Galicia, paraíso

OPINIÓN

SANDRA ALONSO

16 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo escuché decir a un pequeño grupo de turistas paseando esta Semana Santa por las calles de mi pueblo, allí donde el malecón es frontera de la ría que se pierde en el horizonte de la mar. El mediodía del Jueves Santo era una explosión de luz de cristal que se instala en el norte más al norte y se va desvaneciendo al reflejarse en las galerías de Viveiro. En mi memoria sonaba el final de fiesta de la suite gallega de Enrique Granados que el día propiciaba. Era un himno gallego escrito en el corazón de las partituras de la morriña. Galicia continúa estando de moda. La ocupación turística fue muy alta, la más alta; esta Semana Santa, el tiempo fue amable y el sol acudió cada mañana —como un nazareno, un costalero o un devoto cofrade— a la procesión permanente de los días santos.

Y fue Galicia enteira la tierra de acogida de quien nos visitó, de quienes acudimos a una inaudible llamada. El país turístico ya no es solo el objetivo Sanxenxo y su entorno; la Ribeira Sacra y la Mariña luguesa irrumpieron con brío completando la tradicional oferta de las Rías Baixas. Compostela y A Coruña son junto con el eje Vigo/Pontevedra los hermanos mayores del paraíso gallego. No podemos olvidarnos del fenómeno rural de la Galicia interior, ni del dúo Lugo-Ourense con sus territorios mágicos salpicados de multitud de hoteles con encanto. Pero el turismo, con la excepción del camino de las estrellas que lleva a Santiago, es un espejismo estacional, un oasis perdido en el desierto que nos obliga a adjetivar al país, escribiendo maravilla, paraíso o calidade donde manda el paisaje y se destierra el olvido. Galicia, el paraíso cercano, es una cita permanentemente pendiente, un lugar aguardado, la arcadia posible, la Ítaca alcanzable para los que allí nacimos y estamos lejos y aplazamos el retorno.

La primavera fue nuestra aliada este abril con la sequía temporalmente sosegada para quienes sabemos que el agua es la vida. En el balance no es menester ser críticos ni contar miserias evidentes ni de reclamar nuevas estructuras industriales que detengan sangrías migratorias. Sigo manteniendo que si me pierdo me busquen en Galicia. Me encontrarán en Viveiro, en A Coruña o Mondoñedo. En el paraíso de los gallegos; denlo por seguro.