Isabel Díaz Ayuso y los sonámbulos

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez JUEGO DE TRONOS

OPINIÓN

Ecos de un gobierno roto. Ignacio Aguado, de Ciudadanos, mira a Isabel Díaz Ayuso, que esgrime un adoquín en una sesión parlamentaria en Madrid, el 18 de febrero del 2021
Ecos de un gobierno roto. Ignacio Aguado, de Ciudadanos, mira a Isabel Díaz Ayuso, que esgrime un adoquín en una sesión parlamentaria en Madrid, el 18 de febrero del 2021 Marta Fernández Jara | Europa Press

12 mar 2021 . Actualizado a las 09:14 h.

Caminaron hacia el peligro con pasos calculados y atentos, pero los dieron de manera irresponsable y, en algunos casos, con frivolidad. Como si fueran «sonámbulos». La teoría que acuñó el historiador británico Christopher Clark para explicar como, en 1914, un rosario de malas decisiones de los líderes europeos desencadenó la Primera Guerra Mundial, «la calamidad de la que surgieron todas las demás calamidades», se ajusta como un guante a la última crisis del sistema de partidos en España.

¿Qué pueden tener en común el asesinato de un archiduque austrohúngaro en Sarajevo y una moción de censura en Murcia? Ambos son magníficos ejemplos de efecto mariposa con inesperadas y muy extensas consecuencias.

En las redes públicas no se habla de otra cosa. Solo existen Madrid y Ayuso. Y una legión de partidarios y detractores de la discípula más aventajada de Trump en España jugando a buenos y malos. Simplificándolo todo en exceso. Arrumbando las posturas críticas y las exposiciones razonadas. Actuando también como sonámbulos. Engrosando esa larga lista en la que ya figuran actores políticos estatales (como Arrimadas, Pedro Sánchez o Casado) y regionales (Errejón, Aguado y los socialistas madrileños)  que encabeza de forma indiscutible la estrambótica presidenta madrileña. Fue ella, con su decisión precipitada de convocar unas elecciones ya judicializadas (que resolverá el VAR de un tribunal), la que internacionalizó el conflicto murciano y lo convirtió en un seísmo sistémico que nadie quiso o supo parar: todos pretendían dar el primer golpe. Y seguir pegando.