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Las reflexiones sobre la pintura en los colajes de Rosendo Cid se muestran en la Galería Circular de Allariz
30 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«Para entender mi trabajo, se debe estar preparado para entrar en mi mundo». Ellen Gallagher.
El espacio de arte Galería Circular dirigido por Miguel Mosquera en Allariz, presenta la exposición de Rosendo Cid La pintura tiene el tamaño de nuestras preguntas, muestra constituida por diez colajes en los que Rosendo interviene la paradigmática obra La familia de Felipe IV (Las Meninas) como una retroalimentación entre la imagen y sus múltiples permutaciones y el carácter reflexivo de la práctica textual que el artista incorpora a sus líneas de investigación plástica, próxima al surrealismo en su vertiente poética o crítica según el discurso narrativo.
El artista equilibra lo conceptual con lo figurativo a través de las interrelaciones que establece como un juego experimental que poco tiene de casual. Su planteamiento artístico es de tipo procesual que se origina en el taller como lugar de estudio y experimentación de una idea hasta su agotamiento, un work in progress ilimitado con secuencias para proyectos futuros. Así, en su obra la continuidad de un proyecto descartado anteriormente se utiliza para crear uno nuevo, en una interesante reutilización de los materiales.
Superponiéndose conceptos próximos al coleccionismo, repetición de modelos icónicos y la memoria que convierte estas metáforas visuales intervenidas en distintas realidades que parten de un elemento primigenio, así este concepto se extiende a las múltiples maneras de interpretar, solucionar los conflictos, tanto humanos como plásticos, agotando al máximo las posibilidades comunicativas y expresivas de una imagen que a su vez genera otras realidades independientes al asumir los cambios y que provocaría una suerte de efecto mariposa en el que cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones similares con una variación pequeña o perturbación inicial de amplificación en los datos iniciales, acabaría originando situaciones en las que los sistemas evolucionarán de forma completamente diferente a corto plazo.
De esta manera, la fórmula inventada por Rosendo Cid agota las posibilidades comunicativas de la imagen seleccionada sometida a los cambios conceptuales, compositivos, estéticos e interpretativos y cómo estos criterios y gustos varían con el tiempo, la historia, el recuerdo y en la trivialidad de lo efímero, creando unos colajes a modo de escenografía en los que los actores interactúan en un espacio irreal de bordes inciertos y descentrados, alterado y cómo desde un sentimiento contemporáneo reflexiona sobre las huellas y signos de nuestra civilización utilizando las claves Albertianas de la perspectiva tradicional del cuadro-ventana, sugiriendo una sensación de «falsificación auténtica» al extraer de la imagen intervenida, apropiada y revisada, en torno a la representación y exploración del concepto y su significado y superponiendo las imágenes para crear un efecto simbiótico con referencias a obras relevantes de la historia del arte, tomando elementos de la cultura popular para mantener un diálogo constante con el arte y el aura que lo envuelve.
Convierte estas escenas en un ejercicio de creatividad con fin estético, acotando posibilidades, conceptos y anulando la idea de pieza original o múltiple, que desplaza por el interés de las variaciones que suscita en la utilización de las variables en orden y equilibrio conectando sistemas emocionales y racionales.
Cid realiza un recorrido plástico que conecta la imagen repetida e integra fragmentos de obras como La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp de Rembrandt, La gran ola de Kanagawa de Katsushika Hokusai, o La mujer llorosa del Guernica de Picasso. Comprobamos cómo el enorme mastín se desplaza hacia la derecha dejando suspendido en el aire el pie hostigador de Nicolás Pertusato y un vacío en el vestido de Maribárbola ante la atónita mirada de la infanta Margarita.
Es el marco inferior de la conocida composición de Velázquez, la parte de la obra susceptible a las intervenciones personales de Rosendo Cid y en estas variables sus cambios de significado.
La obra seriada se comercializa de forma gráfica en una carpeta en la que además de las diez frases que completan los colajes añade treinta más como una especie de juego intelectual que extiende la magnífica recomendación literaria Ejercicios de estilo de Raymond Queneau sobre las distintas maneras de contar una anécdota.
El libro 365 maneras de estar en el mundo reflexiones e ilustraciones de Rosendo Cid puede adquirirse también en la Galería Circular de Allariz.