Adiós a Luisa Iglesias, la abuela de Ourense: 108 años de generosidad

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

TABOADELA

Luisa, con la pequeña Xiana subida en la parte de atrás de su silla de ruedas, en su casa, hace unas semanas
Luisa, con la pequeña Xiana subida en la parte de atrás de su silla de ruedas, en su casa, hace unas semanas Cedida

La ourensana más longeva falleció en su casa de Taboadela apenas unas semanas después de su cumpleaños y rodeada por sus seres queridos

30 ene 2023 . Actualizado a las 21:28 h.

El 31 de diciembre de 1914 nació Luisa Iglesias en el municipio ourensano de Taboadela. Y en ese mismo rincón del mundo lo dejó, 108 años después. Sin grandes problemas de salud. La ourensana más longeva se fue dormida y tranquila, en su casa de Pasadán, la aldea en la que pasó toda su vida. Estuvo rodeada de algunas de las personas que más la quisieron, como su hija Celsa o su nieto Pablo, con los que vivía. «He pasado todos los días de mi vida con ella y sé que habrá momentos en los que su ausencia se haga muy dura, pero estamos bien porque disfrutamos de ella al máximo. Es una situación difícil pero sabemos que es ley de vida y que muy poca gente vive tanto como mi abuela», admite Pablo. Dice que Luisa de cabeza estaba muy bien, aunque tuviese sus achaques de vez en cuando. «Mantenía su sentido del humor y eso era increíble. Era una mujer muy 'neneira', que decimos por aquí, y aún tenía ganas de jugar con mi hija y con la de mi hermana, sus bisnietas», comenta Pablo. De hecho a las pequeñas les gustaba subirse a la parte de atrás de la silla de ruedas en la que se movía Luisa y recorrer junto a ella toda la casa. «Con nosotros le gustaba mucho hablar. Tenía cien años de memoria y le gustaba recordar su pasado», afirma su nieto, que la describe como «la mejor persona que he conocido con mucha diferencia».

Luisa, en el medio de dos de sus hijos, soplando las velas de los 108 años este Fin de Año
Luisa, en el medio de dos de sus hijos, soplando las velas de los 108 años este Fin de Año

Luisa era una mujer vinculada al campo, a la que le gustó dedicarse a los demás, a cuidarlos y mimarlos hasta el final. «No he conocido a nadie más generoso. Todo era para nosotros, antes que para ella. Era trabajadora, buena y muy cariñosa. La persona más especial del mundo y por eso nunca la vamos a olvidar», termina Pablo. 

Su despedida fue en Taboadela. Allí Luisa recibió el cariño, el amor y el respeto de todos los suyos: sus tres hijos, sus nueve nietos y sus trece bisnietos.