Turismo a go-go

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

10 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El fin de las restricciones de la pandemia (esperemos que definitivamente) y el consiguiente estallido de la demanda turística, tan palpable estos días en el centro monumental de Santiago y lo que vendrá en agosto, han abierto un paréntesis sobre la toma de algunas decisiones de calado en la política turística (y la residencial relacionada con ella) que tiene su lógica, porque después de dos años largos de sufrimiento, abordar una ordenación a fondo sería como aguarle la fiesta al sector, que hoy por hoy está tratando de desquitarse de las pérdidas acumuladas desde el 2020, incluso con subidas de precios poco defendibles aun teniendo en cuenta que se han disparado los costes por la inflación. Pero como no se trata de meterle el dedo en el ojo a nadie, pensemos que es producto de una coyuntura compleja, pero coyuntura al fin y como tal con fecha de caducidad cuando las aguas vuelvan a su cauce, porque confiemos en que vuelvan. No obstante, ya empiezan a escucharse voces solventes en el sector turístico compostelano advirtiendo de que si los desfases se consolidan, vamos directos a matar la gallina de los huevos de oro. Vale, el Camino Francés no está saturado (solo puntualmente en algunos tramos desde Sarria). Vale, el casco histórico no está colapsado (solo en fechas señaladas en el entorno de la Catedral, véase cómo estaba ayer y cómo previsiblemente estará hoy, y así dos meses más). Salvando el tiempo (medio siglo) y el espacio (el litoral mediterráneo del desarrollo salvaje) en el caso de Santiago afloran circunstancias dignas de las observaciones de sociólogos como Mario Gaviria y su clásico «España a go-go. Turismo chárter y neocolonialismo del espacio». Circunstancias poco compatibles con la pretensión de Compostela de ser ciudad-bandera del turismo cultural. Al Concello le ha venido bien este paréntesis porque demuestra escaso poderío para llevar adelante con agilidad asuntos de calado, y seguro que la tasa turística, la ordenación de flujos, la regulación de la apertura de nuevos hoteles y hospedajes... van a quedar para el próximo mandato. Por ahora, tiene bastante con tratar de imponer su razonable criterio de poner coto a las viviendas de uso turístico exigiendo la licencia municipal. Dado el escaso entusiasmo de la Xunta para hacer causa común, veremos si lo consigue.