El aeropuerto de Santiago, entre la normalidad para los que viajan hoy y el caos para quienes tenían que haber volado ayer

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla SANTIAGO

SANTIAGO

Rosa María Pampín, con la cola del mostrador de Ryanair a las espaldas.
Rosa María Pampín, con la cola del mostrador de Ryanair a las espaldas. Álvaro Sevilla

«Llevo desde hace 63 años viajando entre Santiago e Inglaterra y nunca me había pasado algo así», afirma Rosa María Pampín, una de las afectadas por las cancelaciones de la tarde del lunes

29 abr 2025 . Actualizado a las 15:14 h.

Dos caras, completamente distintas. Esa es la imagen que mostraba esta mañana el aeropuerto con mayor tráfico de Galicia, el Rosalía de Castro, en Lavacolla, Santiago de Compostela. La calma de los que hoy podían volar sin problema alguno chocaba con el hartazgo y la desesperación de aquellos que tenían que haberlo hecho ayer y no pudieron hacerlo. Es el caso de María Antelo, que tenía que encontrarse ya en Palma de Mallorca, isla que debía visitar por motivos laborales. «Polo momento non nos deron solución algunha. Intentaron reubicarnos hoxe no avión das 10.15, pero xa había overbooking. Agora dixéronos que imos no das sete da tarde, pero temos que esperar para ver se realmente hai asentos». La opción más plausible era que volasen el día 2, pero ella y otro compañero de trabajo consideran que ya es demasiado tarde. «Tódolos enlaces vía Madrid e Barcelona están colapsados», afirma, a la vez que explica que pasaron la noche del lunes en el hotel Los Abetos. Al igual que ella, ante el mostrador de Ryanair se agolpaban a media mañana más de un centenar de personas. La ansiedad se palpaba en el ambiente. La tensión podría cortarse con un cuchillo.

XOAN A. SOLER

Es Rosa María Pampín, de 83 años y que ayer tenía que haber llegado a Londres, la que verbaliza la desesperación. «Tenía hoy a la mañana una cita médica con mi marido», admite visiblemente enfadada. Dice que ayer nadie le informó de la cancelación del vuelo y que tuvo que ser la Policía Nacional quien le dijo que tenía que volver a la zona de facturación. «Llevo desde hace 63 años viajando entre Santiago e Inglaterra y nunca me había pasado algo así. Si esto ocurriera en Londres, el trato habría sido muy diferente». Aunque finalmente le dieron la opción de pasar la noche en un hotel, decidió quedarse en el aeropuerto: «No me moví de aquí. No hay derecho. El trato ha sido horroroso, un desastre». Explica que finalmente tendrá que volar a Sevilla, desde donde se desplazará a la capital inglesa: «No hay derecho, esperemos que desde allí sí podamos volver a casa».

En la cola para ser atendidos por el personal de Ryanair había casos de todo tipo, desde jóvenes que buscaban billetes de autobús para acercarse lo máximo posible a sus destinos, a otros que esperaban a que la compañía irlandesa sí les diera alguna solución. «Es imposible conseguir un billete de tren, entras en una cola virtual y no tienes opción de comprar nada», apunta una joven, que se ve en Santiago, como mínimo, hasta el jueves: «No hay asientos antes». Con mayor vehemencia se expresa una mujer de mediana edad, que discute con personal de AENA y que confirma que Iberia no le da soluciones para su vuelo: «Es una vergüenza. No tenemos con quién hablar».

Sus rostros cansados y angustiados chocan con la tranquilidad de las personas que llegan al aeropuerto para volar hoy. De los previstos para esta mañana, solo se suspendieron dos viajes, con destino a Barcelona y otro procedente de la misma ciudad. En el resto del panel no constan incidencias y los mostradores de facturación trabajan sin problemas. «Hemos decidido venir con tiempo, pero creemos que sí podremos volar a Sevilla», apunta un matrimonio que muestra sus tarjetas de embarque y que llegó a Lavacolla con dos horas de antelación. Volarán sin problema. Ellos se han librado del caos por un puñado de horas.