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Del táper a las tapas en Silgar

PONTEVEDRA

MARCOS GAGO

Los bocatas de fiambre, frecuentes en los veranos más duros de la crisis, casi han desaparecido de la playa, donde menos empanadillas en la arena compiten con las comidas en los restaurantes

23 ago 2015 . Actualizado a las 11:01 h.

Dos de la tarde del viernes en la playa de Silgar. Una marea humana entra y sale de la playa sanxenxina, emblema insuperable de la capital turística de las Rías Baixas. Es la hora de comer y muchos apresuran los últimos minutos en largas colas ante las duchas antes de subir al paseo de Silgar y comer hasta el chapuzón de la tarde. En la playa, atestada hasta la bandera, y en los restaurantes y terrazas que rodean el arenal, se puede comprobar el cambio de los usos de veranos pasados y la posible recuperación de las costumbres más habituales de la temporada estival precrisis. Del táper y los bocatas de fiambre traídos de casa o comprados en el supermercado de agostos pasados, se nota este verano un incremento del terraceo, la caña para sofocar la sed y la comida, aunque sean tapas, para sacarse esa foto que enseñar a los amigos en el interior de España y presumir de haber degustado mejillones frescos o un buen pulpito a la gallega. Silgar es un mundo de contrastes, como la sociedad de veraneantes que la transita todos los días y esto se nota también en las comidas.

En la playa, a esta hora, hay poca gente comiendo. En grupos y a la sombra de las sombrillas, echados sobre toallas o sentados en sillas, se pueden ver pequeños grupos de bañistas, que apuran bocatas o el contenido de táperes. La mayoría son portugueses, un colectivo cuyo regreso a Sanxenxo este verano no ha pasado desapercibido, quizás una señal de que el país vecino ya está algo mejor, porque los lusos casi desaparecieron en los años más duros.

En la panadería Cabrera, los clientes no dan tregua a Beatriz Rial y María Barros, las dos dependientas que están de guardia. Unos bollitos, varias empanadillas encargadas por una madre y que más tarde vendrá a buscar su hija, dulces, cruasanes y barras de pan desfilan por el mostrador con rapidez. «No sabríamos qué decirle qué se compra más. Hay días. Quizás hoy tocan más los bocadillos vegetales y el jamón serrano», bromean.

En la Boutique del Pan, tampoco tienen tiempo ni para responder dos preguntas seguidas. «Hay más gente y más consumo», explica la encargada. «Es mejor que el año pasado, que fue más flojo». Raquel Caamaño, en el restaurante del Hotel del Mar, atiende un local lleno de turistas y vecinos con amigos. Las cañas y las tapas -este año hay mucha demanda de pizza de pulpo-, triunfan. El calor intenso tiene mucho que ver. La gente quiere una comida rápida y una bebida refrescante.

En el otro extremo de Silgar, en la praza dos Barcos, Pablo Vidal, uno de los camareros de Albino Bar no deja de servir cervezas, mientras sus compañeros entran y salen del mostrador sin parar portando platos de lo más variado. «La gente pide de todo, calamares, chipirones, pulpo y mucha Estrella Galicia». Afuera, entre las mesas, una familia de Guijuelo (Salamanca), degusta mejillones y otros productos de la tierra. «En Salamanca no tenemos de esto», explica Elena Merino. ¿Y quién puede resistirse ante el menú? Beatriz Merino lo sentencia: «Nosotros siempre probamos algo típico de aquí y lo que salga, es lo que hacemos siempre en vacaciones».

Sanxenxo pide a la Xunta más margen de maniobra para afrontar las exigencias estivales

El alcalde de Sanxenxo, Gonzalo Pita (SAL) solicitó a la directora xeral de Turismo, Nava Castro, que se les conceda un mayor margen de maniobra para poder afrontar el reto de tener todo los servicios a punto para el comienzo de las campañas estivales. Concretamente Pita expuso a Castro la «gran preocupación» que supone para el gobierno local la rigidez de los plazos actuales para la contratación de los socorristas que deben velar por la seguridad de las playas para poder disponer de las banderas azules de Adeac. A principios de este verano se detectó un problema en cuanto a los socorristas, que padecieron casi todos los concellos costeros de la provincia y que mermó los profesionales disponibles a 1 de julio, lo que obligó a que Sanxenxo renunciase a izar tres de sus banderas azules porque no pudo tener el personal suficiente a tiempo en esas playas.

El problema se encuentra en que la Xunta es la que hasta ahora se ocupa de la formación y de la titulación de los socorristas, y el número de plazas y cursos que se ha hecho es demasiado pequeño para la demanda en Galicia de estas plazas, según apuntaron en su momento personal de los operativos de playas de los concellos de la ría. Por eso el número de socorristas era menor al de la demanda de plazas ofertadas, lo que supuso que se quedasen sin cubrir a tiempo. Aunque unos días más tarde ya se pudo proveer de este servicio a todos los arenales, Sanxenxo se quedó sin tres banderas azules. Para que esta situación no se repita, Gonzalo Pita pidió a Nava Castro la posibilidad de que el Concello pueda encargarse de impartir la formación a los futuros profesionales, cuestión que tendrá que estudiar la Xunta.

Por otra parte, el alcalde sanxenxino también pidió que la Administración autonómica habilite un sistema que le permita ser más sensible y flexible con los municipios turísticos, en cuanto a burocracia. Una convocatoria de una ayuda que se retrase, por ejemplo, puede trastornar todo un operativo. Castro sugirió a Sanxenxo que se una a otros concellos turísticos y que expongan unidos una solución ante la Administración autonómica.