Un cocido con mucha historia para empezar el año con buen pie en Ames

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

AMES

Wenceslao Peteiro dice que la materia prima del cocido de Mollos e Moios es clave para su éxito. Su brasería se distingue por la apuesta por el producto, protagonista en su carta, de estilo tradicional. De ambiente intergeneracional y familiar, las noches de verano en su terraza (con música en vivo los viernes) son otro reclamo más.
Wenceslao Peteiro dice que la materia prima del cocido de Mollos e Moios es clave para su éxito. Su brasería se distingue por la apuesta por el producto, protagonista en su carta, de estilo tradicional. De ambiente intergeneracional y familiar, las noches de verano en su terraza (con música en vivo los viernes) son otro reclamo más. SANDRA ALONSO

Wenceslao replica en Mollos e Moios la receta tradicional de su madre e incluso el 1 de enero tiene la lista de reservas llena para disfrutar de ella

16 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta As Cortes, una aldea de Ortoño (Ames) con poco más de 120 habitantes, peregrinan durante todo el año los amantes del buen comer. El restaurante Mollos e Moios se ha convertido en una de las mecas gastronómicas de la comarca desde que abrió sus puertas, en el verano del 2018. Sus carnes y pescados a la brasa, especialidad de la casa, cuentan con numerosos devotos, pero también su cocido, un plato con mucha historia que tiene un público fiel incluso en Año Nuevo. «Llevamos haciéndolo el 1 de enero, al mediodía, desde el principio en el restaurante y siempre está lleno, con reservas básicamente de familias que se juntan aquí para tomar el cocido y empezar el año con buen pie», dice el dueño del establecimiento, Wenceslao Peteiro, un teense de 46 años ligado a la hostelería desde hace tres décadas.

«Mi familia es de Calo y mi primer contacto con la profesión fue en la zona del Ulla, donde mis padres regentaron un par de mesones especializados en el cocido. En aquella época era bastante raro, porque la gente estaba acostumbrada a comer el cocido en casa y, si iba a un restaurante, era para probar otros platos. Fueron de los primeros en introducirlo en la hostelería. Ellos se establecieron definitivamente en Cacheiras y, con 71 años, mi madre sigue haciendo cocidos junto a mis hermanas en Peteiros e Espiñas», explica. Con este bagaje familiar, y por petición popular, Wenceslao incluyó también en la carta de Mollos e Moios una réplica de la receta materna para regocijo de los vecinos de Bertamiráns y alrededores. En septiembre arranca ya la campaña del cocido en su negocio y se extiende hasta marzo o abril, con jornadas en las que pueden servir este plato a 150 comensales.

¿Y qué tiene de especial su cocido? «Lo fundamental es la selección de las carnes. Hoy en día es lo más difícil, porque el mercado está muy industrializado y conseguir carnes de un perfil más artesanal resulta más complicado. Muchas veces hay que darles más tiempo de curación y a veces realizamos nosotros mismos la salazón para que estén en su punto óptimo. Además, hacer grandes cantidades siempre hace que sea más sabroso», contesta Wenceslao. Su cocido se caracteriza llevar castaña cocida, así como garbanzo, repollo, grelo y todas las carnes, desde botillo a chorizo, cacheira, pollo y ternera. Siguiendo la tradición, aquí sirven filloas para acompañar la parte salada del plato, presentado en varios pases. «Es una experiencia de slow food, que comienza con sopa y caldo de primero, y se disfruta con calma. La gente se echa aquí un par de horitas con el cocido», señala el restaurador, que tiene los jueves cocido como plato del día y elabora una versión más ligera.