De la torre de Norman Foster para el Pedroso a las mil caras de la plaza de Galicia: los proyectos que nunca llegaron a Santiago

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

El arquitecto Normal Foster presentando en Santiago la maqueta de su torre para el monte Pedroso, en septiembre del 2000.
El arquitecto Normal Foster presentando en Santiago la maqueta de su torre para el monte Pedroso, en septiembre del 2000. MERCE ARES

La ciudad suma incontables maquetas e ideas en las últimas décadas que no llegaron a materializarse, en muchas ocasiones debido a la crisis económica, que dinamitó todos los planes aparecidos durante la burbuja inmobiliaria

18 jul 2023 . Actualizado a las 16:51 h.

Incontables proyectos resultaron un quiero y no puedo para Santiago de Compostela. Muchos de ellos, propuestos durante los años previos a la crisis económica, se evaporaron por razones evidentes, la falta de liquidez de las administraciones públicas que aventuraba ya la debacle que estaría por llegar. En cualquier caso, estos tres proyectos que sirven como ejemplo para este reportaje bien podrían seguir abiertos a día de hoy, dejando claro que Compostela es una ciudad que vive urbanísticamente en bucle, con casos tan paradigmáticos como el de la Casa da Xuventude a la cabeza.

Las mil y una ideas para la plaza de Galicia

Una de las zonas más polémicas a día de hoy en parámetros urbanísticos es la plaza de Galicia. Su presente es muy diferente a su pasado, cuando estaba su espacio presidido por un maravilloso edificio que tan solo se supo valorar como es debido una vez derribado, el Castromil. Eso ocurrió en los setenta, para construir en el subsuelo el actual aparcamiento subterráneo.

Su inspiración estaba muy presente para los técnicos que en el 2006 debatían las propuestas que hacerle al Concello de la época. En aquellos años se buscaban alternativas a la forma de la plaza de Galicia que todavía tiene hoy, de modo que todas las propuestas acabaron en la papelera. Una de ellas era una especie de Castromil II, en la cual un nuevo edificio con su inspiración se alzaba con un propósito: ser un intercambiador de autobuses, una especie de estación ligera y centro neurálgico para ellos. Ya en aquellos primeros años de siglo el problema de Santiago era el del transporte público, en la palestra a día de hoy.

Proyecto del intercambiador que incluía, en el 2006, una reedición del edificio Castromil.
Proyecto del intercambiador que incluía, en el 2006, una reedición del edificio Castromil. No disponible

Sondaxe, la pata demoscópica de La Voz, esa que estos días ha mantenido el ritmo de la campaña electoral con encuestas diarias, preguntaba a los compostelanos lo que les gustaría hacer con su plaza de Galicia. Un 29,5 % de los ciudadanos prefería dejar el espacio como está todavía a día de hoy, mientras que un 26 % del total abogaba por el intercambiador, incluidos en el 70 % que opinaba que lo mejor era darle un lavado de cara. Expertos y Concello, presidido por Xosé Sánchez Bugallo, valoraban positivamente también la idea, que como se puede comprobar, no se llevó a cabo.

Otra de las vías que se valoraron para la plaza de Galicia fue la creación de un espacio mucho más peatonal y llano que desplazase el pavimento hacia la parte izquierda de la plaza mirando desde la ciudad vieja, hacia el hotel Compostela. Esta idea apareció en el 2008, cuando el Concello, también de Bugallo, organizó un concurso de propuestas (llegó a haber 33 que cumplían los requisitos) para hacer algo con la plaza de Galicia. En tercer lugar quedó la de un aparcamiento en la superficie, que dejase espacio en su parte baja para albergar bicicletas y que tenía capacidad para 900 coches.

El aparcamiento en la superficie que se presentó al concurso del 2008.
El aparcamiento en la superficie que se presentó al concurso del 2008. PACO RODRÍGUEZ

La torre de Norman Foster en el Pedroso

El monte Pedroso tuvo montones de propuestas sobre su cima en las últimas décadas. La más célebre de todas ellas, sin duda, fue la que propuso a finales de los noventa el alcalde Xerardo Estévez a través del célebre arquitecto británico Norman Foster. El proyecto, presentado en el año 2000, consistía en plantar sobre la cumbre una torre de telecomunicaciones que englobase todas las que ya tenía el monte y que sigue teniendo a día de hoy, dado que el proyecto, como todos los que se recogen aquí, no llegó a ningún lado. Eso sí, los planos de la propuesta y la propia maqueta, que sí llegaron a presentarse, fueron debidamente ingresados a los promotores, a pesar de que la idea no se ejecutase.

Otra de las que rondaron sobre la cima del Pedroso, años más tarde y ya de la mano de Bugallo, fue la construcción de un teleférico que lo uniese con la ciudad desde Xoán XXIII. Se trataba de una posibilidad «remota», según el alcalde, pero que deseaba tener sobre la mesa «como unha das liñas de futuro da cidade» en aquellos días del año 2007, a punto de explotar la burbuja de la construcción. Un proyecto gemelo a este era el de la construcción de otro teleférico a la Cidade da Cultura, en el monte Gaiás.

A mayores, también se propusieron otras posibilidades de carácter privado, como la construcción de una urbanización de setenta chalés, un hotel de lujo y un campo de golf en el año 2002. Por supuesto, ninguna de estas ideas contaba con apoyo ambiental de ningún tipo y finalmente terminaron en el fondo de los cajones del Pazo de Raxoi, cada una en su momento.

El arquitecto Normal Foster presentando en Santiago la maqueta de su torre para el monte Pedroso, en septiembre del 2000.
El arquitecto Normal Foster presentando en Santiago la maqueta de su torre para el monte Pedroso, en septiembre del 2000. MERCE ARES

La ampliación del complejo de Santa Isabel

Corría también el año 2008 cuando se propuso la creación de dos nuevos edificios pertenecientes al complejo deportivo de Santa Isabel. La propuesta era ambiciosa, compuesta por un spa y dos nuevas piscinas que se ubicarían entre las actuales dependencias y el río Sarela, para el que también se planteaba una mejora integral de sus cauces y aledaños cuanto menos en sus proximidades al campo de fútbol.

La obra se componía de dos edificios, uno de ellos destinado a albergar una piscina de cuatro calles pensada únicamente para actividades de los clubes deportivos y otro pensado para tener en su interior un spa y la otra piscina. Todo este edificio se pensó acristalado, de modo que desde las relajantes instalaciones del spa se pudiese divisar la ciudad vieja y la Catedral de Santiago. «No va a haber en todo el mundo un sitio así con estas vistas», vaticinaba el gerente del complejo en aquella época, Santiago López Cuadrado.

Recreación virtual de la nueva piscina que iba a llegar a Santa Isabel y del edificio acristalado.
Recreación virtual de la nueva piscina que iba a llegar a Santa Isabel y del edificio acristalado.

A pesar de que todas las empresas municipales estaban de acuerdo, el proyecto se dinamitó con la llegada de la crisis económica, pues fue presentado sin tener todavía cerradas las vías de financiación y estas no llegaron, dejando a Santa Isabel sin su ampliación de lujo, que pretendía hasta atraer turistas de fin de semana según las crónicas de hace ya 15 años.