Coma persistente

Celia Pérez Sousa NEURÓLOGA DEL COMPLEJO HOSPITALARIO UNIVERSITARIO DE A CORUÑA

OPINIÓN

PEPA LOSADA

26 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El coma es una situación neurológica que refleja una disfunción cerebral extensa en la que la persona no responde a estímulos ambientales o internos. Por contra, la persona está alerta o consciente cuando está plenamente despierta e interactúa.

Las causas de la alteración del nivel de consciencia son las del daño cerebral adquirido: ictus, traumatismo craneoencefálico, tumor cerebral, infección del sistema nervioso o anoxia cerebral, es decir, la falta de aporte sanguíneo u oxígeno al cerebro por diferentes circunstancias, como una parada cardiorrespiratoria. También puede producirse un coma metabólico en la hipoglucemia grave o por descenso del sodio en sangre y especialmente importante es la causa tóxica, como por monóxido de carbono, fármacos o drogas como el alcohol (coma etílico).

Los pacientes en coma pueden entrar en «muerte cerebral» con el cese irreversible de la actividad encefálica, siendo imposible mantener la función respiratoria sin un dispositivo mecánico. En otros casos pueden recuperarse en función de la causa, o si se ha podido detectar y tratar a tiempo. Pero lamentablemente no siempre es así, y en la anoxia prolongada o el daño cerebral extenso o sobre áreas estratégicas se pasa del coma al «estado de vigilia sin respuesta» (antes estado vegetativo), en el que hay un ritmo de sueño-vigilia pero sin interacción al despertar. La persona mantiene sus funciones vitales, respira, late el corazón e incluso puede hacer algún movimiento, pero sin intencionalidad. Pueden parpadear, pero no siguen con la mirada, no se comunican ni hay respuestas emocionales, aunque pueden lagrimear de forma refleja.

En un nivel superior está el «estado de mínima conciencia», donde hay respuestas apropiadas al estímulo, dirigen la mirada, responden a un sonido o al dolor o agarran un objeto. En ocasiones se puede establecer algún tipo de comunicación muy elemental.

El pronóstico de las alteraciones del nivel de conciencia persistentes varía en función de si la causa es un traumatismo craneoencefálico o no, siendo mejor en el primer caso. A los 3 meses de permanecer en estado vegetativo en el daño no traumático y a los 12 meses si fue traumático, la mayor parte de pacientes no se recuperarán y presentarán una discapacidad grave y necesidad de cuidados a largo plazo. Hasta un 20 % de pacientes en estado de vigilia sin respuesta pasan a estado de mínima conciencia incluso 5 años después, aunque con graves secuelas.