Elisardo completa a los 90 años su séptimo Camino de Santiago: «La gente me miraba extrañada»

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Elisardo y Marta, padre e hija, han realizado en los últimos años el Camino Francés, (desde Sarria), el Portugués (desde Valença do Minho), el Inglés (Ferrol), el Camino a Muxía-Fisterra, el de la Plata (Ourense), A Orixe (Corrubedo) y del Norte (Vilalba). Salvo en la primera de las peregrinaciones, en el resto les acompañó la perra de Marta.
Elisardo y Marta, padre e hija, han realizado en los últimos años el Camino Francés, (desde Sarria), el Portugués (desde Valença do Minho), el Inglés (Ferrol), el Camino a Muxía-Fisterra, el de la Plata (Ourense), A Orixe (Corrubedo) y del Norte (Vilalba). Salvo en la primera de las peregrinaciones, en el resto les acompañó la perra de Marta. SANDRA ALONSO

Este compostelano realiza cada año una ruta jacobea distinta acompañado por su hija menor, Marta, y la perra de esta

17 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«Mens sana in corpore sano», repite como un mantra Elisardo López Baleato, quien fue el profesor de Latín de muchos compostelanos en el instituto Rosalía de Castro. A sus 90 años, goza de una memoria y lucidez mental envidiable, mientras que su corpore sigue lo suficientemente vital como para recorrer algo más de 100 kilómetros en cinco días. Este lunes completaba su séptimo Camino de Santiago junto a su hija menor, Marta, con la que realiza cada año una ruta jacobea distinta, en una tradición familiar a la que se les ha unido Jazz (la dálmata de ella). «Siempre va delante, alegre y contenta», destacan.

Y, aunque la perra acapara mucha atención en sus peregrinaciones, Elisardo también lo hace. «La gente me miraba extrañada. Decían: ‘¿Qué hace este anciano caminando hacia Santiago'. Incluso en los lugares donde sellaban las credenciales se sorprendían al ver un peregrino de mi edad [...], aunque hay algún niño de 2 o 3 años que va andando», relata un picheleiro acostumbrado a caminar a diario y que, además, nada habitualmente.

En esta ocasión, partieron de Vilalba el jueves para realizar las últimas etapas del Camino del Norte. Soportaron jornadas de mucha lluvia, tramos extenuantes por carretera y otros entre árboles y vacas marelas pastando. Coincidieron con peregrinos de diferentes nacionalidades: «En la iglesia de Santiago, en Arzúa, había colombianos, italianos, alemanes, portugueses, españoles... Éramos solo tres o cuatro gallegos y, compostelanos, solo nosotros dos». Una de las cosas que más le gusta al nonagenario del Camino es precisamente eso: «La convivencia, hablar con unos y otros, el buen ambiente de ayuda mutua... porque no hay riñas y todo es armonía con gente de todas las nacionalidades y creencias». «Yo siempre les decía a mis alumnos que primero hay que escuchar y, luego, poner el cerebro a funcionar para poder contestar [...]. El Camino invita a reflexionar y a pensar en la vida. Las propias señales te hacen plantearte si vas por el buen camino y, si te equivocas, tienes que retroceder y rectificar, como en la vida», sentencia con la contundencia que da la experiencia un hombre que desde los 83 años ha conseguido media docena de compostelas, así como la muxiana y fisterrana.

Él invita a todos a vivir esta experiencia, especialmente a los gobernantes, para que aprendan una lección «de amor y tolerancia» que parecen tener entre las asignaturas pendientes, dice. Entre tanto, Marta escucha en silencio a su padre y reconoce que, a su lado, una nunca se aburre. «Yo hago el Camino cada año por pasar más tiempo con él. Al final, te metes en la rutina del día a día, del trabajo, y nunca estás el tiempo suficiente con tus seres queridos. Además, me encanta la naturaleza y caminar», añade esta santiaguesa de 43 años.

El dato:

En este año, el 10 % de los peregrinos que hicieron el Camino de Santiago y obtuvieron su compostela (que requiere una distancia mínima de 100 kilómetros) eran mayores de 65 años.