No es fácil conciliar la satisfacción del presidente Sánchez por la aprobación de la ley de amnistía con las claras advertencias del secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull, asegurando que «tenemos la amnistía y ahora vamos a por la autodeterminación». ¿O acaso Pedro Sánchez no sabía que casi todo iba de esto?
La realidad es que Junts se ha apresurado a desmentir al PSOE, aclarando que la ley de amnistía no va a procurar la reconciliación social de Cataluña dando por zanjadas las pretensiones secesionistas de sus promotores. Lo que Turull ha hecho es alertar de que «esta ley no soluciona el conflicto entre Cataluña y el Estado», porque «nuestro objetivo de conseguir la independencia sigue tan vivo como el mismo 1-O».
No es fácil conciliar estas palabras con las de Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, cuando aseguró que la ley de amnistía «llena de orgullo» al Gobierno porque es un paso valiente y «una gran noticia para Cataluña y para toda España», algo que «marca historia». ¡Y tanto que la marca!
El propio Carles Puigdemont, que pronto estará de vuelta en Cataluña, ya ha advertido que «ahora vamos a por la autodeterminación». Porque la ley de amnistía no ha sido un acuerdo de voluntades sino de intereses, como muy pronto se irá viendo.
Y no, no cabe hablar de una supuesta ingenuidad de Pedro Sánchez. Porque está claro que el presidente del Gobierno español pactó justamente para lograr los apoyos necesarios para seguir en La Moncloa. Y lo que ha hecho ahora es cumplir con el acuerdo alcanzado entonces con el exiliado Carles Puigdemont, previamente visitado por Yolanda Díaz, que también quería estar en el futuro del acuerdo ahora en desarrollo.
Mientras tanto, y ya liberado del engorro de la amnistía, Sánchez se ha ido a Río de Janeiro a airear un poco el cerebro, después de tanto esfuerzo, y ha aprovechado para llamar a una alianza con Brasil para superar las dudas ante el acuerdo UE-Mercosur. Porque, con razón, el presidente cree que el disco de la amnistía ya ha sonado demasiado. Y hay que abrirse a otros horizontes, que pronto iremos viendo. Seguro.