Ángel Refojos: «Llegué a nuestra empresa de animación, que fue premiada como la mejor de España, tras coger el micro en una boda»

SANTIAGO
Conocido en Santiago como Angelillo, se dedicó desde joven a la animación, primero a la infantil, como monitor en el Centro Don Bosco y, desde el 2015, a la musical, en la empresa La Gramola, que codirige desde el 2019. Es además entrenador del club de fútbol C.D. Belvís
03 ago 2025 . Actualizado a las 12:21 h.En verano Ángel Refojos no cesa de animar todo tipo de eventos. «Pese a que hay bodas todo el año, en estos meses no paramos. El fin de semana pasado fui disyóquey en un enlace mexicano», aclara el santiagués, de 38 años, uno de los dos socios al frente de La Gramola, una de las firmas de animación musical más reconocidas, también a nivel nacional. «Ya desde los 16 años, cuando empecé de premonitor en el Centro Don Bosco, me recuerdo animando en vacaciones, ahí a niños, y feliz», remarca sobre una trayectoria siempre de cara al público.
«Mi padre, tras llegar de Cangas, trabajó en la librería del Seminario Mayor y en el Instituto Teológico Compostelano, vinculándose de inicio al Centro juvenil Don Bosco, donde mis dos hermanos y yo, y generaciones de niños, crecimos. Era nuestro punto de encuentro. Allí pasábamos horas con juegos como el de huevo, pico, araña... También íbamos a campamentos, con actividades nocturnas. Son épocas que te marcan. Muchos de mis amigos vienen de ahí», valora sobre el centro de Belvís que convirtió el tiempo libre en un espacio de comunidad. «Mientras estudiaba en el IES de Fontiñas, fui ya en ese centro premonitor, también en campamentos de verano. Con 24 años, y teniendo los cursos de monitor y director de tiempo libre, me contrataron para todo el año. Fue una etapa preciosa. Nunca me impuso llevar grupos grandes, de 500 niños en una semana... Disfruto con ellos. Intento hacer lo que yo demandaba cuando era pequeño: que jugasen conmigo», razona. «Parezco tímido, pero no lo soy. Yo allí era el que cogía el micro», enlaza.

«A los 28 años fui de invitado a una boda de un monitor de Don Bosco y el disyóquey de la empresa que la animaba, La Gramola, pidió si alguien se atrevía a hablar. Cogí el micro e hice que la gente bailase... Quién imaginaba que, tras eso, me ofrecerían entrar en esa gran empresa que, desde el 2019, codirijo. Al principio lo compatibilicé con Don Bosco, pero, tras dos años, me dediqué a ella, poniéndome al día con las distintas bibliotecas de música. Yo sabía animar, pero aún no llegaba a todas las canciones...», evoca divertido. «En La Gramola cubrimos todo tipo de eventos; más de 300 al año. De ellos, el 60 % son bodas... Algo crucial para que la gente baile es tirar de la persona más animada o interactuar tú mucho con el público. Hay temas, además, como Saturday Night o Al compás de una muiñeira, que, una vez avanzada la fiesta, no fallan... Con el tiempo aprendes además a decir "no" cuando te piden siete veces la misma canción, como Despacito», cita riendo. «Reconforta localizar temas antiguos por los que te preguntan, como uno de los años 30 del que me habló un señor mayor de Lugo. Al dedicárselo, se emocionó», apunta, entre más recuerdos.
«Antes del covid cubríamos en Vigo la fiesta navideña para familias con la que Citroën llenaba una nave entera, algo que también pasa en Santiago con Finsa. Esos son actos bonitos», resalta, antes de constatar la expansión de su firma que en fines de semana de verano pasa de 3 a 13 trabajadores. «Nuestro ámbito es Galicia, pero también nos llaman de Madrid o Portugal. Aquí coges eco cuando animas eventos como la boda de Ana Peleteiro... En otra uno de los invitados era el exportero del Real Madrid, Diego López. Me acuerdo porque yo soy futbolero...», muestra.

trato de interactuar mucho con el público», destaca Ángel Refojos PACO RODRÍGUEZ
«Mi padre, Ángel Refojos, es el presidente del club de fútbol C.D. Belvís, en el que yo ya jugaba de niño y al que sigo ligado, como entrenador del equipo sénior y jugador de veteranos. Para diferenciarnos, a él le llaman presi y a mí, Angelillo», señala. «Ese es sobre todo un club de amigos, que busca la integración. Motiva por ejemplo saber que desde septiembre podrá competir con nosotros un refugiado senegalés que ya entrenaba, pero sin ficha», rescata, y reconoce su buen momento.
«Ilusiona ver que La Gramola, a raíz de los comentarios de los novios, destaca anualmente en una plataforma de bodas entre las más valoradas. En dos años logró incluso el premio a mejor empresa de animación musical de España. Es sobre todo importante porque notas que la gente quedó contenta. Pasa igual cuando de un evento te sale otro. Aún en julio de una comunión me surgió un cumple. Ahí ya conjugo animación musical e infantil», celebra.