
El político de turno no responde a «verdadero o falso», sino que tira de eufemismo, de una expresión más suave que sustituye a otra franca, la cual le permite no decir la verdad ni mentir, o sea, le permite disimular y distraer. La comunicación política se llena de ambigüedades, generalidades e indefiniciones, para presentar lo fácil como complejo. El discurso resulta envolvente, escapista, poco comprometido, políticamente correcto.
Se denomina reajuste del índice de precios a su exagerada subida, redimensión de plantillas al despido libre, conflicto laboral a la huelga, trabajador al obrero, progresista al buenista, interrupción del embarazo al aborto, identidad personal a la declaración de sentimientos, género al sexo, agresión doméstica a la violencia machista, estado español a España, apagón a la falta de suministro energético, inseguridad ciudadana a la criminalidad, lucha anti terrorista al genocidio, neoliberalismo al neofascismo, cultura de la cancelación a la imposición dogmática, cultura a la incultura...
Viendo que los desheredados de la globalización no tienen tiempo para discursos sesudos sobre la justicia social, los laboratorios de ideas de los más reaccionarios, pagados por multimillonarios, sustituyen los eufemismos por los «hechos alternativos» (alternative facts), para, contrariamente a lo que se venía haciendo, presentar lo complejo como fácil.
Planteen lo que planteen los demás, a ellos les basta con repetir falsedades demostrables como supuestos hechos alternativos, que seguidores primarios asumen sin la más mínima reflexión. Entretanto, la izquierda, instalada en su superioridad moral, se enreda en debates sobre la reinvención del ecologismo y del feminismo; está despierta (woke) ante el racismo y el sexismo, pero adormilada ante las relaciones económicas de explotación y dominación.
Viendo que en la izquierda la emoción prevalecía sobre la razón, los laboratorios de ideas de la ultraderecha investigaron la fórmula de la posverdad, la mentira emotiva, con la proporción justa de hechos alternativos. Amortizados los logros de las políticas socialdemócratas, sustituyen la evidencia por la creencia y la propaganda de pasquín por la manipulación en las redes. Chomsky decía que «la gente ya no cree en los hechos», pero sí cree en los hechos alternativos, eufemismo de las mentiras. A este paso, en los test no nos darán a escoger entre verdadero o falso, sino entre verdadero o alternativo.