Maduro, cierra el Helicoide

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

Damián D. Fossi Salas

26 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Buscando una foto para ilustrar un artículo sobre Venezuela me encuentro la imagen de una protesta de estos días en Caracas —ya hay que tener valor, o estar desesperados— en la que la gente porta imágenes del sátrapa con la siguiente leyenda: «Maduro, cierra el Helicoide». Este edificio forma parte de una siniestra geografía arquitectónica del horror en la que se incluyen otros centros de detención y torturas célebres como la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en Buenos Aires, el Estadio Nacional de Santiago de Chile, la Oficina S-21 en Nom Pen (Camboya), la prisión de la Stasi en el Berlín de la República Democrática Alemana o la telaraña de campos de concentración del gulag soviético. También podríamos meter ahí la Casa de Correos de la Puerta del Sol de Madrid, sede de la Dirección general de Seguridad (DGS) franquista, y por supuesto las checas republicanas, donde se interrogaba, torturaba, practicaban juicios sumarísimos y se ajusticiaba durante la Guerra Civil.

El Helicoide, sin embargo, es algo más: un proyecto de centro comercial futurista, planeado en los años 50 durante el régimen de Marcos Pérez Jiménez —de dictador a dictador— y que atrae por su imagen poderosa y su concepto de torre de Babel contemporánea. Una colina artificial de hormigón, medio siglo antes de que Eisenman deshiciera y volviera a montar el Gaiás, en la que los automóviles acceden a través de una rampa de varios kilómetros que circunvala los siete niveles de la edificación, que culmina en una cúpula geodésica, a modo de ojo que vigila la capital venezolana. Fue obra de tres arquitectos posmodernistas (Jorge Romero, Pedro Neuberger y Dirk Bornhorst), pero bien podría haber formado parte de Broadacre City, la ciudad viviente de Wright. Mientras aquella utopía que representaba el trazado urbano para la nueva era de la tecnología, el escenario de una sociedad ideal más humanizada, se quedó en el papel, el Helicoide se logró concluir no sin esfuerzo tres décadas después, aunque vacío de contenido. Tuvo que llegar el chavismo para darle un sentido a la estructura, pero, en vez de un ágora de diversión, esparcimiento y espectáculo, Maduro lo ha convertido en una cárcel en cuyas celdas desaparecen los opositores. ¿Lo habrá visitado el mediador de la Alianza de Civilizaciones?