas de altos vuelos, pues dejan el asfalto para circular entre las nubes.
La feria de Múnich apunta a convertirse en referencia mundial, con 750 expositores y 500.000 asistentes, y entierra la anterior muestra alemana que se celebraba en Fráncfort.
Llega este salón en un momento crítico en el que la Unión Europea empieza a tomar en serio las advertencias de la industria del continente sobre la precipitación de la electrificación con el horizonte del 2035. Un plazo inasumible que podría llevar al cierre de docenas de fábricas y enviar al paro a miles de trabajadores.
Tarde, como siempre, la Unión Europea trata de enmendarse a sí misma y ha emplazado a todo el sector a dejar claro un nuevo plan antes de que acabe este año. Otra evidencia de la inutilidad que alberga esta institución y los políticos que trabajan en ella.
En este entorno hay que considerar que algunas de las cosas que se han visto en Múnich pueden marcar tendencias de futuro. Por ejemplo, las baterías de estado sólido que ya se han presentado en este espacio de la mano de Rimac, pero que serán realidad ya en los modelos de una docena de marcas chinas y europeas en el 2026.
También son premonitorios los esfuerzos de algunos fabricantes de componentes como Horse, que nació de una alianza entre dos gigantes como Renault y la china Geely y que nos propone un sistema que es capaz de extender la autonomía de un coche eléctrico mediante la colocación de un compacto motor generador alimentado por gasolina o combustibles sintéticos. Una buena alternativa a los híbridos.
En temas de movilidad, Múnich resucita también la revolución pendiente de la industria automovilística, la de la conducción autónoma, enfriada en los últimos años por las urgencias de la electrificación, pero que ahora retoma nuevas soluciones que permitirán ensayar ya la conducción autónoma de nivel 4 en algunos países europeos, entre ellos España. Yo, de momento, no me subiré a esta propuesta y prefiero a un taxista de toda la vida que me lleve y me traiga, en vez de un conductor invisible, sin nombre ni responsabilidad civil.
Por último hay que decir que en Múnich también llegaron buenas noticias para España. Cuatro modelos, los Volkswagen ID Polo e ID Cross, el Cupra Raval y el Skoda Epic, serán fabricados en nuestro país en los próximos meses.