La capilla mozárabe está orientada para recibir un efecto lumínico solo posible al comienzo de la primavera o del otoño
21 mar 2015 . Actualizado a las 19:39 h.Más de medio centenar de personas madrugaron esta mañana en Celanova para contemplar el fenómeno lumínico del equinoccio de primavera a través de la capilla de San Miguel. Había un gaiteiro preparado para tocar la alborada en cuanto el sol remontase el alto de San Cibrao y se alinease perfectamente, girando dos grados al sur, para proyectar su luz a través de las pequeñas ventanas del oratorio mozárabe, saliendo por el lado posterior y llenando la roseta de rayos, con un bonito efecto. Sin embargo, y aunque el cielo estaba casi despejado del todo, unas pocas nubes sobre el monte impidieron ver hoy el fenómeno. José Benito Reza, descubridor del efecto, explicó que este se da porque la montaña y la capilla están en el mismo paralelo y en los equinoccios el sol sale con un ángulo de 90 grados este. Tarda en remontar los 900 metros del alto unos ocho minutos, explicó, y se comienza a desviarse al sur. La capilla, construida en el siglo X de la era cristiana, se emplazó en un lugar exacto, incluso contando con esos dos grados hacia la derecha para seguir el movimiento del sol hacia el sur, para captar la luz del amanecer en el equinoccio, dijo Reza. Cuando está despejado, el sol atraviesa la capilla e inflama de luz del interior, donde se ve como un cirio encendido, y se proyecta el reflejo al exterior a través de la roseta, creando una imagen mágica. Benito Reza apuntó que probablemente en el lugar de la capilla hubo hace miles de años un templo solar y que en el recinto de la capilla de San Miguel hay una piedra que pudo ser un altar de sacrificios dedicado al sol. Mañana será el último día de la primavera en que se pueda contemplar el efecto, si las nubes dejan, sobre las 7:45 de la mañana. Dura apenas un par de minutos. Si no habrá que esperar al equinoccio de otoño en septiembre.