Una voluntaria del comedor social de Cáritas: «Últimamente nos vemos desbordados»
OURENSE CIUDAD
Los que los fieles aportan al mantenimiento de la Diócesis de Ourense supone el 42 % de sus ingresos
29 nov 2022 . Actualizado a las 10:44 h.Si desde la Diócesis de Ourense escribiesen una carta a los Reyes Magos seguramente el listado de peticiones sería largo y abarcaría multitud de aspectos. Posiblemente incluiría la solicitud de más vocaciones religiosas para rebajar la edad media y aliviar la carga de los 269 sacerdotes. Los que quedan en activo atienden a 735 parroquias de esta demarcación eclesiástica y el pasado año oficiaron 130.000 misas, 3.718 funerales, 368 bautizos, 497 primeras comuniones, 812 confirmaciones y 147 matrimonios. Así lo refleja la memoria presentada este año por primera vez en un acto abierto al público en el que se ofreció, además del exhaustivo repaso a las actividades pastorales y sociales desarrolladas durante el 2021 desde distintos grupos de acción dentro de la diócesis, el detalle de la memoria económica y la cuenta de resultados.
En ese capítulo destaca, un año más, la necesidad que tiene Ourense de la solidaridad de otras diócesis para mantenerse a flote. De hecho el Fondo Común Diocesano contribuyó el pasado año con 3,9 millones de euros, lo que supone casi el 30 % de los ingresos totales de esta diócesis. Los fieles, a través de sus aportaciones directas, solo cubren el 42 % del presupuesto necesario para el mantenimiento de las necesidades que genera el sostenimiento del territorio bajo jurisdicción del Obispado de Ourense. En el pasado año, la aportación de los feligreses ourensanos sumó 6.2 millones de euros.
A pesar de todo, los residentes en esta diócesis —el oriente de la provincia pertenece a la de Astorga— parecen más dispuestos a colaborar con el sostenimiento de la Iglesia que a participar activamente en las misas de los domingos. Los cálculos del Obispado reflejan que la media de asistencia a esos oficios es de 58.000 personas. Teniendo en cuenta que hay 262.035 católicos registrados, supone que solo un 22 % se acerca a escuchar la liturgia una vez por semana. Eso sí, en el rural ese porcentaje es del 45 % —aunque hay localidades que lo superan con creces—, mientras que en los entornos más urbanos la participación baja al 10 %.
La labor de los colaboradores
Así que en la carta de deseos para el nuevo año esa mayor implicación de los fieles también estaría presente, aunque el obispo de Ourense, Leonardo Lemos Montanet hacía inflexión ayer en lo positivo y lanzaba un mensaje de agradecimiento a todos los que colaboran con la Iglesia. «Sin esa colaboración, no podríamos, tan siquiera, mantener en pie la mayor parte de nuestros templos del mundo rural. Hoy es un día para dar las gracias», dijo el titular de la diócesis. El obispo no ocultó que mantener el importante patrimonio histórico artístico, en el que se incluyen cientos de iglesias, capillas y santuarios —entre los que hay 32 bienes catalogados de interés cultural— es un permanente quebradero de cabeza. En el 2021 se desarrollaron 68 proyectos de construcción y rehabilitación. A ello hay que sumar que el 10 % del presupuesto del pasado ejercicio se destinó a la conservación de edificios y gastos de mantenimiento.
Pero de entre todas las necesidades ayer se quiso destacar una y marcarla como reto para el nuevo año: conseguir 3.600 euros para contratar a un psicólogo que trabaje en el comedor social que Cáritas gestiona en Ourense un día a la semana durante un año. La entidad tiene muchos programas en marcha para ayudar a personas en situación de vulnerabilidad social a salir adelante. En el 2021 pasaron por sus servicios 33.496. Pero el comedor social es una pieza clave porque para muchos es el primer contacto, la puerta de entrada o incluso el único recurso asistencial al que acceden. Y ahí se han percatado de que es esencial cuidar de la salud mental de estas personas que soportan un alto nivel de ansiedad y depresión que se suma al resto de problemas complicando que puedan afrontar con esperanza proyectos para mejorar su futuro. «Algunos están en situaciones de las que es muy difícil salir sin ayuda. O están tomando una medicación de la que nadie, salvo nosotros, realiza seguimiento», dice la directora de Cáritas, María Tabarés.
Iria Leal López es una de las voluntarias que a diario trabaja en este servicio. Ella destaca el aumento de usuarios que están notando en el último año. «Últimamente nos vemos desbordados. Ha sido impactante ver la cantidad de gente que puede tener necesidad del servicio de comedor en una ciudad relativamente pequeña. Es algo que realmente no se comprende hasta que se vive de cerca», apunta esta colaboradora.
Iria, que ya había colaborado con la entidad con 16 años y lo había dejado para irse a la universidad, volvió a Cáritas en el verano del 2021. «Vi una noticia en el periódico de que se necesitaban voluntarios en el comedor. Saber que había necesidad y que yo podía aportar mi granito de arena por pequeño que fuese, me llevó a dar de nuevo el paso. Ahora que soy adulta, la experiencia para mí es distinta porque soy más consciente de la realidad que cuando era adolescente. La relación entre los propios voluntarios y entre nosotros y los usuarios es mucho más real y cercana», relata. «Con el paso del tiempo llegas a conocer a las personas y las situaciones que se esconden detrás de la etiqueta de usuarios, lo que para mí tiene un valor incalculable», añade.
La suya fue una de las voces que se escuchó en un montaje en el que participaron otros colaboradores de la Diócesis de Ourense desde diversas campos y tareas. También se escuchó la reflexión de los sacerdotes, de los misioneros, de los seminaristas e incluso de una famiia de refugiados ucranianos que agradecían el acogimiento y la ayuda de la entidad.