
El uso cotidiano de muchas «apps» conlleva riesgos para la privacidad de los usuarios que a menudo se ignoran
07 feb 2025 . Actualizado a las 09:08 h.¿Saben los usuarios cuánta información personal comparten cada día sin darse cuenta? Desde el momento en el que uno desbloquea su teléfono móvil por la mañana hasta la última notificación antes de dormir, cientos de aplicaciones están recopilando datos sobre lo que hacemos con nuestro dispositivo. Las apps que usamos a diario han cambiado nuestra forma de comunicarnos, comprar y hasta cuidar nuestra salud. Sin embargo, detrás su aparente inocuidad, muchas de ellas recopilan una gigantesca cantidad de información personal sin que los usuarios sean realmente conscientes de ello. Redes sociales, plataformas de comercio electrónico y aplicaciones de salud almacenan datos sensibles que, en manos equivocadas, podrían comprometer la privacidad de millones de personas.
Un informe de la compañía de ciberseguridad Kaspersky alerta sobre los riesgos que conlleva este uso cotidiano de aplicaciones que, aunque facilitan la vida, también suponen un desafío para la seguridad digital. «Aunque la tecnología se ha convertido en una parte integral de nuestras vidas, es fácil que los usuarios se dejen llevar por aplicaciones y gadgets llamativos sin tener en cuenta los compromisos de privacidad que implican», advierte Anna Larkina, experta en seguridad y privacidad de la compañía.
El rastreo de datos por parte de estas aplicaciones ha alcanzado cifras alarmantes. Solo en el 2024, Kaspersky detectó más de 49.000 millones de casos de rastreadores web que analizaban el comportamiento de los usuarios en todo el mundo. El auge de la inteligencia artificial y la analítica predictiva ha multiplicado estos riesgos, permitiendo a las empresas elaborar perfiles detallados de los usuarios con fines publicitarios o comerciales.
Entre las aplicaciones más invasivas se encuentran las redes sociales como TikTok, Instagram y Threads, que recopilan datos de ubicación, hábitos de navegación e incluso grabaciones de voz. Las aplicaciones de fotografía y video utilizan inteligencia artificial para analizar imágenes y metadatos, lo que podría revelar la ubicación del usuario sin su consentimiento explícito. Las plataformas de compras no solo almacenan historiales de transacciones, sino que «pueden rastrear la ubicación física del usuario y registrar su presencia en determinadas tiendas», advierten desde Kaspersky. Por su parte, las aplicaciones de salud y estado físico reúnen información altamente sensible, desde métricas de sueño hasta rutinas diarias, generando una imagen digital del usuario que, en el peor de los casos, podría ser robada por terceros.
¿Sabemos lo que compartimos?
El problema no radica únicamente en la recopilación de datos, sino en la falta de transparencia con la que muchas aplicaciones operan. Los términos y condiciones suelen ser extensos y complejos, lo que dificulta que los usuarios comprendan hasta qué punto están cediendo su privacidad. En muchos casos, la aceptación de permisos es casi automática, sin que se valore realmente qué tipo de información se está compartiendo.
Ante este panorama, los expertos recomiendan tomar medidas para minimizar los riesgos. Una de las principales acciones es auditar los permisos de las aplicaciones y desactivar aquellos que no sean imprescindibles, como el acceso a la ubicación en apps que no lo requieren. Además, es conveniente utilizar herramientas de privacidad como VPN para ocultar la dirección IP y proteger la navegación. También se recomienda activar la opción de «No rastrear» en los dispositivos y evitar conectarse a redes wifi públicas, que pueden facilitar el acceso de ciberdelincuentes a los datos personales.
Otro paso clave es revisar periódicamente la configuración de privacidad de las aplicaciones y eliminar aquellas que ya no se utilizan. Muchos usuarios acumulan decenas de apps en sus teléfonos sin ser conscientes del nivel de acceso que han concedido a cada una. «Muchas aplicaciones están diseñadas para deslumbrarnos con su comodidad y funciones impulsadas por IA, pero, bajo la superficie, a menudo se dedican a la recopilación de datos de la que la mayoría de los usuarios desconoce», señala Larkina. La experta advierte que la proliferación de dispositivos inteligentes y aplicaciones basadas en inteligencia artificial podría llevarnos a un escenario donde la privacidad deje de ser un derecho para convertirse en un privilegio.
La responsabilidad de proteger los datos no recae solo en los usuarios. Las empresas desarrolladoras tienen el deber de garantizar la transparencia en el tratamiento de la información y ofrecer opciones reales de control sobre la privacidad. Sin embargo, hasta que se logre una regulación más estricta, la mejor defensa sigue siendo la precaución. Examinar los permisos antes de instalar una aplicación y exigir claridad en el uso de los datos puede marcar la diferencia entre un entorno digital seguro y una constante exposición a riesgos invisibles.