Rogelio Rodríguez, el ourensano exiliado que fue periodista deportivo en México y envió un balón a los niños del franquismo

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Rogelio Rodríguez en su boda en México en 1943 con Milagros Martín Sosa
Rogelio Rodríguez en su boda en México en 1943 con Milagros Martín Sosa cedida

Fue el director durante más de 30 años del programa «Tirando a gol» además del primer secretario del Padroado da Cultura Galega

25 jun 2024 . Actualizado a las 13:49 h.

Este 25 de junio se cumplen 20 años de la muerte de Rogelio Rodríguez de Bretaña. La suya pertenece a esa colmena de historias de exiliados durante el franquismo que mantuvieron viva la cultura gallega fuera de las fronteras. Aunque no es de las típicas. Nacido en Ourense en 1917, se exilió a México y se labró una reconocida carrera como periodista deportivo. Trabajó en la radio y también estuvo al frente de programas sobre literatura y música de Galicia. Incluso protagonizó anécdotas como el envío de un balón de fútbol a un equipo de Extremadura que motivó un documental. Ahora merece dar voz a su vida. 

La trayectoria de Rogelio Rodríguez se puede contar gracias a su familia. Su nieta, Karime Peñuelas, que recuerda vestirse de pequeña con el traje gallego, continúa investigando la labor de su abuelo. Nació en el número 6 de la rúa Lepanto de Ourense en 1917. Militante de la Federación de Mocedades Galeguistas, a los 21 años tuvo que emigrar a Francia. De su estancia allí, recuerda su nieta, apenas habló. «Solo nos decía que tras muchos rechazos para traerlo a México llegó el día en que pudo hacerlo y le dijeron 'no te preguntes nada, prepárate para irte y ya'», cuenta. 

Llegó a Veracruz y cuenta con el apoyo de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles, incluso con cierto sustento económico. Empezó a trabajar de lo que pudo, en puestos como chófer de autobús escolar. En 1943 se casa con Milagros Martín Sosa y tuvo tres hijos. Años después, se casó por segunda vez y tuvo a su cuarta hija. Siempre tuvo contacto con todos. 

En el Padroado da Cultura Galega

«Recuerdo que en casa de mis abuelos se hablaba gallego porque ella aprendió y mi madre también intentó conservar las máximas palabras posibles», cuenta Karime. Rogelio Rodríguez nunca dejó de sentir el amor y el vínculo por Galicia. Fue el primer secretario del Padroado da Cultura Galega, una faceta de la que todavía guardan algunos discursos. También quedan los trajes y los bordados que sus abuelos llevaban a los bailes de la entidad, en los que se reunían los gallegos exiliados.

Alda Rodríguez Martín, hija de Rogelio Rodríguez, vestida con el traje gallego en México
Alda Rodríguez Martín, hija de Rogelio Rodríguez, vestida con el traje gallego en México

Fue un apasionado de la cultura y la política, así que fue cómplice de guardar y difundir en México las ideas de la República y las artes de Galicia. Coetáneo de figuras como Florencio Delgado Gurriarán, se encargó de la edición de varios números de la revista Saudade, una publicación en gallego en México de la Irmandade Galeguista. También escribió poesía, principalmente en gallego.

Además, a Galicia dedicó espacio en las ondas radiofónicas, el medio que se convirtió en su modo de vida. Trabajó como locutor y periodista. Su primer programa fue «A Hora Galega», al poco tiempo de llegar a México como exiliado, en el que trataba diferentes temas de la cultura gallega. Después, estuvo el frente del programa Por los caminos de España, un espacio de música española. «Era la forma de estar cerca de sus orígenes», asegura su nieta.

30 años de periodismo deportivo

La faceta más reconocida del ourensano fue, sin duda, la de periodista deportivo. Presentó durante más de 30 años el programa «Tirando a gol», de información futbolística, especialmente de la liga española. «Sus aportes fueron reconocidos en algunas tesis sobre la historia del deporte», cuenta Karime. 

Como director de este espacio, protagonizó una anécdota de la que el director Jerónimo García hizo un documental en el 2009. El título es El balón que vino de México. En 1960, un grupo de jóvenes del pueblo de Malpartida, en Extremadura, querían formar un equipo de fútbol, pero no disponían de un balón. Nacidos en la posguerra y conviviendo con la miseria de aquella época, enviaron una carta al periódico Marca pidiendo que alguna entidad les donase una pelota. La petición llegó hasta México, hasta el despacho de Rogelio Rodríguez. 

El ourensano organizó al otro lado del charco una recolecta para comprar a los muchachos de Cáceres un balón. Y así fue. «Uno de sus hijos aún recuerda cuando lo mandaron a comprar una pelota y enviarla a Iberia y no sabía por qué», relata su nieta. Numerosas personas pasaron por el estudio de radio del ourensano para dar un peso hasta juntar el dinero suficiente. El balón se envió a la redacción de Marca y después se entregó a los noveles jugadores de Malpartida. «Muchas veces todo lo que traes en el corazón hacia tu tierra se convierte en una bendición para otros, pudiendo hacer algo por ellos», defiende Karime.

Rogelio Rodríguez regresó por primera vez a España en 1969, pero le desoló encontrar un país totalmente diferente al que había dejado. Sin su familia ni la que fue su realidad. Así que volvió a México para consolidar allí su vida. Entre todo su legado, más allá del periodístico, cultural y galleguista, también están las enseñanzas que le dejó a su familia. «Nos transmitió lo que significa tener la fortaleza física y mental para aguantar un exilio en las condiciones en las que se dio», cuenta su nieta. 

Varias generaciones y un océano separan a sus nietos y bisnietos de la Guerra Civil española, pero tienen siempre en mente lo que Rogelio defendió: «La guerra no deja nada bueno». Aunque hace 20 años que falleció, encendió una mecha en su familia para indagar en la memoria democrática de Galicia.