Así se prepara una comparsa para el entroido de Ourense

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

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Parte de la Asociación de los Lolailos, en el piso donde ultiman los detalles para este desfile
Parte de la Asociación de los Lolailos, en el piso donde ultiman los detalles para este desfile Santi M. Amil

Os Lolailos ganaron el primer premio del desfile del 2022 y se encargan desde hace quince años de disfracar de alegría el carnaval de la ciudad

16 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Os Lolailos es un grupo de amigos que se fue forjando y creciendo durante muchísimos años. Hace siete decidimos englobarlo en una asociación cultural», resume Antonio Rojas. Este ourensano de 69 años, simpático y amante del carnaval como pocos, ha presidido la agrupación desde que se constituyó. Hasta ahora, que coge el relevo savia nueva, otro de los miembros más animados del grupo, Jacobo Ovejero. Aunque tienen un buen puñado de premios en su palmarés, quizá el más importante lo consiguieron en el 2022, con Air Lolailos, cuando con una impresionante carroza de avión y un equipo vestido con cuidados trajes de azafatos y pilotos azul eléctrico, ganaron el desfile de Ourense. Aunque para conocerles, lo mejor es remontarse al principio. Todo comenzó hace más de quince años, con un coche de Los Picapiedra con el que salieron en carnaval los matrimonios, Mercedes Fernández y Visca Gómez, y Geli González y Pepe García. «Lo hicimos con todos los detalles y como nos gustó el resultado, decidimos desfilar fuera de concurso en Ourense y en Barbadás», recuerda Mercedes. «Yo era un adolescente y recuerdo estar de copas en la Alameda con mis amigos, cuando los vimos, pasándoselo bomba, y sentimos muchísima envidia sana», dice Jacobo. Lo mismo que a él, le llamó la atención a otros vecinos y conocidos, que empezaron a sumarse a ellos. Hoy son 78 amigos. «La verdad es que no ponemos cortapisas a nadie, quien quiera unirse es bienvenido, nuestra respuesta es siempre la misma: cuantos más mejor», apunta Antonio.

Aunque su finalidad no es otra que divertirse, lo cierto es que Os Lolailos no dejan de superarse cada año. En la última década se han disfrazado de piratas, con su propio barco propulsado. «Ese fue de los años más locos porque participaron unos cincuenta y nos lo pasamos de maravilla», admite Jacobo. Otra edición fueron de hippies, también de bailarines y hasta en una ocasión imitaron el carnaval de Brasil, con bien de volantes y maracas. «Empezamos con un remolque pequeñito que nos cedió Luis, uno de los nuestros, y luego la cosa evolucionó hasta el punto de que hoy tenemos una plataforma, que no es un tráiler, pero nos podemos montar a gusto», admite Antonio. El nombre del grupo, Os Lolailos, sale de otro disfraz, de cuando se vistieron imitando la romería del Rocío. «Le pusimos tanto salero que cantando con el lolailo lolaiolo se nos quedó el nombre», cuenta Jacobo.

Todas sus creaciones dejan boquiabiertos a quienes se los cruzan, tanto por el esfuerzo que llevan implícitas, como por el arte que ponen en lucirlas. Hay muchísimo trabajo detrás. Para el de este año, que es el secreto mejor guardado, empezaron a trabajar el verano pasado. «Hay que tener clara una cosa y es que para nosotros el desfile es muy importante pero, sin duda, lo que más ilusión nos hace es la cena que viene justo después. El domingo, al terminar el de Ourense, nos vamos de paparota», confiesa Jacobo. Y es precisamente ahí donde se forja la idea del disfraz que lucirán al año siguiente. «No es una cosa fija pero sí que decidimos la temática», añade. A partir de entonces cada uno tiene su misión y es que la comparsa está dividida en equipo: unos se encargan del diseño, otros del vestuario y otros de la carroza. «En septiembre tenemos la primera reunión y llevamos ya un par de versiones de traje hechas», dice el nuevo presidente, porque el trabajo desde entonces empieza a multiplicarse. De hecho para este año tuvieron que comprar las telas en Gijón. Lo hacen con gusto. «La verdad es que nos encanta viajar y juntarnos», dice Mercedes. «Nuestras asambleas de la asociación y nuestras reuniones siempre son alrededor de una mesa. Comemos, bebemos, bailamos y después ya nos salen las ideas que da gusto», bromea Geli. Entre ellos no hay discusiones porque cada uno trata de potenciar sus puntos fuertes y respetar los del de al lado. «Sobre todo nos queremos y nos cuidamos», dice Jacobo, que apunta que además todos veranean en el mismo sitio y en la misma playa: en Canelas, en Portonovo.

Son una asociación totalmente autofinanciada. Tienen una cuota anual y con eso tratan de cubrir sus gastos, aunque suelen pasarse, lo que les permite decidir libremente en qué desfiles participan. No fallan en los de Ourense y Barbadás. Dedican prácticamente cada fin de semana a avanzar en la puesta en marcha de su obra maestra carnavalesca. Tienen un piso, en el barrio de San Francisco, que utilizan de taller, en donde algunas de las integrantes, como Mercedes y María, cosen para gran parte del grupo. Luego todos tienen deberes para casa, porque la gracia está en ir idénticos. El grupo de la carroza trabaja con la misma asiduidad y las mismas ganas. «Aquí van surgiendo soldadores, herreros, carpinteros, electricistas... Tenemos de todo», dice Antonio. Y siempre disfrutando del proceso. «Nosotros al Entierro de la Sardina llegamos llorando, pero de verdad, porque nos da muchísima pena que se acabe el carnaval», continúa. «Nuestro objetivo es pasarlo bien, lo más guapos posibles», concreta Jacobo. ¿Y cómo se describirían? Todos coinciden en una palabra: alegría.