¿Y si te cobraran en Santiago cuatro euros por un vaso de agua? «Eu levántome e voume»

Andrés Vázquez SANTIAGO DE COMPOSTELA

VIVIR SANTIAGO

Andrés Vázquez

Los compostelanos valoran la polémica medida de un hostelero segoviano que, bajo su interpretación de la ley, dice tener el derecho de cobrar por llevar un vaso de agua a la mesa

10 feb 2023 . Actualizado a las 00:13 h.

Santiago es una ciudad cosmopolita y abierta, europea en muchos sentidos. Es por ello que la mayoría de sus hosteleros ya servían vasos de agua del grifo de manera gratuita antes de que la ley obligase a hacerlo. Hace unos días, un hostelero de Segovia se hizo viral con sus declaraciones, que afirmaban que en su local se cobraría el servicio de llevar ese vaso a la mesa, aunque no el producto como tal. Llevando al extremo el texto legal, decía estar en su derecho.

¿Qué pasaría si eso ocurriese en algún bar de Santiago? La capital gallega es turística y uno de sus motores económicos es la hostelería. Los compostelanos ya se privan de ir a ciertos establecimientos de su ciudad por los «precios peregrinos» que tienen, pero que les cobrasen por una jarrita de agua del grifo sería la gota que colma el vaso para más de uno.

«Eu levántome e voume». No lo duda ni un momento Jacobo, estudiante universitario, que disfruta del frío sol de invierno en una de las terrazas de Porta Faxeira. Sus dos amigos, que comparten mesa con él, le dan la razón, tanto Alejandro como Manuel. Jacobo justifica su respuesta de un modo muy sencillo: «Se chama á policía, a ver en que lei se escuda». Por supuesto, no volverían, eso por descontado.

Por ley, los establecimientos hosteleros han de ofrecer gratis un vaso de agua del grifo siempre que un cliente lo solicite.
Por ley, los establecimientos hosteleros han de ofrecer gratis un vaso de agua del grifo siempre que un cliente lo solicite. MARTINA MISER

En otra mesa, esta de la plaza 8 de Marzo, están sentados también tres amigos que van un poco más allá en su análisis: «Es que como te arme un pollo el hostelero como no le pagues... Va a ser peor el remedio que la enfermedad», razona Víctor Chao, coruñés que está en Santiago pasando el día. A su lado están Gael Filgueiras y Fran González, que tienen claro que, como les cobre el vaso de agua, «vai de volta no momento». En su caso, estudian Moda en la Escola de Arte e Superior de Deseño Mestre Mateo, ubicada a un par de cientos de metros de la terraza donde están sentados.

«Es que si aún fuese solo el vaso de agua pues podría llegar a entenderlo, pero si además le pediste un café, por lo que no tiene ningún sentido que te lo cobre porque el servicio ya va implícito dentro de la consumición». Así es como lo ve Ana Pernas, estudiante de Derecho en la USC que se toma una caña con sus amigas en la plaza Roxa.

Todas ellas estudian leyes, por lo que no lo vacilan al dar su opinión sobre el asunto: «Este señor tiene pinta de que está incurriendo en un fraude de ley, le está dando la vuelta a la norma y llevándola al extremo para lucrarse». Casi lo dicen a coro, tanto Ana, como María Rodríguez, Carmen Vila, Carlota Yepes y Ana Vázquez: «Es que entonces debería cobrar las sillas o las mesas como tal, además de dejarte pasar a la cocina con tu propio recipiente para servirte, ya que el derecho al agua del grifo está recogido».

Las estudiantes de Derecho María Rodríguez, Ana Pernas, Carmen Vila, Carlota Yepes y Ana Vázquez se toman algo en la plaza Roxa.
Las estudiantes de Derecho María Rodríguez, Ana Pernas, Carmen Vila, Carlota Yepes y Ana Vázquez se toman algo en la plaza Roxa. Andrés Vázquez

De noche hace aún más falta

A pesar de que de día este tipo de servicio tampoco se pide tanto, más allá de acompañar algún café o chocolate, en el ocio nocturno se hace más necesario. «En ciertos momentos, como acabando la fiesta en una discoteca, un vaso de agua te puede salvar», asegura Gael Filgueiras, desde la soleada terraza en las horas matutinas de la plaza 8 de Marzo.

De noche puede venir muy bien, además, para contrarrestar los efectos del alcohol. «Entre copa y copa, entra perfecto», indica María Rodríguez. Ana Vázquez, una de sus amigas, añade en este punto que en las discotecas se cobra a cuatro o cinco euros la botella de agua, «la pequeña del todo», por lo que las comandas de vasos del grifo se hacen todavía más necesarias.

«Date cuenta de que —interviene de nuevo María— este fin de semana me cobraron siete euros por un botellín de estos. Había que pagar entrada en el local y esta daba acceso a una consumición, la que fuese, así que yo quería un agua y me cobraron ese pastizal. Me parece bastante mal porque ahora da la impresión de que para salir de fiesta tienes que beber, aunque para un cubata también me parece un precio exagerado ese coste de siete euros».

  

Y el hostelero, ¿qué?

El hostelero, en general, no puede justificar a su compañero segoviano, el de los cuatro euros y medio por el servicio de llevar un vaso de agua a la mesa. Óscar Blanco, gerente del bar Raíces Galegas, en el Ensanche compostelano, no se lo explica: «Se ademais eses clientes que o piden están tomando outra cousa, ao hostaleiro non lle supón pérdida ningunha». No es lo mismo que la persona en cuestión llegue y se ponga a ocupar un servicio, que entonces el caradura sería él.

Óscar Blanco, gerente del bar Raíces Galegas, famoso por sus raciones y bocadillos.
Óscar Blanco, gerente del bar Raíces Galegas, famoso por sus raciones y bocadillos. Sandra Alonso

A pesar de no ser el mejor momento para el sector, que sigue atravesando los problemas derivados de la inflación de productos alimenticios y también de la electricidad, no es para llegar a tales extremos. «É certo que tivemos que subir algúns prezos, tal como está a situación económica, para que algúns servizos nos saíran a contas». Esto todo el mundo lo entiende, lo del vaso de agua, no.