Patrocinado porPatrocinado por

El pulpo inglés, otro emigrante

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

PESCA Y MARISQUEO

CINDY BESSEY, CSIRO. | EUROPAPRESS

14 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Asentado el marco conceptual de que el pulpo gallego padece el mal de la lluvia, la prensa nacional y extranjera da noticias del pulpo inglés y su abundancia. En un reciente Codex Floriae comentaba un trabajo publicado en Scientific Reports (Nature) donde, con evidencias, se establecía que desde Marruecos a Galicia las paralarvas de pulpo eclosionan en áreas costeras y los filamentos de afloramiento, importantes para el intercambio entre los ecosistemas costeros y los oceánicos abiertos, las desplazan cientos de kilómetros mar adentro hasta finalizar la fase planctónica, para regresar de nuevo a las zonas bentónicas costeras como juveniles y adultos. Un ciclo de vida que apenas alcanza los dos años. No se citaban los mares ingleses, ni los franceses, como destino de las migraciones del pulpo, dado que la campaña del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa no alcanzó tales mares.

En octubre del 2023, reunión en Santiago del Consejo Consultivo para las Aguas Occidentales Sur, los franceses se extrañaban de la inusual captura de pulpo en sus costas atlánticas en el año 2021, cuando aumentaron un 615 %, según La Voz. Ahora, como recoge The Guardian, el asombro con el pulpo se ha trasladado a aguas inglesas. El incremento de las capturas de pulpo empezó en marzo en mares de Cornualles y Devon, con el aumento de las temperaturas sobre las habituales de primavera en aquellos mares. Por más que tal abundancia ha sucedido en otros años singulares, la más reciente en el 2022, y con anterioridad en la década de 1900 y 1950.

Si la razón son las olas de calor y el aumento de la temperatura del mar o las corrientes oceánicas, es algo que está por determinar. Pero que las grandes poblaciones de pulpo, y, por tanto, las capturas, están en aguas mauritanas, marroquíes o saharauis es una certeza. La incógnita está en el alcance de sus migraciones, primero las de las paralarvas hacia el océano y, en la vuelta, las de juveniles y adultos hacia las áreas costeras. Limitadas antes hasta el extremo norte, Galicia y Asturias, del área de afloramiento de la corriente de Canarias, y que alcanzan ahora las costas inglesas de Cornualles y Devon, o de la Bretaña francesa. Donde quizá no llueva, o años no y años sí.

Por precisar, cuando hablamos de pulpo en este Atlántico nuestro, también inglés, podemos hablar de dos pulpos, el Octopus vulgaris y el Eledone cirrosa. En jerga propia: pulpo y pulpo cabezón o pulpo blanco. Añadamos a ellos aquel que un grupo de investigación de la Universidad de Bristol dio cuenta en Science Robotics: el pulpo robot. Un brazo blando inteligente (E-SOAM) que usa flujos de aire o agua, tal como hacen los pulpos con sus ocho tentáculos y centenares de ventosas, especulándose con su capacidad de interactuar y ser utilizado por los humanos y su entorno. Pero este pulpo inglés es el de siempre, Octopus vulgaris. Un emigrante, a veces africano, o portugués, gallego o asturiano. Sin que le alcance un Trump autoritario, solo el mar y los mercados.