La lucha personal de una compostelana por ser artista: «He llorado a mares»

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Eva Mera exhibe sus acuarelas y fotografías en el Museo Terra de Melide, en una exposición que se despide hoy y que abre una nueva etapa para la santiaguesa, que ella asocia con su libertad.
Eva Mera exhibe sus acuarelas y fotografías en el Museo Terra de Melide, en una exposición que se despide hoy y que abre una nueva etapa para la santiaguesa, que ella asocia con su libertad. N. NOGUEROL

Eva Mera rompió las cadenas que la ataban y con la gente que la desanimaba, se mudó a Sobrado y hoy vive su sueño

02 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Reconoce Eva Mera Vieites, con su voz dulce y cándida, que desde muy pequeña sintió una fuerte atracción por todo lo relacionado con la expresión artística. «Crecí en una casa muy humilde y recuerdo pintar la pared de la escalera», comenta divertida una santiaguesa de 36 años que siempre tuvo debilidad por las artes plásticas y la danza. Sin embargo, dice, no contó con el respaldo familiar para perseguir este sueño: «Me pasó lo típico... en casa me decían que del arte no se puede vivir, querían que estudiase una carrera y esas cosas, pero yo soy una persona con las ideas muy claras y fijas. En mi juventud he llorado a mares porque yo quería ser lo que quería ser y no me dejaban. Me sentía atada. No estaba contenta y decidí empezar de cero en un sitio nuevo al que me mudé con mi madre, que fue la única que me apoyó».

Así acabó Eva en Vilasantar a finales del 2019, donde comenzó a dar clases de baile. Y, a los pocos meses, le ofrecieron una casa con mejores condiciones cerca de allí, en Sobrado dos Monxes. «Me mudé el 11 de marzo del 2020, justo cuando empezó el confinamiento», relata. El contexto pandémico la obligó a reinventarse y salió airosa: «Me empezó a salir todo rodado cuanto rompí las cadenas que me ataban, aunque fue un viaje personal que me costó un montón». Por aquel entonces, Eva ya había publicado dos novelas inspiradas en su trayectoria vital, aunque con partes ficcionadas. La primera, El caballero del corazón de lata la escribió cuando aún era menor de edad y vio la luz en el 2016; y Un mar llamado nosotros en el 2018. Este segundo libro fue ilustrado por la propia autora y ese trabajo fue el que le abrió las puertas a dar clases de dibujo. «Entre mis alumnos estaban los dueños de una academia de refuerzo escolar de Melide, que me ofrecieron trabajar con ellos y luego surgió la posibilidad de dar clases en colegios de Arzúa, Toques y Palas de Rei», dice una maestra de pintura que tiene alrededor de 70 pupilos de entre 4 y 15 años.

«No sabía que enseñar a niños me iba a gustar tantísimo y me permitió dedicarme a mi vocación prohibida», dice Eva, quien este año presentó su primera exposición artística (El hogar, detrás del hogar), una selección de acuarelas en las que retrata «los pequeños detalles cotidianos» y fotografías inspiradas en la naturaleza que la rodea. «Es la primera vez en la que me siento libre para mostrar mi trabajo, sin límites ni complejos», indica la compostelana, cuya obra se exhibió en el Castillo de Pambre (Palas) y desde el día 18 está en la sala principal del Museo Terra de Melide. «La respuesta que ha tenido la exposición ha sido súper bonita y es muy gratificante saber que ahora muchísimos padres de mis alumnos me conocen por lo que más me representa. Muchas veces los artistas nacemos en sitios donde nadie nos entiende, en familias humildes, sin las posibilidades económicas para apoyarte, y es difícil salir adelante», destaca una mujer que se ha labrado su propio camino con determinación.