Tradición intacta, ilusión de multitudes

francesca Simonelli / I. C. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Los cabezudos recorrían las rúas mientras se formaban colas inmensas para entrar en la Catedral en el día grande de Santiago y de Galicia

25 jul 2025 . Actualizado a las 20:23 h.

Turistas y peregrinos desconcertados por las furgonetas policiales. Una fila casi interminable de visitantes que esperaban poder entrar en la Catedral cuando terminase la Ofrenda al Apóstol. Eran las once y media de la mañana. A lo largo del tramo de la Rúa do Franco se formaba una inmensa fila de turistas y peregrinos. Algunos no eran conscientes de la magnitud de la festividad en la que se encontraban inmersos. «Acabamos de llegar y no sabíamos que justo hoy era el día del Apóstol», comentaban unos turistas estadounidenses en la cola.

Mientras los manifestantes del BNG ocupaban la entrada de la Alameda, locales y foráneos se reunían en la Rúa Nova, expectantes por la inminente salida de los cabezudos. Los gaiteiros se preparan en la entrada del Teatro Principal, y poco antes de las doce las primeras figuras asomaron sus cabezas. Pocos minutos después la Banda comienza a tocar y los cabezudos inician su recorrido.

Praterías ya está a rebosar ante la inminente llegada de estos entrañables personajes. Algunos turistas sorprendidos intentan averiguar por qué tanto revuelo. Otros como Marta, procedente de Sevilla, ya contaban con venir a la capital gallega en sus días de máximo esplendor. Los grandes protagonistas tardan poco en llegar, y dan inicio al espectáculo. Los cabezudos bailan y la gente aplaude. Un pequeño mar de móviles se forma alrededor de la plaza, pues todos quieren quedarse con un recuerdo de este día tan especial.

El trayecto continúa en la Praza do Toural, donde niños y adolescentes se suben a la fuente para poder ver con claridad la actuación. Igualmente, se crea toda una hilera de padres llevando a sus hijos en sus hombros. Mientras pasa un grupo de turistas, que no dudaron en bailar al ritmo de la gaita, Rafaela, una santiaguesa «de adopción» —pues es originaria de Colombia—, comenta el cariño que le ha cogido a las fiestas. «Eso es lo bonito de las tradiciones ¿no? Que aunque sea lo mismo todos los años, la ilusión de venir a verlas y a formar parte de ellas no se va».

Al continuar la ruta, la comparsa colisiona con los manifestantes, quienes siguen su camino por la Rúa Nova. En dirección a la Praza de Cervantes, un padre le dice a su hija que ya no pueden seguir a los cabezudos porque estos personajes «deben ir a sus casas a descansar», un inocente comentario que busca mantener viva la fantasía de los niños —cuando la realidad es que los padres simplemente querían sentarse un rato—. «Nos gusta traer a los niños y que recuerden con cariño estos momentos. Y que cuando crezcan sigan viniendo y luego traigan a sus propios hijos», comenta luego el padre.

En contraposición, el ambiente en A Quintana es más serio y contundente, un claro contraste con la comparsa cultural y familiar. Dos eventos con tonos contrapuestos, pero que movilizaron a una misma localidad. Un día en el que los santiagueses salieron un año más a las calles a celebrar su tradición y su cultura.

PACO RODRÍGUEZ

«Visita obligada» a la feria equina de Amio y descanso en Sar

El 25 de julio en Compostela es un día de rituales que no siempre se encuentran en la almendra del casco histórico, con la excepción del rincón antófilo en plena entrada de San Martín Pinario gracias a la alfombra floral, este año con color azul Sargadelos en honor a Isaac Díaz Pardo.

El buen tiempo acompañó al equipo de alfombristas, que atrajo miradas ya desde el inicio de los trabajos y cuyo resultado nunca defrauda. Tampoco lo hizo la feria equina de Amio, en cuyo recinto de Costa Vella estacionaron cerca de mil vehículos. Mientras tanto, las abarrotadas cunetas de esta zona del polígono y el trasiego de automóviles cargados de familias hacían pensar que ayer no era día festivo sino una jornada laboral cualquiera con todos los negocios abiertos.

«Venir aquí es una visita obligada», reconocía bajo la sombra de la marquesina del autobús una pareja de compostelanos de mediana edad, atraída por la oferta de todo tipo de productos y una visita a los caballos.

maria rodriguez

Francisco José López Tojo se acercó a Amio con buena parte de su familia para seguir la tradición de visitar la feria acompañando a su madre, Olga Tojo Domínguez, compostelana de Vite que ahora reparte su vida entre A Coruña y Santiso pero que no perdona su paseo por Amio en la Ascensión y el 25 de julio. En este caso con más motivo, porque una de sus nietas suspira por un caballo, algo que no es nuevo para esta familia. «A ver se hai sorte», sonríe la abuela Olga antes de que toda la familia se integre en la multitud que se dirige hacia la feria. Refugiarse de la marea humana es otra forma de vivir el 25 de julio, algo que sí fue posible en zonas como el barrio de Sar, de los pocos en los que las colas para comer o tomar algo no fueron las protagonistas.