
Soy diabética, enferma de cáncer y la cita fue un horror
Soy una paciente oncológica de 48 años, con diabetes tipo I de difícil control desde hace 4 años. Generalmente estoy satisfecha con la sanidad pública. Sin embargo, ayer (por el lunes) viví una experiencia aterrorizante durante una prueba radiológica que me hago anualmente. Me citaron para el citado estudio que requería ayuno. Le expliqué a la persona que me citó por teléfono que soy diabética tipo I de difícil control, con hipoglucemias que me causan convulsiones, y pedí una cita a primera hora. Me asignaron las 10.15, lo que significaba un ayuno de casi 12 horas. Llegué puntual. Después de más de una hora de espera y con mi glucemia en 60, me dieron un zumo de naranja, lo que me sorprendió porque se suponía que estaba en ayunas. Al iniciar la prueba, me informaron de que ni la preparación ni el ayuno eran necesarios.
Me causaron tal inseguridad las instrucciones incorrectas que tuve que pedir que pararan la prueba. Cuando pregunté por qué me habían hecho pasar por esto, me dijeron que la persona que asigna las citas no distingue entre pruebas y da las mismas instrucciones a todos. Como paciente, solicito encarecidamente la implementación de protocolos para evitar estas situaciones perjudiciales para nuestra salud. Antonia Fernández Campos.
¿Todo el mundo puede ser político?
Yolanda Díaz ha vuelto a afirmar en un plató de televisión que «todo el mundo puede ser político», un discurso que, si bien apela a la igualdad, simplifica una realidad compleja. Hasta ahí podría ser. Porque todo el mundo puede afiliarse a una formación política. Sin embargo, gobernar es otra cosa. No se trata de un acto simbólico ni un mero ejercicio de voluntad popular: es una responsabilidad que exige conocimiento, capacidad y rigor.
En una sociedad donde para tareas elementales se requiere formación, resulta contradictorio renunciar a exigir preparación a quienes legislan y administran recursos públicos. Ellos tienen una gran responsabilidad y, por lo tanto, deben de estar preparados para ejercer la tarea. La igualdad de oportunidades no debe confundirse con la ausencia de exigencia; esa confusión erosiona la calidad democrática.
James Madison, padre fundador estadounidense, advertía que «una democracia requiere un sistema que filtre la ignorancia y la demagogia para elegir a los mejores». Su lección permanece vigente: solo una política fundada en la competencia y la responsabilidad asegura la dignidad del Estado y protege al ciudadano.
Reducir la política a un espacio sin requisitos es sacrificar la esencia misma de la democracia y condenar al pueblo a pagar las consecuencias. Sergio de la Fuente Garrido.