Estas son las bicas con más historia de Ourense

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

CASTRO CALDELAS

Sayoa y Antonio Caneda, en la panadería de Trives
Sayoa y Antonio Caneda, en la panadería de Trives MIGUEL VILLAR

El dulce tiene su origen en el siglo pasado y es típico de localidades como Trives, Castro Caldelas, Chandrexa de Queixa, Maceda y Laza

21 feb 2023 . Actualizado a las 21:43 h.

No es un bizcocho, ni un pastel, ni una tarta, aunque podría ser cualquiera de las tres. Es un postre, un desayuno y una merienda. Es un dulce que tiene, en la mayoría de casos, más de cien años de tradición, que nació como una forma de llevarse algo rico a la boca para celebrar y poner punto y final a una comida consistente en elaboraciones saladas. Huevos, azúcar, harina y algún ingrediente más son los que dan vida a la bica. En Ourense hay varios municipios que preparan la suya propia y en cada rincón tienen su receta original, su fórmula secreta, su toque especial, que la hace diferente al resto. El recorrido va desde Castro Caldelas, a Trives, pasando por Laza, Chandrexa de Queixa y Maceda.

Polo con las bicas de O Forno
Polo con las bicas de O Forno Santi M. Amil

Las de Castro Caldelas

O FORNO

El pastelero caldelao José Luis Polo compró el obrador de O Forno, en la rúa do Toural del municipio, hace 27 años, pero funciona desde hace un siglo. «Antes se hacían por encargo, no como ahora que las vendemos todo el rato. Cuando venía el cliente a por el pan, la reservaba», explica. Las suyas son las bicas de la caja amarilla, las favoritas de muchos, algo que ha obligado a Polo y a su equipo a aumentar la producción y la distribución para que esté siempre en la ciudad. ¿Su secreto? «Creo que puede influir que las hacemos en una batidora de unos 80 litros. Montamos la mezcla hasta que se pone esponjosa, le vamos añadimos el azúcar y se le van echando huevos. Lleva masa de pan y por último lleva harina de trigo. Y, por supuesto, la manteca de vaca, mantequilla de la leche, pero sin nada de lácteo en sí, sin suero ninguno, ese es el emblema de las bicas de Castro Caldelas», afirma este panadero. En O Forno venden dos tamaños, el grande y el pequeño y no bajan de hacer unas cien al día, cifra que se multiplica si hablamos de temporada alta. «La cosa empieza a bajar entre Reyes y Semana Santa, pero el resto del año recibimos turistas de todas partes, de hecho aquí vivimos de ser un pueblo turístico y la bica es nuestro producto rey», termina. La grande vale 13 euros y la pequeña 7.

Malena con las bicas que llevan su nombre
Malena con las bicas que llevan su nombre Santi M. Amil

MALENA

Su nombre es Magdalena Vázquez Fernández pero todo el mundo la llama Malena, como las bicas que elabora desde hace cincuenta años en la panadería Peña de Castro Caldelas, en la avenida de Ourense. «Empezamos de cero y ahora estamos pensando en jubilarnos», afirma. Esta vecina del Castro dice que las suyas no tienen ningún secreto. «Si tuviese alguno, tendría que pasárselo al siguiente porque no hay que irse al otro mundo con él, pero de verdad que no hay», bromea. «Lleva manteca de vaca, limón, canela y azúcar. Todo eso batido bien cremosito y le vamos añadiendo los huevos, la masa de pan y harina. Fin», confiesa. Está en puntos de venta por toda Galicia y en dos tamaños, la grande y la pequeña, de 12 y 7 euros respectivamente. Ella, que ya cumplió los 70 años, dice que está muy bien pero que lleva toda la vida metida en el obrador. «No he pasado frío, pero la verdad es que tengo muchas ganas de irme, de que alguien coja el relevo y me pueda liberar ya», admite. Eso sí, no le gustaría perder la tradición de sus bicas, las de la caja verde.  

Jorge, con algunas de las bicas Rubio que se venden en el bar de Castro Caldelas
Jorge, con algunas de las bicas Rubio que se venden en el bar de Castro Caldelas Santi M. Amil

RUBIO

En la plaza do Prado de Castro Caldelas está el bar Rubio, que hoy es el principal distribuidor de las bicas que llevan ese nombre, las de la caja azul celeste y blanca. «Rubio era o apodo do meu sogro, que foi quen abriu o local no seu día coma un forno de pan», dice Puri Rodríguez. Sus hijos, Iago y Jorge, son actualmente los encargados del obrador y la tercera generación del negocio, que abrió hace sesenta años. «Cada un ten a súa forma de facer a bica. O fundamental é unha boa manteiga de vaca cocida. Ten que ser a mellor e logo o demais vén só», afirma. Sus bicas se venden exclusivamente en este bar, que es la planta baja de un hotel. «Seguímola facéndoa polo que representa para nós e para a historia da nosa vila, pero non pasamos dunhas poucas decenas ao día», termina. La caja grande cuesta 11 euros y la pequeña 7. 

Las de Trives

Antonio y Sayoa Caneda, con sus bicas, en la panadería que regentan en Trives,
Antonio y Sayoa Caneda, con sus bicas, en la panadería que regentan en Trives, MIGUEL VILLAR

CANEDA

Zaida y Sayoa son la tercera generación de la panadería Caneda en la rúa Marqués de Trives. Allí siguen horneando a diario el producto que les hace ser uno de los lugares más concurridos del municipio ourensano: la bica mantecada. Vienen en una caja azul desde el primer día y para elaborarlas siguen la receta original, una que guardan como oro en paño, que data de 1899. «El ingrediente que las diferencia es la manteca de vaca. Creo que era porque antiguamente había mucho ganado y hacían mantecas y mantequillas entonces aprovechaban para utilizarlo», explica Sayoa. «Conservamos la receta tradicional tal cual. No lleva ni impulsores ni aditivos ni nada de nada. Esmero y mucho mimo, eso sí», afirma. Vienen sacando unas cien al día, más o menos. «Especialmente las mueven los del pueblo, que son nuestros grandes anfitriones, los que nos dan a conocer y nos llevan por el mundo adelante. Pero es verdad que cada vez nos la piden más de fuera», afirma la repostera de Trives. La bica tradicional en este municipio es la de dos kilos, que cuesta 20 euros. «La seguimos haciendo y la vendemos al corte. Está deliciosa y es la mejor forma de probarla», confiesa. Pero también la comercializan en caja, pequeña, por 6,20 euros, o mediana, por 10,20.

Jonatan preparando las bicas Terras de Trives
Jonatan preparando las bicas Terras de Trives MIGUEL VILLAR

TERRAS DE TRIVES

Las de la caja blanca con estrellitas amarillas son bicas Terras de Trives y cuestan 7,40 euros. Se hacen en un obrador en la avenida de Ourense, a la entrada del municipio, pero se distribuyen por toda la provincia. Al frente del horno está la segunda generación, los hermanos Jonatan y José García.«La panadería la abrieron nuestra madre y sus hermanos en los años noventa, pero nosotros fuimos quienes empezamos con las bicas. Las llevamos por toda Galicia», presume Jonatan. También se hace con manteca de vaca, claro, pero en este caso, apuntan a que el secreto está en las cantidades. «Es importante saber cuánto de cada ingrediente hay que mezclar para que quede perfecta. Después está el toque que le da el horno de leña antiguo, que le aporta un sabor totalmente diferente a todas las demás», concluye. Jonatan destaca que las de Trives son bicas especiales por su jugosidad.

Las de Laza

Eugenia Machado, en el centro, con sus hijas, en A casa das Bicas de Soutelo Verde, Laza
Eugenia Machado, en el centro, con sus hijas, en A casa das Bicas de Soutelo Verde, Laza MIGUEL VILLAR

A CASA DAS BICAS

La de Laza se llama bica blanca porque a diferencia de las otras, en lugar de mantecas o mantequillas, lleva nata y en la receta original, la más clásica, a los huevos se le quitaban las yemas, por tanto su miga tiene un aspecto blanco. También la hacen en una versión que lleva los huevos enteros. Se pueden comprar en Verín, en Vilardevós y mismamente en varios puntos de la ciudad de Ourense, pero esta bica se hace cada día en un horno que está en la aldea de Soutelo Verde, en Laza. Se llama A casa das bicas y va dentro de una caja en color crema con dibujos de peliqueiros. El negocio abrió en 1977 como la panadería Hermógenes. «Faciamos pan, empanadas e eu encargábame da bica», explica Eugenia Machado. El local entonces llevaba el nombre de su marido, que todavía vive, Hermógenes Diéguez, y que sigue sin saber hacer el dulce que ha dado la fama al negocio. «Aquí a costume era facelo para o entroido porque viña xente de fóra e había que ter un doce para o postre. De nena eu ía coa miña nai ao forno do pobo para facela», afirma Eugenia. Así es como comenzó todo. Al abrir la panadería ella se puso al frente de la producción de bicas, que llevan huevos, nata, azúcar y harina. Ahora sus hijas, Lidia y Belén son las que tienen el mando, ya con sus padres jubilados. «Crecimos en este lugar. Entre harinas y el calor del horno. Ahora lo hacemos exactamente igual que hacía nuestra madre y, antes, nuestra abuela», termina Lidia. Tienen tamaño grande (21 euros), mediano (13 euros) y pequeño (9 euros).  

La de Chandrexa

Luis Fernández y María del Carmen Rodríguez con las bicas que elaboran en Chandrexa
Luis Fernández y María del Carmen Rodríguez con las bicas que elaboran en Chandrexa

PANADERÍA CHANDREXA

Luis Fernández y María del Carmen Rodríguez son los propietarios de la panadería Chandrexa, en Celeiros, el núcleo principal de este municipio ourensano. «Debemos de levar case trinta anos e dende o primeiro día facemos a bica seguindo unha receta que nos pasou o panadeiro de San Xoán de Río. O que pasa que lle quitamos azucre para que sexa máis lixeira», explica Luis. La suya lleva mantequilla y un poquito de canela espolvoreada por arriba como toque final. La preparan en un horno de leña y creen que ahí está el truco. Es la de la caja verde y la venden en dos tamaños, la grande a 10 euros y la pequeña a 5,50. «É coñecida e lévana para lonxe, sobre todo no verán. Antes vendíanse máis, pero agora todos somos máis maiores e o azucre xa sabemos que é malo», confiesa el repostero, que recuerda una época, hace ya una década, cuando había turistas que venían al pueblo en verano y se llevaban hasta 90 bicas para amigos y compañeros de trabajo.

La de Maceda

Maite Vázquez y Jessica Rivero preparando bicas en la panadería Delfín de Maceda
Maite Vázquez y Jessica Rivero preparando bicas en la panadería Delfín de Maceda MIGUEL VILLAR

DELFÍN

En Maceda también hacen bicas, muy parecidas a las de Castro Caldelas. «La tradición es la misma. Son de manteca de vaca, pero después cada uno le da su toque personal», dice Mayte Vázquez, la actual propietaria del horno que las produce. Hace trece años que se puso al frente de la panadería Delfín y dice que lo que hace especial a su dulce es «el cariño con el que lo hacemos». Las suyas son las de la caja amarilla y marrón y tienen tamaño único, 750 gramos, a un precio de 6,50 euros. «Es el producto estrella. Se venden por cientos y todo el año, aunque en verano, entroido y navidades mucho más. Este negocio tiene 36 años de trayectoria y cuando cogimos el traspaso cambiamos toda la maquinaria pero seguimos usando exactamente las mismas recetas y eso se nota porque el sabor y la textura mantecosa y esponjosa y dulce, son exactamente las mismas», termina.