Elizabeth Abalo y Gonzalo Alonso: «Es un chute de ilusión ser los representantes gallegos en la Bienal de Arquitectura de Venecia»
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SANTIAGO
En Santiago, «en su casa», los arquitectos al frente del estudio Abalo Alonso no dejan de encadenar proyectos como la rehabilitación de las facultades de Medicina e Historia o la de un hotel que asombra. «No solo somos pareja y trabajamos juntos; hasta compartimos mesa en el estudio», aclaran
17 feb 2025 . Actualizado a las 14:39 h.Elizabeth Abalo y Gonzalo Alonso (ambos, de 1968) afrontan este 2025 con entusiasmo. «Si cuando empezamos imaginásemos cómo nos gustaría vernos tras 28 años de carrera pensaríamos en lo que vivimos ahora. Ir a la Bienal de Venecia y rehabilitar edificios tan significativos como las facultades de Medicina e Historia de la USC es un chute de ilusión», afirman los dos arquitectos, socios y matrimonio, al frente de Abalo Alonso, un estudio que, tras una etapa inicial en la rúa Travesa do Franco, en Santiago, enlaza a partir de 1997 proyectos desde la rúa de Castrón Douro. «No solo somos pareja y trabajamos juntos, sino que en el estudio hasta compartimos mesa... Trabajamos en lo que nos gusta», refrendan.
Elizabeth se instaló con su familia en Santiago con 12 años. «Me siento de aquí. Crecí enfrente de la Sala Capitol, en un conocido edificio del arquitecto Fernández-Albalat. He tenido la suerte, de forma casual, de vivir en edificios muy interesantes», comenta. «Estudié Arquitectura en Pamplona y ahí nos conocimos», prosigue, mirando a Gonzalo, de Ferrol. «Al terminar, abrimos el estudio en Compostela. Al poco, con 28 años, ya nos presentamos a concursos. Ganar los dos primeros fue un subidón. Uno de ellos era para unas viviendas en Arnoia, que concebimos como una agrupación en eira, con un espacio compartido. Una idea diferente y que sorprendió. Se inspiraba en la tradición gallega, pero era contemporánea, un estilo en el que nos hemos movido. El promotor, al ver nuestra juventud, estaba tan preocupado que nos visitaba cada semana a Santiago, pero todo fue muy bien», evoca Gonzalo riendo. «Siempre nos ha podido más la ilusión que el peso de la responsabilidad», razona Elizabeth.
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«Fuimos dando pasos. Un hito fue el ascensor panorámico de Ribadeo, distinguido con un reconocimiento europeo. En Santiago nuestro primer gran proyecto, también premiado, fue la reurbanización de la plaza de San Clemente, próxima a la Catedral, con un empedrado mimetizado con el entorno. Nos encanta cuando alguna gente nos dice que no se acuerda de cómo era antes. Hasta nos preguntaron si habíamos desplazado el párking cercano por la sensación de amplitud», agradecen. «Pese a que siempre contamos con promotores valientes, también tuvimos que esperar... Perdimos concursos por criterios que luego se pidieron en pliegos. Hace 10 años, cuando propusimos la madera, nos dijeron que adónde íbamos... Más tarde, en una obra para una escuela infantil, ya la pudimos introducir con una técnica industrializada, que explotamos luego en el edificio Redeiras de la Universidade de Vigo», destacan, aludiendo ya al proyecto situado en O Berbés y con el que fueron seleccionados, como únicos representantes gallegos, para estar, desde mayo, en el Pabellón de España de la Bienal de Arquitectura de Venecia. «Fue la primera rehabilitación en la que usamos esa tecnología de madera, de piezas que se ensamblan, como un Lego. Fue también el primer edificio público en altura de España con ella. Es una obra compleja, pero de grandes recompensas. Emociona que el conserje te diga que está encantado con el edificio», señalan.
«Otro impulso fue la rehabilitación de facultades en Santiago, en casa... En Medicina, un edificio sin instalaciones actualizadas, trabajamos para que con intervenciones puntuales, tecnológicas y delicadas, poder traerlo al siglo XXI, recuperando su dignidad y majestuosidad. Vemos acertada la decisión de no hacer una nueva facultad, porque esa joya arquitectónica, sin uso, se habría deteriorado», reflexionan. «En Historia, con puntos sensibles como el almacenaje de libros en la biblioteca, algo que nos gusta es tener que presentar cada poco ante el claustro de profesores, y de historiadores, los avances en el proyecto. Aprender e investigar es algo que nos apasiona», citan.
«Estamos con tantas cosas —rehabilitaron un hotel próximo a la Alameda, casa de un alcalde en el siglo XIX, y dirigen la reforma del centro de salud de Conxo— que casi no nos dio tiempo a interiorizar lo de la Bienal, pero nos entusiasma. Es el reconocimiento a 30 años de esfuerzo. Todo valió la pena. Y el pabellón de España va a sorprender...», avanzan sin poder decir más.