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Los canteiros, en el homenaje a la primera víctima de ETA

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

POIO

CEDIDA

Elaboraron, a instancia de la Asociación Pro Guardia Civil, un monolito de piedra

02 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando aún resuenan los ecos del anuncio de disolución de ETA, la Asociación Pro Guardia Civil (APROGC) ha impulsado un homenaje a la primera víctima de la banda terrorista, el guardia José A. Pardines Arcay. A esta muestra de reconocimiento se ha sumado la Escola de Canteiros de Poio, entidad dependiente de la Diputación de Pontevedra, elaborando un monolito de piedra en memoria de este joven de Malpica.

La intención es descubrir esta obra de más de 1.100 kilos de peso «y muchas toneladas de sentimientos», en palabras del responsables de APROGC, el pontevedrés Manual Picón, el próximo martes en la misma localidad coruñesa que vio nacer a Pardines Arcay en 1943. Este tributo se rendirá apenas cuarenta y ocho horas antes del cincuenta aniversario de su asesinato.

Este crimen se produjo cuando Pardines Arcay, junto con su compañero en Tráfico Félix de Diego Martínez, realizaban un control en Villabona (Guipúzcoa). En un momento dado, al coruñés observó un Seat 850 Coupé del que sospechó que podría llevar placas de matricula dobladas, por lo que le dio el alto.

Desconocía que dentro iban los etarras Javier Etxebarrieta Ortiz, Txabi, e Iñaki Sarasketa. Mientras estaba cotejando la documentación del automóvil con los números del motor y del bastidor, los dos ocupantes se apearon. Txabi, según confesó años después el propio Sarasketa, esgrimió una pistola y le descerrajó un disparo a quemarropa en la cabeza. Instantes después, le disparó otras cuatro veces a la altura del pecho.

Ambos etarras fueron, posteriormente, sorprendidos en Tolosa, donde se produjo un forcejeo en el transcurso del cual falleció Javier Etxebarrieta como consecuencia de un disparo. Su compañero consiguió huir siendo detenido dos días después.

El asesinato

Condenado a muerte, primeramente vio como le conmutaron esta pena por la de cadena perpetua para ser amnistiado en 1977. Un año después, reconocería que Pardines fue asesinado a sangre fría y por la espalda, mientras que en un reportaje de El Mundo publicado en 1998 relataría que, aquel día de hace cincuenta años, «Txabi me dijo. ‘‘Si lo descubre, le mato’’’. ‘‘No hace falta, contesté yo, lo desarmamos y nos vamos’’. ‘‘No, si lo descubre le mato’’. Salimos del coche. El guardia civil nos daba la espalda, de cuclillas mirando el motor en la parte de detrás». Fue entonces cuando Etxebarrieta Ortiz sacó la pistola y apretó el gatillo.

Arrepentido, Iñaki Sarasketa confesaba que, «en cualquier caso, fue un día aciago. Un error. Como otros muchos en estos 20 años. Era un guardia civil anónimo, un pobre chaval. No había ninguna necesidad de que aquel hombre muriera». Sarasketa falleció el pasado mes de agosto.

Desde APROGC, por su parte, quieren que este monolito simbolice su «recuerdo a los 215 guardias civiles asesinados del total de 860 personas muertas por los terroristas».