El tono de la intervención de la vicepresidenta Montero no pudo ser más didáctico. Se esforzó en hablar para todas las autonomías sin las estridencias verbales que la resumen, pero sabemos que solo se dirigía a Junts y a ERC, ni siquiera a la Cataluña real.
Junqueras, de ERC, ya le había reventado a Montero la rueda de prensa cuando anunció que, tras la reunión bilateral, Sánchez había cedido y se comprometía a pagar una parte de la supuesta deuda catalana, además de crear 25.000 nuevos mossos para avanzar en el autogobierno, o, habría que decir, para caminar hacia la independencia por una vía distinta de la que intentaron con un golpe de Estado. Tampoco tardaron en aparecer los aplaudidores de Puigdemont para desvelar que, sorpresa, retiraban ellos también la cuestión de confianza, como les pidió por carta el mediador internacional. Sí, recuerden que el partido que gobierna España en coalición, el PSOE, tiene un mediador internacional, como si en vez de una democracia con Congreso y Senado y una monarquía parlamentaria fuésemos un Estado fallido. Ese árbitro internacional es el que se reúne con el jefe más destacado que tiene Sánchez, que es Puigdemont, en Suiza y con los representantes del PSOE. En esta ocasión hizo falta que interviniera una vez más Zapatero, veterano en negociar al límite con Maduro, para apagar el fuego y añadir cable a la legislatura, aunque ese cable sea un alambre por el que Sánchez seguirá caminando sobre el abismo hacia el 2027.
Curiosa la secuencia de lo que la mayoría sabía que iba a pasar. Primero aparece ERC, tras la comisión bilateral, para intentar rentabilizar el saqueo de la Moncloa y las arcas del Estado. Luego, la vicepresidenta está en el brete de justificar lo injustificable y de decir que por supuesto el acuerdo beneficia a todos los territorios. ¿Si es así, por qué no esperó a la cumbre que se celebrará, si se celebra, el miércoles con todos los gobiernos autonómicos y no solo con Cataluña? ¿No es necesario escuchar a los demás? Claro que no. Sánchez solo necesita sobrevivir con los votos de ERC y de Junts, de Bildu y del PNV, los demás sobramos. Recuperó Montero la suma que el presidente siempre utiliza en sus entrevistas: «Mi Gobierno le ha dado más dinero a las autonomías que Rajoy en toda su etapa». No entró en más detalles. No hacía falta. Sánchez, Montero y el PSOE han claudicado de nuevo. El tercer paso estaba cantado. Aparecieron los de Puigdemont para decir que retiraban esa cuestión de confianza, cuya presentación tanto había indignado al presidente. Lo mejor fue la guinda. En sus parlamentos, tanto ERC como Junts insistieron en que siguen sin fiarse de Sánchez y que no habrá Presupuestos para el 2025. Menos mal que no se fían de él. Su intención es regalarle días de gobierno a cambio de tenerlo atado y bien atado. Lo más preocupante es contestar a esta pregunta: en todo este cambalache, ¿cuál es el proyecto de futuro y de Gobierno para los españoles, no solo para los catalanes de Junts y de ERC y los vascos del PNV y de Bildu?