Tactile Jr, la herramienta inclusiva que ayuda a aprender programación a niños con discapacidad

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

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Dos jóvenes emprendedores han diseñado un sistema universal para aprender a programar desde los 4 años basado en la tecnología Scratch

19 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

María Seoane nació con visión tubular con pérdida del 80 % de la visión de uno de los ojos y se dedica a hacer formación en STEAM, robótica y programación. Un día, manipulando una placa, no veía nada «y le pregunté a Roger cómo lo podían hacer niños con discapacidad visual». Así, María Seoane y Roger Olivella comenzaron a trabajar en un proyecto que quiere hacer desaparecer la brecha digital que sufren las personas con discapacidad en una habilidad que es ya tan básica: aprender a programar.

Tactile Jr son bloques de programación open source que están diseñados para que el alumnado con diversidad funcional pueda aprender habilidades digitales clave. Normalmente para programar se utilizan pantallas y también se han hecho muy populares los bloques de programación, pero son «poco accesibles, porque necesitas siempre ver para arrastrar bloques y conectarlos y además funciona con colores. Y necesitas pantallas», explica Roger Olivella.

Este proyecto educativo incluye un kit completo con tableros de juego, personajes impresos en 3D, bloques de programación táctiles y materiales didácticos, todo fabricado con materiales ecológicos. Además, se proporciona acceso a una plataforma web donde los educadores pueden encontrar actividades y recursos adicionales.

El sistema Tactile Jr, programación creativa, son bloques que se utilizan de manera desconectada, sin dispositivos, «lo que se llama pensamiento computacional desenchufado» y se puede utilizar a partir de los 4 años hasta los 8 o los 9 y a cualquier edad si se trata de personas con alguna discapacidad. «El objetivo es no solo que aprendan las bases de la programación, sino que puedan jugar y aprender todos juntos en el aula». Tactile Jr, basado en Scratch, es programación creativa e inclusiva de verdad: con él pueden trabajar todos los niños y niñas, con diversidad funcional o no, de cualquier estrato socioeconómico. 

«Cuando creamos un recurso adaptado estamos marcando la diferencia y dejando a unos niños de lado», explica Olivella. Eso es precisamente lo que querían evitar con su sistema. «Querremos que todos jueguen con el mismo recursos y aprendan juntos, porque todos podemos aprender, pero de maneras diferentes», explica.

De hecho, durante los diferentes test que ha pasado esta solución innovadora, se han ido añadiendo las características necesarias para que se convierta en una solución universal. Primero se centraron en discapacidad visual (y de hecho se ha testado hasta ceguera total) y poco a poco vieron que era accesible para otros tipos de diversidad funcional, como discapacidad motriz y cognitiva leve y moderada. 

Por ejemplo, se trata de una herramienta tangible, todos los iconos se pueden tocar y es muy intuitivo, funciona como un puzzle. También se trata de una solución de programación inclusiva sin pantallas que visualmente es estética, porque «a veces ocurre que los recursos para personas ciegas no son bonitos: son pequeños, sin color... Queríamos darle la dignidad de que sea bonito y para todos». Y el hecho de que sea desconectada permite a los pequeños con discapacidad cognitiva trabajar conceptos de forma más lenta y ordenada que en una pantalla, donde todo pasa muy rápido. «Cada persona tiene un ritmo, al cabo del tiempo podían pasar a la pantalla y trabajar con Scratch Junior porque tenían una base previa» que habían ido desarrollando a su ritmo, explica María Seoane. 

Al no tener lenguaje, también sortea la barrera del idioma para niños que por ejemplo están aprendiendo español, inglés... Y como no precisa pantallas también contribuye a que la programación sea accesible a aquellos niños y niñas que tienen menor acceso a dispositivos electrónicos.

«Los recursos adaptados están muy bien, porque a mí me sirvieron. Pero también es verdad que a veces, intentando incluir, excluimos». El recurso adaptado es distinto al que utilizan los otros compañeros. «Esto te hace sentir aún más diferente y también te hace ver aún más diferente a ojos de los demás», explica María Seoane. Es decir, se trata de herramientas útiles porque contribuyen a desarrollar habilidades, pero «a nivel de inclusión socioeducativa no ayuda tanto, porque siempre serás la diferente».

Por eso, para estos dos emprendedores es importante que Tactile Jr, basado en Scratch, se «etiquete como un recurso para niños con discapacidad. Es un sistema que simplemente permite a todos los niños y todas las niñas aprender juntos como hacemos cada día en el aula y que podamos hacerlo en igualdad de condiciones».

María Seoane también subraya que en ocasiones «los demás condicionan lo que tú puedes aprender» a base de etiquetas y estereotipos asociados a las personas con discapacidad, como que no pueden hacer ciertas cosas. «Pero realmente, si tienes los recursos tú mismo puedes desarrollar el máximo de tu potencial. Ya tenemos suficientes barreras como para que otros determinen qué podemos y qué no podemos hacer».

Es una experiencia que María Seoane ha vivido en primera persona. «Lo viví realmente bastante de cera durante toda mi infancia. Si no hubiese sido por mis padres o por algún que otro docente que creía en mí, yo no habría acabado el bachillerato», recuerda. Y mucho menos «estudiar lo que estudié. Era impensable, todo el mundo me decía que no podía hacerlo. Y recibes tantos inputs de que no puedes hacerlo porque las personas y la sociedad no estamos preparadas  para ser accesibles».

María Seoane recuerda una charla con uno de los colaboradores del proyecto, un programador que trabaja para Microsoft y es ciego «y él decía que la discapacidad no está en la persona, está en el entorno. Ese es el mensaje que queremos dar. Todos podemos trabajar por la accesibilidad y contribuir a reducir esta brecha».

Tactile Jr, basado en Scratch es un conjunto de bloques para que la infancia pueda aprender programación de manera desconectada, pero es también «un movimiento global por la equidad. Queremos que sea un movimiento global por la equidad» de personas comprometidas con la inclusión educativa de todo el mundo, subraya María Seoane. 

Ya se utiliza en escuelas de educación infantil, primaria y especial en Barcelona, Girona, Málaga y Nueva York, entre otros países, y en la plataforma ya cuentan con usuarios de más de 70 países de todo el mundo. Tactile Jr tampoco se comercializa, sino que se distribuye, o bien a través de donaciones, o bien los centros pueden adquirirlo por subvenciones públicas.

Ahora, estos dos jóvenes, que han creado una cooperativa sin ánimo de lucro, buscan financiación para la siguiente fase del proyecto, que es la producción de las versiones de Tactile Jr basado en Scratch, diseñado en colaboración con la Fundación Scratch nacida del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). «Formamos parte de un programa en el que participaron 30 organizaciones de todo el mundo y nos escogieron a nosotros», explica María Seoane, que resalta que «pusimos el foco en que sea accesible. Entendemos que no es fácil cuando se crea una cosa con otra mirada, pero nos aliamos con ellos porque Scratch es la herramienta que más se usa en todo el mundo», con más de 100 millones de usuarios y es gratuita.

La búsqueda de financiación se está llevando a cabo a través del sistema de crowdfunding a través de la plataforma Goteo.org. El objetivo es recaudar 8.100 euros para la producción de los kits para ampliar el alcance y el impacto social, a la creación de nuevos materiales didácticos y ampliar el potencial de Tactile Jr. Al aportar dinero, el sistema hace elegir entre «quiero un kit para un centro» o «quiero donarlo».

Además de la Fundación Scratch nacida del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el proyecto cuenta con el apoyo de numerosas instituciones, incluyendo la CRE ONCE Barcelona, la Asociación de Discapacidad Visual de Cataluña B1+B2+B3, los Ateneos de Fabricación Digital de Barcelona, StartUB! de la Universidad de Barcelona, Technova de La Salle Campus Barcelona, TandemSocial y Barcelona Activa, entre otros.

«Contamos con mucha gente de la comunidad de Scratch de todo el mundo y es increíble cómo nos escriben cada semana usuarios nuevos de muchos países de América, de Europa, de Asia...» afirma Roger Olivella, que cree que la parte desconectada es también muy interesante para los centros escolares, porque permite dejar a un lado las pantallas en niveles como infantil y primaria y además fomenta la creatividad, ya que «no es un recurso cerrado, cualquiera puede crear tanto los personajes como los fondos e incluso inventar nuevas acciones de bloques». 

De hecho, al ser un recurso en open source, cualquier persona puede fabricarlo, y a Sistema Thead escriben también alumnos de secundaria y bachillerato que lo construyen y luego lo regalan a alumnado de niveles inferiores o de educación especial.